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Villa Pamphili, Roma© nicola fusco / Alamy Stock Photo

ITALIA

Los lugares desconocidos que los Reyes están descubriendo en su visita a Roma y Nápoles

Felipe VI y Doña Letizia concluyen hoy un viaje de Estado de tres días que los ha llevado de nuevo a Italia, a dos ciudades imprescindibles de belleza infinita a las que regresamos siguiendo sus pasos.


Actualizado 12 de diciembre de 2024 - 8:45 CET

El viaje que han iniciado el martes 10 de diciembre Don Felipe y Doña Letizia a Italia es el segundo de los que realizan a este país de manera oficial –el anterior fue en noviembre de 2014, pocos meses después de ascender al trono– y el último de los viajes de Estado de este 2024, antes de las esperadas fiestas navideñas, en las que se reencontrarán con sus hijas, la princesa Leonor y la infanta Sofía

Tres días que los han llevado a visitar Roma y Nápoles, donde los Reyes están teniendo una intensa agenda, con encuentros de carácter institucional, una cena de gala en su honor, el discurso de Felipe VI en la Cámara de los Diputados y su investidura como doctor honoris causa por la Universidad Federico II, entre otros actos. “Un viaje que se basa en la reciprocidad y continuidad de las buenas relaciones que tenemos ambos países”, señalan desde el Ministerio de Asuntos Exteriores.

Los reyes Felipe y Letizia en el Palacio Real de Madrid en noviembre de 2021 durante la cena de Estado en honor a Sergio Mattarella y su hija Laura© GTRES
Los reyes Felipe y Letizia en el Palacio Real de Madrid en noviembre de 2021 durante la cena de Estado en honor a Sergio Mattarella y su hija Laura

La visita de los monarcas tiene lugar solo unos días antes de que Roma abra oficialmente, el próximo 24 de diciembre, la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, con la que dará comienzo el Jubileo 2025, una cita que atraerá aún más a millones de turistas a la capital italiana y una oportunidad más para descubrir lugares como los que recibirán a los Reyes: el Palacio del Quirinal y Villa Pamphili, además del Teatro San Carlos de Nápoles.

Palacio del Quirinale, Roma© Vito Arcomano / Alamy Stock Photo

PALACIO DEL QUIRINAL

Las mejores vistas de la ciudad las regala la más alta de las siete colinas de Roma, la que da nombre a la plaza que preside el magnífico palacio donde el presidente de la República de Italia tiene su residencia y se ha celebrado la recepción y la cena de gala que Sergio Mattarella ha ofrecido a los monarcas. Levantado como villa papal de recreo, es uno de los palacios más grandes del mundo, con más de 1200 habitaciones y cuatro hectáreas de jardines y además de sede del poder político es un museo con importantes obras de arte –tapices, pinturas, esculturas, relojes, muebles…– que se puede visitar de forma gratuita, solo hay que reservar entrada (2,50 €). Existen tres itinerarios de alrededor de una hora y media de duración cada uno que recorren sus salas de la planta baja y noble, el patio de honor y los apartamentos imperiales: el itinerario artístico-institucional, otro temático centrado en su colección de porcelana, jardines y carruajes, y el tercero con el foco puesto en las obras y objetos de diseño contemporáneo.

Casino del Bel Respiro, Doria Pamphili, Roma© Hemis / Alamy Stock Photo
Casino de Bel Respiro, en uno de los parques más bonitos de Roma.

LA OCTAVA COLINA DEL GIANICOLO

El Gianicolo no forma parte de las 7 famosas colinas de Roma, pero hay que subir por sus cuestas, para admirar las vistas y disfrutar de su entorno natural. Arranca en el Trastevere y esconde tesoros como el Tempietto de Bramante, la Real Academia de España –fundada durante el reinado de Alfonso XII y donde Felipe VI y la Reina Letizia se han reunido con la Asociación de Hispanistas Italianos– y con una terraza que es otro mirador privilegiado de la ciudad–, el monumento a Garibaldi y villas idílicas como Corsini, con un gran jardín botánico, o el palacio Pamphili. Es una delicia ascender estas cuestas atiborradas de mansiones y recordar otro famoso paseo cinematográfrico en Vespa, el de Nanni Moretti en Caro Diario.

