El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, se celebra en numerosos países, una fecha especial en la que se quiere visibilizar las desigualdades a las que se siguen enfrentando, hoy en día, las mujeres en todo el mundo. También se trata de poner en valor los avances logrados y reflexionar sobre las metas que aún quedan por alcanzar en cuanto a la igualdad de género. Por tanto, un día así, creemos que es un buen momento para dar visibilidad a grandes mujeres que, en su terreno profesional, han conseguido grandes logros. Es el caso de la bióloga española Gádor Muntaner, con quien hemos querido hablar en este día especial.
Para los que se pregunten quién es (cuando terminéis de leer esta entrevista seguro que la admiraréis también) hay que empezar diciendo que se puso su primera máscara de buceo, aletas y tubo en su Mallorca natal y con tan solo 3 años . Lo que comenzó como una pasión –el océano, los fondos marinos y las distintas especies que lo habitan–, acabó convirtiéndose en su profesión. Hoy, esta apasionada bióloga marina y exploradora está profundamente comprometida con la conservación de los tiburones. A la divulgación sobre estos fascinantes animales ha dedicado su carrera, además de haberse convertido en un referente en su defensa, tratando de cambiar esa imagen de monstruos marinos que muestran las películas y, a veces, los propios medios de comunicación (también hay que entonar el mea culpa) y que en realidad son esenciales para el equilibrio de nuestros océanos y no tan peligrosos, como ella misma nos cuenta
“Solo conociendo a los tiburones podemos aprender a amarlos y comprender la importancia de su papel en nuestro ecosistema”
Su defensa no solo se centra en estos animales, sino en el océano, del que dice: “un océano sin equilibro no solo amenaza a estas especies, sino al futuro de todo el planeta… el 50% del oxígeno que respiramos nos lo da el mar, la vida surgió en el mar y, por ajeno que nos parezca, cubre un 70% del mundo en que vivimos”. Un motivo más que suficiente para amarlo y aprender a cuidarlo ¿verdad?
Háblanos sobre tu documental: Gádor y los tiburones, que se estrenó en 2024.
Es un documental que tiene como objetivo acercar a la gente al mundo submarino y sobre todo de los tiburones, que son unos animales muy incomprendidos y prejuzgados. Pensamos que es la mejor manera de transmitir este mensaje, con mi historia personal. Hicimos un viaje a tres sitios importantes para mí: Mallorca, Maldivas y México. En ellos hemos ido reviviendo aventuras e historias que han hecho que dedique mi vida, tanto personal como profesional, al mar y a los tiburones y poder ser su voz, porque ahora mismo no la tienen.
¿Cómo comenzó tu pasión por los tiburones?
La verdad, es que estoy enamorada del mar desde que tengo uso de razón. Mi padre me cuenta que me puso unas gafas y unas aletas por primera vez con tres o cuatro años, en Mallorca, y desde entonces nadie me las ha podido quitar. Siempre sentí una atracción incontrolable por el mar, me he sentido casi más de allí, que de aquí. A medida que crecí, quise hacer un curso de buceo, hasta que con 15 o 16 años me fui junto a mi madre de viaje a Maldivas. Una vez allí, la convencí para hacer juntas el curso y fue realmente bonito. En Maldivas, mi madre me decía que no me metiera en el agua porque había leído que había tiburones. La verdad es que antes del viaje había tenido pesadillas pensando en que íbamos a ver aguas superbonitas, donde había corales y peces que no había visto nunca, pero a la vez podía haber peligros. Me daba curiosidad y miedo al mismo tiempo. Al final conseguí bucear acompañada de un guía local y a los pocos minutos de entrar en el agua apareció un tiburón y fue, tal cual, amor a primera vista. Todo lo que esperaba sentir, que eran un montón de emociones negativas como miedo, estrés, inquietud… resultaron ser todo lo contrario. Sentí un montón de paz, una sensación de admiración por un animal que lleva en el planeta 400 millones de años y mi cabeza cambió.
¿Crees que el mundo del cine ha influido en la imagen negativa que tenemos del tiburón?
Claro, el mundo del cine sembró la semilla, pero también los medios de comunicación. Cada vez que hay un ataque de tiburón sale en todos los medios de comunicación, pero miles personas mueren al año por ataques de perro en el mundo y muy pocas de esas personas son noticia. Sin embargo, los tiburones matan a menos de 10 personas al año y todos ellos son noticia. Desde luego es un depredador y tiene el potencial de hacer daño, como todos los depredadores, pero siempre ha habido ese prejuicio mucho más magnificado de lo que es. Hay que entender que realmente no formamos parte de su dieta y es muy difícil que ataquen y cuando lo hacen, son accidentes.
¿Cómo debemos actuar si buceamos en una zona donde hay tiburones y nos encontramos con uno?
