En Vielha, la capital del Valle de Arán, hay una oferta gastronómica apabullante, exagerada para una población de menos de 4000 habitantes: ¡76 restaurantes! Apabullante por cantidad y por calidad. No hay lugares de comida rápida y encontrar un menú del día es como dar con una aguja de coser en un pajar de oro. En cambio, los espacios gourmet, los menús degustación y las exquisiteces carísimas abundan como los esquiadores cuando se pone el sol y bajan de Baqueira Beret con un hambre de lobos y una billetera abultada. Si eres uno de ellos, te sonarán estos sitios. Si no, toma nota.
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CAVIAR DEL RIO GARONA
Lugares donde se puede tomar caviar hay muchos en España. Lo que no hay tantos, quizá solo uno, son locales como el espacio gourmet de Caviar Nacarii (caviarnacarii.com) en Vielha, donde se degusta caviar de la casa, de proximidad, de kilómetro cero. O casi cero, porque las huevas en cuestión salen de una piscifactoría de Les, que está a solo 18 de Vielha, a orillas del río Garona. En ella se crían 25.000 esturiones siberianos, rusos y del Adriático –Acipenser baerii, gueldenstaedtii y nacarii, respectivamente– que cada año producen 800 kilos de este manjar. Lo suyo es visitar primero la piscifactoría y luego el espacio gourmet de Vielha, en Passeg dera Libertat, 13. Allí se alucina con el respetable peso que llegan a adquirir estos peces –hasta 65 kilos–, con lo que tardan en ser productivos –7 años–, con las atenciones que se les dispensan –hay que sexar a los 25.000 y hacerles periódicas ecografías a ellas– y con lo dóciles que son, pues se dejan manejar y acariciar por los cuidadores y los visitantes como si fueran gatitos. Permanecer fuera del agua tampoco les afecta mucho: de hecho, algunos ejemplares saltan fuera de ella por la noche y allí se quedan tan panchos varias horas, hasta que llega el primer trabajador de la piscifactoría y los devuelve a su elemento.
Después de ver y oír todo lo anterior, se vuelve a Vielha y se vuelve a alucinar con el precio al que se vende el caviar –hasta 3200 € el kilo, el de mayor calidad– y con el ritual que se sigue para degustarlo: se extiende con una cucharilla de nácar sobre el dorso de la mano, como la sal del tequila; se toma un sorbo de cava para preparar la boca y se succiona el oro negro con fruición, paladeándolo con un largo ¡uhmmm! que no dice nada y lo dice todo. Además del propio caviar y de todo lo necesario para tomarlo como Dios manda –cucharilla, caviarera, cava Bertha, vodka Beluga…–, en el espacio gourmet se vende la carne ahumada de los esturiones, que al masticarla parece algo a medio camino entre el emperador y el atún. Y se venden también otras delicatessen del valle, como las Coquetes Aran –unas galletitas fritas con azúcar y anís– o el Licor de Cassis de Mont. Este se ha de tomar muy frío, con hielo, y los que saben, aconsejan mezclarlo con granizado de limón. Habrá que hacerles caso.
GAMBAS DE PALAMÓS Y CHOCOLATE
Justo enfrente de Caviar Nacarii –en Passeg dera Libertat, 22– está Eth Bistro Gastro Espai (bistrovielha.es), un restaurante insólito, íntimo y curioso, cuyo producto estrella no es de kilómetro cero, sino de 400: la gamba de Palamós. Zamparse un arroz a la llauna con gambas de Palamós –o cualquiera de los platos que Albert Jubany elabora con este apreciadísimo crustáceo ampurdanés, del que este restaurante es el único embajador certificado en la provincia de Lleida–, en un comedor decorado con artísticas cabezas de ciervo y otros detalles montañeses de diseño, mientras fuera nieva, es un placer genial, sensual, paradojal. Comer eso mismo en un restaurante de la Costa Brava, mirando al mar, sería algo lógico, nada extraordinario. En Eth Bistro Gastro Espai hay un postre llamado 'Engánchate al chocolate', pero si eres adicto al cacao, mejor te reservarás porque, a 100 metros justos, en el mismo paseo, verás una chocolatería muy mona, La Goulue, donde venden toneladas de eso mismo al peso: chocolates con forma de hojas, de olivas, de pelotas de golf, de ostras, de langostas… Una langosta de chocolate es una locura se coma donde se coma, en el Pirineo leridano, en el Ampurdán o en el norte de Francia, de donde es el maestro chocolatero de La Goulue. El Passeg dera Libertat de Vielha no es un buen lugar para adelgazar. Ni para ahorrar.