Tempietto de Bramante, San Pietro in Montorio, Roma© Susana Guzman / Alamy Stock Photo
Tempietto de Bramante.

VILLA PAMPHILLI

Es en este lugar en el que los Reyes han tenido un encuentro con la presidenta del Consejo de Ministros italiano, Georgia Meloni, un desconocido para la gran mayoría de los que visitan la ciudad, porque, junto con Villa Borghese, es uno de los parques más bonitos de la capital italiana y también uno de los más grandes, tras el de la Appia Antica, con 180 hectáreas de superficie.

¿Cómo descubrir Villa Pamphilli?

A las 7 de la mañana se abren las puertas de este gran espacio verde romano situado justo fuera de las murallas, en el barrio Gianicolense. Con cuatro entradas principales –Via Aurelia Antica, Via San Pancrazio, Via Leone XIII y Largo Casale Vigna Vecchia– está lleno de lugares para descubrir, empezando por el Casino del Bel Respiro, al que han acudido Don Felipe y Doña Letizia, pues es sede de la Presidencia del Consejo de Estado. Un precioso edificio construido por el príncipe Camillo Pamphili en 1644 para exponer su colección de estatuas antiguas y diseñado por el escultor Alessandro Algardi para hacer alarde del poderío de la familia Pamphili.

Galería de los Espejos del Palacio Doria, Roma © MB_Photo / Alamy Stock Photo
Galería de los Espejos del Palacio Doria.

Frisos, relieves, estucos y estatuas decoran las fachadas de la villa barroca, con un interior de inspiración palladiana, dos galerías y diferentes salones, y un jardín secreto que Algardi transformó en una joya de la arquitectura paisajística. En él se ven setos cortados con formas variadas, símbolos, heráldicos, plantas exóticas, flores y una fuente dedicada a Venus entre los que paseaban nobles y prelados, como residencia que fue antes de acoger las visitas de jefes de estado y de gobierno. Entre sus curiosidades, el túnel de 1,5 kilómetros que conecta el Casino con el Vaticano.

El Casino de Bel Respiro es solo uno de los lugares que no te puedes perder en Villa Pamphili, un lugar para escapar del ajetreo de la ciudad, porque también se puede conocer la Valle dei Daini, la que fuera antigua reserva de caza de la familia Pamphili; el lago del Belvedere, rodeado de preciosos senderos y miradores, o las innumerables fuentes de este espacio verde: la del Mascherone, la fontana di Venere, la del Giglio, Cupido o la delle Lumache, construida por Bernini para adornar la plaza Navona pero que no resultó del gusto del papa Inocencio X.

Fuente de Villa Doria Pamphili, en la colina Gianicolo, Roma. hill.© Valerio Mei / Alamy Stock Photo

No acaban aquí los reclamos de Villa Pamphili. Cerca del acueducto Trajano está la Villa Vecchia, transformada en un museo abierto bajo petición; también con horario muy restringido, la última de las construcciones, la capilla familiar Doria Pamphili, de estilo neogótico. Y más accesible, el palacete de Villa Corsini, convertido en una biblioteca y espacio para exposiciones.

Cerca de la entrada de la puerta San Pancrazio está el Arco de los Cuatro Vientos y dos jardines que no hay que perderse: el del teatro, llamado así por la gran exedra destinada a representaciones teatrales y musicales al aire libre, y una gruta, y el jardín de los Invernaderos.

Teatro San Carlo, Nápoles
El teatro San Carlo es uno de los más antiguos del mundo.

TEATRO SAN CARLO, NÁPOLES

Y de Roma a Nápoles para descubrir una de las joyas arquitectónicas de esta ciudad sureña y canalla, el que fuera uno de los teatros más importantes y antiguos del mundo, inaugurado por Carlos III en 1737, y donde tendrá lugar la ceremonia de investidura como doctor honoris causa de la Universidad Federico II del Rey. Aunque los tiempos actuales no hacen justicia a su gloriosa historia, es uno de los más antiguos del continente (más que la Scala de Milán y La Fenice de Venecia) y durante muchos años colocó a Nápoles como la capital de la música europea. Merece la pena visitarlo; su exquisita sonoridad, su esmerada y suntuosa decoración nos trasladan con la imaginación a esas memorables noches de estreno en las que un Verdi o un Rossini asistían expectantes a la reacción del exigente público napolitano.

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