Todavía hay quien la sigue llamando la Estación del Norte, tal y como era conocida desde el siglo XIX aquella cabecera de línea que enlazaba Madrid con la frontera francesa a través del ferrocarril. Un edificio de corte modernista que aún conserva su majestuosa fachada, aunque tanto ha llovido que, claro, ha cambiado hasta su propio nombre. Hoy es la estación de Príncipe Pío, un nudo de comunicaciones (metro, trenes y autobuses) que a su vez es un gigantesco centro comercial que responde a los cánones del ocio con tiendas, restaurantes y cines de tecnología 3D. Por si fuera poco, a su espalda, el Teatro Caixabank Príncipe Pío es, más que una joya arquitectónica de hierro forjado, uno de los últimos hitos consagrados a la cultura.
El caso es que, por su historia, por su emplazamiento o por su nueva funcionalidad, todos en la capital conocen esta estación. Pero lo que no todos saben es que en torno a ella gira un barrio joven y vibrante, atravesado por grandes avenidas y agraciado por el frescor del río Manzanares y sus flamantes espacios verdes. Un barrio, además, céntrico y accesible (a un corto paseo de la Plaza de España) que tiene la gran virtud de latir a su propio ritmo.
GOYA, LA HUELLA DE UN ARTISTA UNIVERSAL
Este barrio, que se ha apropiado del nombre de Príncipe Pío, esconde un secreto a voces: la Real Ermita de San Antonio de la Florida, en la que no solo lucen unas magníficas bóvedas pintadas por Francisco de Goya en 1798 (son consideradas una de sus obras maestras) sino que también se exhibe la tumba del ilustre artista. Sí, el autor de Los fusilamientos y La maja desnuda está enterrado en este pequeño templo, que es un foco de atracción para los turistas del mundo.
Precisamente por ello, para preservar semejante tesoro sin interrumpir el culto, en 1928 se construyó, a su vera, una nueva ermita gemela y simétrica. Hoy ambas conforman un bello conjunto que exhibe, bajo los chopos, uno de los mejores ejemplos del neoclasicismo madrileño. Frente a ellas, para que no quede ninguna duda, se alza una escultura del pintor con su paleta y su pincel.
Pero Príncipe Pío es mucho más que Goya, cuyo retrato decora también algunos de los muros del barrio. Un entramado que a veces se extiende en largos bulevares flanqueados por altos edificios y otras veces se enmaraña en pequeñas callejuelas con casitas de dos plantas que le otorgan un aire de pueblo.
LOCALES CLÁSICOS Y ROMPEDORES
A este distrito se viene a pasear por la orilla del río y empaparse de sol desde uno de sus bancos, a apurar las compras de todo tipo en el mall de la estación y, sobre todo, a practicar ese arte tan de Madrid que es salir a tomar una caña… y acabar alcanzando la madrugada. Porque si algo no escasea en este lugar son, precisamente, los bares.
Empezando por Café del Rey (cafedelrey.es), que está de moda por su concepto rompedor. Porque es cierto que Aquí no hay playa, como decía una famosa canción, pero lo que sí hay es un beach club con todas las de la ley. Este local cuenta con una espectacular terraza con fina arena, que recrea el ambiente del Caribe con palmeras, plantas exóticas, tumbonas y tablas de surf. Y ello sin menospreciar su elaborada carta, con delicias tan apetecibles como las alcachofas fritas con miel de mandarina, polvo de kikos y jamón ibérico, o el tataki de vaca madurada con vinagreta oriental.
Menos moderno, pero igual de demandado, es el clásico por excelencia del barrio: el centenario Casa Mingo (casamingo.es), que se jacta de ser la decana de las sidrerías de Madrid y la reina absoluta de esta bebida, elaborada en sus instalaciones. Y aunque en su menú no faltan platos tan castizos como el cocido o los callos, nadie se va sin probar su especialidad: el pollo asado a fuego lento y siempre en el punto perfecto.
Las propuestas gastronómicas del barrio son de lo más variado, desde la creativa carta del Café del Rey a la sidrería Casa Mingo o las tentaciones gallegas de Casa Orzan.
DORMIR CON DIVERSIÓN
Otra buena opción para las cañas con tapas generosas (o bien para comer sentados) es El Urogallo (elurogallo.es), con una cocina de toda la vida y una terraza con ambientazo. A su lado, Orzan (Paseo de la Florida, 16) ofrece tentaciones de la gastronomía gallega, y a pocos pasos, Vinubar (Paseo de la Florida, 18) se distingue por sus tostas y ricos vinos.
Con tanto ajetreo de día y de noche, urge entregarse al descanso, para lo que no hay que abandonar el barrio. En Príncipe Pío reside el hotel ideal. Se llama The Social Hub Madrid (thesocialhub.co/es/madrid/) y, además de fabulosas habitaciones con vistas al Palacio Real (y otras más modestas y económicas, pero igual de confortables), es un coworking, un gimnasio 24 horas y una comunidad global.
Estudio, descanso, trabajo y diversión es el lema de este edificio, con un diseño colorido y desenfadado pensado para un público joven. Porque aquí no todo se reduce al alojamiento: también encontramos un alegre vestíbulo con mesas y sillas, un restaurante de comida ligera y, lo mejor, un rooftop en la cuarta planta con piscina y un programa semanal de conciertos. Que el ritmo no pare en esta zona de Madrid.