Lo primero es tener en cuenta que estamos entrando nosotros en su casa y no al revés. El ser humano tiende a pensar que todo lo pertenece y es más bien al revés. Nosotros le pertenecemos al planeta, al igual que los tiburones y cualquier otro ser vivo. Es importante no entrar con miedo, sino con respeto, y a observar como nos gustaría que nos observase alguien que entra en nuestra casa. Con cuidado y respeto.
Los escualos, como otros animales, tienen un lenguaje corporal bastante obvio. Suelen nadar tranquilos, con las aletas pectorales en ángulo de 90º. Cuando se alteran, por lo que sea, el cuerpo lo encorvan muchísimo, bajan las aletas pectorales, como si las plegaran en un ángulo de 45º, hacen movimientos muy rápidos… se nota que están alterados y no tiene que ser por nuestra presencia. Es muy importante el contacto visual, cambia muchísimo que un tiburón nos pase cerca sabiendo que le estamos viendo, que pensando que no le vemos. Siempre se va a tomar más libertad de acercarse a explorar si sabe que no le hemos detectado, algo que notan muchísimo. Tampoco hay que chapotear porque es algo que asimilan a ruido de comida. La verdad es que suena todo como si fuera a pasar algo malo, pero la realidad es que hay que mantener la calma y no pasa nada. Es muy raro que el tiburón venga hacia nosotros, suelen pasar por delante, pero no venir. Lo que no hay que hacer nunca es huir. Hay que luchar contra el instinto, porque si huimos estamos actuando como lo hacen sus presas. Sin embargo, si nos quedamos estáticos, o mejor aún, vamos nosotros hacia el tiburón, seguramente se asuste y cambie de rumbo. Lo mejor que podemos hacer: coger una cámara, grabarlo y disfrutarlo.
Hay destinos donde es posible meterse en una jaula y bucear para ver al gran tiburón blanco, una especie que, por otro lado, está protegida ¿qué opinas de esta experiencia?
Yo hice mi tesis y me especialicé en México, que es uno de esos lugares, donde se podía hacer la actividad de buceo con la jaula. Creo, al menos hasta la fecha, que ha sido una actividad más positiva que negativa, si se hace con buenas prácticas. Los tiburones se atraen a las jaulas con comida, pero no se les alimenta, solo se utiliza para atraerlos y tener una vista cercana. Es importante que haya distancia entre la comida y la jaula, para que el animal no se golpee. El tiburón blanco es un animal muy especial, no es más peligroso que los demás, tampoco tiene intención de comer personas, pero sí tiene un tamaño y una mordida bastante más grande que el resto de las especies y eso llama la atención. Lo positivo de esa interacción es que todas las personas que tienen la suerte de ver a ese increíble animal cambian su forma de pensar, empiezan a preocuparse por la especie, a amarla y a trasmitir la importancia de su conservación.
Las poblaciones de tiburones en el Mediterráneo están disminuyendo, con especies como la tintorera y el tiburón azul en peligro de extinción ¿crees que estamos a tiempo de revertir esta situación en nuestro mar?
Sí, estamos totalmente a tiempo, al 100%. Cuando tú le das al mar la capacidad de regenerarse es impresionante lo bien que lo puede llegar a hacer. Es cierto que el Mediterráneo es un mar muy pequeño y muy cerrado. Esto influye en la degradación costera, la sobrepesca, contaminación, calentamiento global… el estrecho de Gibraltar es una zona muy pequeña y con mucho esfuerzo pesquero y es una de las ‘puertas’ del Mediterráneo, que con esta sobrepesca está prácticamente cerrada, lo que no ayuda. Esta zona solía ser uno de los mares más biodiversos del mundo y ahora es todo lo contrario, es de los más sobreexplotados. La ausencia de depredadores nos corrobora esto y es una pena, porque el Mediterráneo solía tener también tiburón blanco y muchas más especies y ahora, por desgracia, es muy difícil verlas. Pero, si se protegen, yo siempre pienso que estamos a tiempo.
¿Crees que cuidar los océanos sigue siendo una asignatura pendiente?
Sin duda, es una asignatura pendiente y no solo eso, es una asignatura urgente. La gente no se da cuenta de, hasta qué punto, nuestra supervivencia depende de la del mar. Más allá de darnos experiencias increíbles, nos alimenta, regula el clima de todo el planeta, nos da el 50% del oxígeno que respiramos y, además, captura todo el exceso de dióxido de carbono. Estamos mucho más vinculados a lo que pasa ahí debajo de lo que pensamos.
Hace poco, de la mano de Tropicfeel, has estado en Filipinas descubriendo los secretos submarinos mejor guardados de este país. El próximo 13 de marzo formarás parte de la mesa redonda: Embracing Woman in Travel, organizada por la marca especializada en productos de viaje, donde hablaréis de esta experiencia. ¿Puedes adelantarnos algo?
