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Parque Natural Serra Gelada y la ciudad de Benidorm al fondo, Alicante© Richard Newton / Alamy Stock Photo

ALICANTE

Los rincones que no te esperas encontrar en Benidorm, por si vas al festival

La Nueva York del Mediterráneo vibra al ritmo del Benidorm Fest, pero alejándote un poco de sus rascacielos encontrarás la calma en estos otros lugares donde la música la pone el mar y la naturaleza. Píerdete por ellos.


30 de enero de 2025 - 13:01 CET

Toda la atención esta semana en la ciudad alicantina está puesta en el Palau d’Esports, donde se celebra el Benidorm Fest 2025, del que saldrá elegido el próximo representante de España en Eurovisión. Lachispa, Daniela Blasco, Lucas Bun y Kuve ya han conseguido su pase a la gran final del próximo sábado y sueñan con ganar el Micrófono de Bronce y viajar a la ciudad suiza de Basilea el próximo 17 de mayo; este jueves 30 de enero se conocerá el nombre de otros cuatro candidatos más.

Trofeo del Benidorm Fest y rascacielos de Benidorm, Alicante© Duncan Cuthbertson / Alamy Stock Photo

Si eres de los eurofans que han viajado a Benidorm para ver quién tomará el testigo del dúo Nebulossa ganando esta cuarta edición, entre gala y gala tienes mucho por hacer. Desde plantarte a ver los estilismos de los concursantes a las puertas del hotel Don Pancho a probar las creaciones gastronómicas de Tapafest, inspiradas en los artistas y elaboradas por 21 restaurantes de la ciudad; vibrar en la village zone en la plaza del Ayuntamiento o acercarte al mirador que rinde homenaje a los dos eventos que han puesto a la ciudad alicantina en el mapa musical: el desaparecido Festival de la Canción y al actual Benidorm Fest. Lo encontrarás al final del Paseo de Tamarindos, justo donde termina la playa de Poniente.

Ahora te proponemos alejarte un poco y descubrir la otra cara de la ciudad de los rascacielos, la más natural y tranquila, la que no te esperas. Toma aire y respira con vistas privilegiadas:

Montaña Puig Campana, Alicante© Alamy Stock Photo

PUIG CAMPANA

La segunda montaña más alta de la provincia de Alicante (después de la Aitana) queda muy cerca de Benidorm y tiene un perfil muy reconocible, al que hace alusión su nombre. Aunque la ascensión a la cima es algo exigente, compensa con impresionantes vistas de la ciudad alicantina, la costa y las montañas circundantes. ¡Hasta se alcanza a ver Ibiza en días despejados! Después de las 5 o 6 horas de caminata, puedes visitar el bonito pueblo de Finestrat, que está cerca de la base de la montaña, y pasear por su casco antiguo de calles estrechas y empedradas.

Mirador y la isla de Benidorm al fondo, Alicante© Olaf Speier / Alamy Stock Photo

LA ISLA DE BENIDORM

Desde el mirador del Castillo, que todo el mundo conoce como el Balcón del Mediterráneo y ubicado donde en el pasado se levantaba una fortaleza que separaba las dos grandes playas de Benidorm –Levante y Poniente–, se distingue, a 3 o 4 kilómetros de la costa, esta pequeña isla para explorar de poco más de un kilómetro de largo y 800 metros en su lado más ancho que tiene su propia leyenda. Cuentan que la isla se formó en una sola noche debido a la enorme tristeza de una joven princesa llamada Elvira que se enamoró perdidamente de un valiente pescador del pueblo desafiando a su padre, el rey, que quería casarla con un príncipe de un lejano reino. Tragados por las olas del Mediterráneo, los dioses los transformaron en la isla, condenados a estar juntos para siempre.

No es leyenda, sino realidad, lo que, a pesar de su tamaño, esconde la isla: caminos y senderos con vistas espectaculares para hacer senderismo, varias playas y una rica vida marina para descubrir buceando. Del puerto salen los barcos que operan excursiones a la isla, un trayecto de unos 45 minutos, que pueden incluir actividades en ella o comidas a bordo. 

Caminos de Serra Gelada, Alicante© Shutterstock

SERRA GELADA

Al lado mismo de Benidorm, más alta que sus rascacielos, se alza Sierra Helada –en valenciano, Serra Gelada–, un parque natural con 6 kilómetros de costa virgen que se extiende hasta Alfaz del Pi, con acantilados que alcanzan 300 metros de altura que regalan vistas de infarto, cuevas, dunas fosilizadas y senderos entre el mar y la montaña donde podrás hacer numerosas rutas por su abrupta naturaleza. Cortita es la que lleva hasta la Punta del Cavall (2 kilómetros) y tiene como meta final la torre de les Caletes, uno de las que mandó levantar Felipe II para evitar los ataques de piratas berberiscos.

Cala Tio Ximo, Benidorm, Alicante© NATUREWORLD / Alamy Stock Photo

CALAS ESCONDIDAS

Tal vez en enero no se vaya en busca de las playas, pero sí de la paz de estar junto al mar. Las calas de la Serra Gelada invitan a ello. Son pequeñas y algunas poco accesibles, pero muy especiales, pues se esconden en el entorno rocoso. En la de la Almadrava, 60 metros de fina arena cerca del final de la playa de Levante, en otro tiempo se practicaba la pesca tradicional. La del Tio Ximo (en la imagen) es más pequeña, de cantos rodados y arena. Rodeada de naturaleza está cala Fonda; y más apartada, cala de les Creus, a la que solo se puede llegar en barco. Bajo sus aguas transparentes y tranquilas, rocas y praderas de posidonia para hacer snorkel y el buceo entre anémonas, crustáceos y pececillos de colores.

La Cruz de Benidorm, Alicante© Leighton Collins / Alamy Stock Photo

LA CRUZ DE BENIDORM

En el paseo marítimo arranca el empinado camino de 5 kilómetros que asciende por la montaña hacia esta cruz de 7 metros, puerta de entrada al Parque Natural de Serra Gelada. El recorrido a pie te llevará entre 30 y 45 minutos, aunque también puedes hacerlo en coche hasta el pequeño aparcamiento situado en la cima. Te impresionará tanto contemplar de día la panorámica del skyline de Benidorm y la costa según se va ganando altura como al anochecer, cuando la cruz se ilumina y las luces de los rascacielos brillan en la oscuridad.

Faro de Albir en un promontorio de la Serra Gelada, entre Benidorm y Altea, Alicante© Zoonar GmbH / Alamy Stock Photo

EL FARO DE ALBIR

Desde la Cruz de Benidorm parte una ruta señalizada de 6 kilómetros (ida y vuelta) para hacer a pie o en bicicleta que conduce a este faro blanco de 1863, aun en funcionamiento, situado en un extremo del Parque Natural de Serra Gelada. Su estampa solitaria, dominando el mar sobre los rocosos y afilados barrancos de la costa, sorprende tanto como las antiguas minas de ocre que se encuentran en el camino, de las que se extraía antiguamente este material para usarlo como colorante. En invierno se puede visitar por las mañanas, pues acoge un pequeño museo. Justo al lado del faro hay una torre histórica, más antigua que él, desde la que se vigilaba las invasiones piratas.

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