BASTERET Y OTROS BARES DE PINCHOS RICOS
Para chuparse los dedos en Vielha sin arruinarse, hay que ir a los bares de pinchos de la calle Mayor y de la plaza de la Iglesia. O de Carrèr Major y Plaça dera Glèisa, como dicen y escriben los araneses. Si el mejor lugar es el que abarrotan los locales, no hay mejor barra que la de Basteret (Major, 6), codiciada entre ellos por sus croquetones de 100 gramos, su tartar de salmón y sus torreznos con tomate rosa. Al forastero, esto de barajar los torreznos sorianos con tomates de Barbastro le parece un disparate, hasta que pide un platillo, luego otro y después otro más para llevar. Basteret tiene una zona más relajada, para comer o cenar sentado cerca de la parrilla donde David Barrera asa con diestra mano chuletones de Angus, magrets de pato y otras carnes a la brasa. David tiene el trabajo más apetecible del mundo, aunque para él no lo sea tanto, porque no le gusta la carne. Aun así, le recomienda al que husmea que pruebe la picaña y acierta.
También se picotea con alegría en Eth Paèr (Major, 3), casi encima del río Nere (Negro en aranés), y en Tauèrna Urtau Vielha (Av. deth Pas d'Arró, 4), que tiene una buena barra de pinchos delante y espacio para sentarse cómodamente detrás, con vistas a la iglesia de Sant Miquèu. Merece la pena acercarse al templo para admirar la talla policromada del Cristo de Mijarán, del siglo XII, y los cien personajillos que decoran la portada. Varios de ellos están –Dios perdone al cantero– con el culo al aire. Hay incluso uno que está excretando una rana. Dónde la habrá comido... En Vielha, no.
CERVEZA ARTESANA, OSTRAS Y CALÇOTS
En el número 18 de la calle Mayor hay un bar distinto, cuyos parroquianos tienen un aire más juvenil, distendido, incluso alternativo. Se llama Refu, un nombre que cualquiera que haya conducido o esquiado en el Valle de Arán lo habrá visto escrito en mil pegatinas. En esta birrería artesana sirven platillos como los Nachos Guarros –topos de maíz con crema de alubia roja, carne desmigada de cerdo, queso chédar fundido, jalapeños, pico de gallo con salsa agria y sriracha– y hamburguesas como la Karaage Burger –de pollo rebozado japan style, salsa de mostaza de manzana del Valle de Arán, queso Irissa, tomate seco Encantaran y rúcula en pan de la casa–, maridados con pintas o medias pintas de cervezas Blode Ale, Brown Ale, Scotch Strong Ale, Session IPA, IPA, Imperial IPA, Best Bitter y English Stout, todas ellas fabricadas por el equipo de Refu en el pueblo aranés de Bossòst.
Los panes de las hamburguesas y los bocatas se elaboran con cereales derivados de la producción de las cervezas. ¿Puedo ir con animales a Refu?, es una pregunta frecuente a la que los propietarios responden en la web refuvielha.com: “Sí. Aceptamos todo tipo de animales en Refu si se saben comportar, están atados y bajo vigilancia de sus responsables. Si tienes un elefante y crees que va a comportarse, tráelo”. En cambio, un cartel pegado en la puerta prohíbe la entrada al local a cualquier político. Si la birrería Refu es demasiado radical para tu gusto, a 50 metros tienes el bar Era Gripia (Torre, 8), donde puedes acabar el día tomando ostras y cava, y más cerca aún, cruzando la calle, el restaurante All i Oli (Major, 11), donde lo harás comiendo calçots con guantes y babero, como los catalanes finos.