Ha sido un viaje superespecial. Una de las maneras de poner en práctica esa protección de los fondos marinos es también durante los viajes, conociendo las aguas del resto del mundo. Creo que hace falta reajustar la idea de viaje que pueden tener algunas personas. El objetivo de Tropicfeel (shop.tropicfeel.com), una marca que nos está conquistando a todos los amantes de los viajes, en esta aventura en Filipinas era mostrar a la gente cómo se puede viajar de una forma más sostenible, que no genere impacto y teniendo como objetivo ir a los sitios para observarlos con respeto y querer que se mantengan como están. Cuidarlos y protegerlos.
Hemos conocido uno de los arrecifes más sanos que yo he visto nunca. Como oceanógrafa, me quedé impactada por el nivel de salud de Apo Reef, todos los corales estaban en su máximo esplendor, había una biomasa de peces espectacular, depredadores poquitos, pero había, y en general un ecosistema muy sano que sirve de ejemplo de lo que podríamos llegar a tener en muchos sitios del mundo si lo supiéramos proteger. Al final del viaje, la guinda del pastel, recorrimos una buena parte del país solo para ir a ver uno de los animales más raros que existen: el dugongo (cuando escribas el nombre probablemente mucha gente lo tendrá que buscar –me dice mientras ríe–). Es un animal muy difícil de ver, solo está en dos o tres sitios del mundo, herbívoro, come pasto marino, y se parece al manatí. Estar un ratito con él en el agua fue espectacular.
Cada vez más mujeres viajan solas o con otras mujeres, y tú, en esta experiencia con Tropicfeel, lo has hecho con influencers como Sofia Surfers, Julia Puig, By Hermoss y Carmen Llatas ¿es una experiencia que recomendarías?
Totalmente, cuando vives experiencias maravillosas y las compartes con tu gente es increíble, pero sola aprendes mucho. En este viaje a Filipinas, Tropicfell nos ha unido a mujeres que nos conocíamos un poquito con otras que no nos conocíamos de nada y eso ha sido un valor añadido del viaje. La marca busca empoderar a la mujer viajera y los viajes entre mujeres. Para mí, conectar con mujeres de otros ámbitos que yo admiro, cada una en su campo y aventureras todas, ha sido una manera de viajar muy chula.
Aprovechando la celebración del Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo, no quiero dejar pasar que me cuentes un poco cómo ves la situación de las mujeres en la ciencia hoy en día y cómo animarías a las jóvenes a formar parte de ella.
Yo me hice científica marina en una de las primeras generaciones que ya está viviendo la transición, por suerte, donde empezamos a ver más mujeres en el mar. Hasta hace poco era difícil imaginar mujeres dentro de este mundo y creo que somos muy necesarias. Que el mar también es para nosotras y que es importante que no nos paren. Como todas, en mi camino me he encontrado con situaciones desagradables, como cuando trabajaba sacando muestras de los corales blancos, en Vigo, que requería de una técnica que hay que aprender y, a veces, de fuerza. Algunos hombres, por supuesto sin ninguna mala intención, te decían que lo hacían ellos porque tú no tenías fuerza, aunque se requiere en realidad más maña que fuerza. Yo lo seguiré intentando y si lo intento cada día, y al final no puedo, pues igual ya pido ayuda, pero no voy a encasillarme en el no puedo y esto es una cosa de hombres. Son pequeñas cosillas que aún están presentes, porque hemos crecido con esas ideas.
Yo diría a todas las mujeres que se quieran dedicar al mar que, sin duda alguna, lo hagan. Que no se pongan ningún tipo de límite. Quien quiera ser capitana de barco, que lo sea, porque puede serlo. Y si quiere trabajar con tiburones, pues yo soy el ejemplo de que se puede.
Como buceadora ¿cuáles son los mejores sitios del mundo para bucear?
Para mí hay un lugar muy especial en México, las islas Revillagigedo, porque es donde desarrollé mis primeros estudios científicos con tiburones, aunque no hay arrecifes de colores allí. Sin embargo, en Filipinas hay una explosión de color difícil de imaginar hasta que no lo ves. Cada lugar tiene su encanto diferente.
Vamos a finalizar en Mallorca, donde vives. ¿Nos dices un rincón de tu tierra donde te gusta perderte?
Hay varios, lo que busco siempre es el punto más cercano al mar y me pongo a mirar hacia él. Es como volver a mi sitio de paz y hacer un reset en el mundo de vida tan ajetreado que llevamos, donde es fácil olvidar de dónde vienes, a dónde perteneces. Para mí, ponerme a mirar al mar en cualquier rincón de la isla me reconecta con ese gran ser vivo que somos todo el planeta y me ayuda a recordar que no nos pertenece, sino más bien al revés. Le pertenecemos.