No era raro que los alojados en las encantadoras casitas de campo del concejo escocés de Aberdeenhire, donde se encuentra el castillo de Balmoral, se encontraran con la reina Isabel un día de verano cualquiera, al final y al cabo era su residencia estival favorita. En ella vivió algunos de sus momentos más felices (también otros amargos) y en ella falleció a los 96 años tras 70 años de reinado.
Hasta entonces, los curiosos que se acercaban a Balmoral solo podían pasear por sus jardines y admirar el exterior de la construcción, enclavada en las Highlands escocesas, a 10 kilómetros del pueblo de Braemar, pues su interior era un lugar privado reservado a los miembros de la familia real. Con la intención de acercar la monarquía al público y enriquecer la experiencia de los visitantes al castillo, el pasado verano, Carlos III decidió abrió su interior a las visitas para que pudiera recorrer sus nobles estancias y conocer la historia de este lugar tan significativo para los Windsor. Una historia que comienza en 1852, cuando la propiedad fue adquirida por el príncipe Alberto para su esposa, la reina Victoria, y continúa en el día de hoy, pues es tradición que la familia de Gales pase algunos días de vacaciones al año.
Tras el éxito de su apertura en 2024, el castillo de Balmoral volverá a recibir visitas este año. Será en los meses de julio y agosto y las entradas ya están disponibles para su reserva en la página web (balmoralcastle.com). El precio es de 110 libras (131 €) y por 170 libras más (203 €) se puede disfrutar de un exclusivo té de la tarde y sentirse como un miembro más de la realeza. El menú incluye delicias saladas elaboradas con productos de origen local, entre las que se encuentran rollitos de salchicha de venado de Balmoral Estate, tartaletas de salmón ahumado y manzana y sándwiches variados –de pepino, queso crema y trufa negra; de jamón ahumado y mayonesa con mostaza, de pollo ahumado y lechuga–. Y otras dulces: bavaroise de maracuyá, canele de caramelo salado con chocolate, macarons de frambuesa, scone y tarta de fresas y crema chantilly.
El recorrido guiado por el interior del castillo permite ver una selección de estancias utilizadas en la actualidad por la familia real que anteriormente eran de acceso exclusivo, entre estas se encuentran el pasillo rojo, el vestíbulo de los pajes (actualmente el despacho de Carlos III) o el salón donde se tomó la última fotografía pública de la reina Isabel II antes de morir.
Si la visita no coincide en la época estival, desde este mismo 24 de enero, todos los fines de semana (hasta el 23 de marzo) y, de abril a agosto, de lunes a domingo –hasta que el rey Carlos y la reina Camila lleguen para establecer su residencia de verano–, se puede dar un relajado paseo por los jardines de la finca, admirar la grandiosa arquitectura del castillo, comprar algún recuerdo en la tienda de regalos o comer en su restaurante recién renovado, que ofrece una experiencia culinaria basada en los productos locales y sostenibles de la finca y la región de Cairngorms.
Será a partir del 1 de abril cuando se abra también el Salón de Baile del castillo, que acogerá una exposición sobre la historia de los jardines en los últimos 170 años, y tengan lugar otros eventos, como la (26 y 27 de abril), proyecciones de clásicos del cine en los jardines (julio y agosto) y días familiares con actividades diseñadas para grandes y pequeños.
Si el castillo de Balmoral fue un regalo de amor del rey Alberto a su esposa, los jardines que lo rodean son el fruto de la pasión por la naturaleza de la realeza británica durante generaciones. Son 50.000 hectáreas de terreno alimentadas por las aguas del río Dee en las que hay jardines con parterres con flores de temporada, zonas de césped perfectamente cortado y setos de formas geométricas, invernaderos que albergan plantas exóticas y tropicales, bosques de pinos y abedules, senderos para caminatas y zonas de huerta y frutales, donde se cultivan frutas y verduras que se utilizan para el consumo en la residencia real.
Como novedad este año, los visitantes del castillo también tendrán la oportunidad de descubrir los cambios que Carlos III –gran apasionado de la jardinería y comprometido con la sostenibilidad– ha realizado en los jardines, que se hace evidente en las decoraciones estacionales, en el laberinto de cardos de South Gardens, el jardín-laberinto celta y en las nuevas plantaciones de árboles, arbustos y topiarios, como señalan en su página web. “Como reza la inscripción sobre la puerta del invernadero construido para celebrar el Jubileo de Oro de la reina Isabel II, que el monarca planea utilizar para exhibiciones florales temáticas: “Uno está más cerca del corazón de Dios en un jardín que en cualquier otro lugar de la Tierra”.