Destila la placidez de las zonas residenciales, pero al mismo tiempo goza de la atmósfera vibrante del centro. Es tranquilo, pero no aburrido; dinámico, pero no bullicioso. Boavista es el rostro posmoderno de Oporto. Un barrio en movimiento que tiene en la vanguardia urbana su razón de ser, pero sin perder de vista el sabor portugués.
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Atravesado por la avenida del mismo nombre, la más larga de la ciudad, este distrito comenzó su desarrollo en la década de los 60, cuando se levantó, majestuoso, el Puente de Arrábida para salvar la brecha del Douro, justo antes de verter sus aguas en el océano. Hoy sus calles son una amalgama de ocio, negocio y comercio, que se alejan de los reclamos más turísticos y animan a bajar el ritmo para pasear sin urgencia.
EDIFICIOS ROMPEDORES
Elegante y cosmopolita, Boavista tiene el honor de exhibir una obra maestra de la arquitectura contemporánea: la Casa da Música, el edificio futurista de Rem Koolhaas, que es la sede de la Orquesta Nacional. Una ultramoderna mole que no solo revolucionó los conciertos (su acústica, según los expertos, resulta inmejorable) sino que, además, supuso un hito del diseño minimalista: su forma de polígono irregular dentro de una plaza de mármol rosa, consigue que la perspectiva se distorsione en un efecto extraordinario.
Pero más allá de la virguería del osado arquitecto holandés, este barrio recoge la huella de pesos pesados del diseño portuense, agraciados también con el premio Pritzker. Es el caso de Álvaro Siza, con sus bloques de oficinas y viviendas en la Avenida Boavista y, más alejado de esta zona, las Piscinas das Mares de Matosinhos. Y es el caso de Eduardo Souto de Moura, que reformó la estación de metro de Casa da Música, entre otros proyectos públicos.
MILES DE FLORES
Otro punto de interés para alcanzar en un paseo apacible, mientras se emprende el camino hacia el Atlántico y se deja atrás la Ribeira y su dédado de calles arrebujadas, es la sinagoga Kadoorie, la más mayor de la península ibérica, en cuyo interior no faltan los azulejos que son la seña de identidad de Portugal. A su lado, el cementerio de Agramonte resulta muy atractivo, especialmente en primavera, cuando luce todo florecido de magnolias y de camelias.
Aunque para ver flores hermosas, además de otra vegetación, está el Jardín Botánico, que queda muy cerquita también. Un rompecabezas de jardines y lagos, revestido de un aire romántico, que supone toda una bocanada de belleza, aire puro y frescor.
¡AL MERCADO!... O AL RESTAURANTE
No podía faltar en este barrio (como en ningún otro barrio moderno que se precie) el colorido mercado Bom Sucesso, donde además de carne, pescado, marisco, frutas, verduras y flores, hay un espacio gastronómico al que se viene a probar de todo: desde sushi recién hecho hasta tapas de tortilla española o vino espumoso francés. Y si de lo que se trata es de hacer (o hacerse) un regalo comestible, hay que ir a Sabores e Tradiçao, donde se vende todo tipo de delicias portuguesas.
Claro que siempre habrá quien prefiera comer a mesa y mantel. Y en Boavista la verdad es que lo tendrá fácil. Además de magníficos cafés como Apartamento (rúa de Cedofeita, 607), para buenos brunchs con rico café, o Boémia (boemiacafeporto.eatbu.com), con exquisitos croassanes, hay toda una lista de restaurantes que no solo son bonitos espacios con la decoración cuidada sino también grandes (aunque sencillos) templos culinarios.
Casa Agricola (Bom Sucesso, 347) es ideal para atreverse con una cataplana de rape (todo un clásico portugués), mientras que Em Carne Viva (emcarneviva.pt) ofrece, pese a su nombre, creativas versiones vegetarianas y veganas con las que reinterpretan hamburguesas, hot dogs y hasta la famosa francesinha, el hipercalórico plato cien por cien portuense que se presenta como una montaña de pan, carne, fiambre, queso fundido y salsa picante.
COMPRAR Y DORMIR
Así, con el estómago lleno, lo mejor es quemar calorías caminando en busca de nuevas sorpresas. Como las irresistibles boutiques que aparecen a cada paso y que son pura tentación. Hay un buen puñado, pero ninguna tan especial como la de Nuno Baltazar (nunobaltazar.com), que es el rey absoluto de la moda independiente portuguesa.
Ya de noche, tal vez después de tomar una copa en el Bar de la Casa da Musica, que está en azotea del edificio, lo suyo será entregarse al descanso en el magnífico Palacete Severo (palacetesevero.com), muy cerca del auditorio, con agradables habitaciones y una relajante piscina interior. En sus estancias, decoradas con esmero, no falta un solo detalle para trasladarnos al antiguo esplendor de esta urbe en un barrio consagrado a la modernidad.