Hace mucho que en los pueblos de la sierra madrileña no nieva a porrillo. La última gran nevada que cayó sobre ellos fue en enero de 1996. ¿Pero quién necesita nieve cuando las calles de Navacerrada se llenan de copos luminosos y caritas de felicidad? ¿Que no hace 10 bajo cero? Pues lo celebramos igual, tomándonos un helado en un coche clásico descapotable. No es negacionismo climático. Es navideñismo serrano.
1. ATASCO DE LUCES Y COCHES CLÁSICOS
No son los 11 millones de luces de Vigo, vale, pero tres operarios municipales se tiran 20 días instalando leds para que, a partir del 6 de diciembre, brillen como la luna llena la plaza del Dr. Gereda y el paseo de los Españoles, donde están la mayoría de los bares y comercios, que también decoran e iluminan lo suyo. Hay un árbol de Navidad y un muñeco de nieve luminosos y también un Dos Caballos que parece cubierto de polvo de estrellas, como si viniera de una galaxia muy, muy lejana. Ideal para hacerse una foto al volante, con el abrigo de piel de Chewbacca. Aunque para coches deslumbrantes, los 80 clásicos que se concentrarán en la plaza del Dr. Gereda el 5 de enero, como todos los primeros domingos de mes: jaguars, mercedes, porsches… Los dueños los tunean con adornos navideños y ha habido años en que han transportado a los Reyes Magos durante la cabalgata local. Mucho mejor que ir a caballo o en camello, dónde va a parar.
2. EL TRINEO DE PAPÁ NOEL
Otro coche molón es el que aparca en Navidad delante del restaurante El Portillón (Paseo de los Españoles, 5): un trineo rojo tirado por un reno luminoso, con un buzón que dice “Directo al Polo Norte”. Todos quieren fotografiarse subidos a este Ferrari de Papá Noel. Aunque es dentro del restaurante –también profusamente iluminado y adornado en estas fechas–, donde mejor se está, zampándose un corderito asado en horno de leña.
3. CASETAS NAVIDEÑAS Y MERCADILLO ARTESANAL
Hace 30 años, hubiera sido impensable montar en Navacerrada unas casetas navideñas al aire libre, con las nevadas de dos metros que caían. Este año habrá diez casetas en el paseo de los Españoles, a las que los visitantes podrán acercarse sin necesidad de crampones para comer castañas asadas, tomar un chocolate del tiempo –o sea, caliente– o saborear el cariño de un caldo solidario. Para comprar adornos navideños y regalos de última hora, ahí al lado, en la Casa de Cultura, estará el mercadillo artesanal, con otros diez puestos. Mucha atención a lo que imagina y vende Poupee Collar Miniaturas: monísimas librerías liliputienses, llenas de novelas de Harry Potter, tarros de pociones mágicas y sombreros parlantes, todo de madera y a escala 1:50. El Rincón de Puerto By Andrea hace pulseras de abalorios de cristal Miyuki. Jose Ángel Jorge, cerámica de gres. EnplatArtes Artesanía, menaje de cristal. Esperanza de la Cruz, cualquier cosa de ganchillo, hasta las bolas del árbol de Navidad. Tampoco está lejos –nada lo está en Navacerrada–, Chamota (Avenida de Madrid, 28), una tienda de regalos, decoración y accesorios que es la más cuca del pueblo. ¡Y eso que antiguamente era una vaquería!
4. NO ES SUIZA: ES LA RACLETTE
Por fuera, el restaurante La Raclette (Travesía de las Huertas, 6) parece un chalé suizo. Por dentro, también: esquíes de madera, piolets y raquetas de nieve antediluvianas, mucho adorno navideño y, para comer, queso suizo para fundir con patatas asadas y charcutería: una raclette de toda la vida, vaya. Los más puristas pueden usar en la mesa, encargándolo previamente, el aparato de raclette tradicional. De segundo, carne a la piedra: de lomo de buey, solomillo, solomillo de ciervo o wagyu. ¿Y de postre? Mejor nada, no por ahorrar, que no es un lugar caro, sino porque nos espera el chocolate con picatostes de Félix El Segoviano. Y también por respirar, porque La Raclette suele estar a tope –hay que reservar–.
5. DE POSTRE, CHOCOLATE CON PICATOSTES
En la sierra madrileña, el récord lo ostenta la cafetería del hotel Miranda & Suizo de San Lorenzo de El Escorial: ¡sirve 28.000 chocolates con picatostes al año! La fama, sin embargo, la tiene Félix El Segoviano (Paseo de los Españoles, 9), el restaurante más antiguo de Navacerrada. Solo hay que ver las paredes alicatadas con fotos dedicadas de todos los que han pasado por aquí desde 1957: El Fary, Martes y Trece, Las Virtudes, Jesús Gil, Rafaela Carrá, Raúl Sender, Rocío Jurado, Lina Morgan, Luis García-Berlanga… El chocolate lo hacían antes con leche recién ordeñada y ahora con la más entera que haya. Y los picatostes, con un pan especial y con una receta de la que no sueltan prenda. A los picatostémanos del pueblo les gustan así: gorditos, suculentos, tipo torrija. “Los de San Lorenzo de El Escorial son como churros”, dicen arrugando el morro.
6. ¡COMER HELADO EN LA SIERRA EN PLENO INVIERNO!
“¿Vas a hacer helados en la sierra todo el año? ¿Estás loco?”, le dijeron a Juan Antonio Sopedra cuando abrió en 2023 la heladería y pastelería artesana Maliciossa (Avenida de Madrid, 22). Y la locura es la mucha gente que viene ahora en invierno a comprar el Maliciossa Tramontana –nata, dulce de leche y galleta Oreo– y el 2.227 Maliciossa –chocolate, coco y un ingrediente secreto–. Para los que siguen pensando que en Navidad es pecado tomar cosas frías, hay Malicias, que son unas medialunas –la versión argentina del cruasán– que se sirven con un vaso de chocolate caliente: una merienda perfecta para tomar en cualquier rincón animado del pueblo. Dos novedades para estas navidades son el turrón artesano y el mini roscón con chocolate caliente, también para llevar.
7. CONCURSO DE JERSÉIS FEOS
Reconozcámoslo: las fiestas navideñas, muy originales, no son. Tampoco es que el concurso de jerséis feos que organiza el Ayuntamiento de Navacerrada sea el colmo de la novedad, sino la enésima variante del The Ugly Christmas Sweater Party que lleva celebrándose en el mundo anglosajón desde 2001. Pero es la oportunidad de rescatar ese jersey que estaba vergonzosamente escondido en el trastero de nuestros padres casi desde cuando Paquito Fernández Ochoa ganó en Sapporo. El domingo 29 de diciembre, a las 12.15, en la plaza del Dr. Gereda, podremos socializar con él con absoluta dignidad, como hacía Colin Firth con su ridículo suéter con un reno de nariz colorada en El diario de Bridget Jones. Sin embargo, para participar en la Carrera de San Silvestre –el martes 31 de diciembre, a las 10.00, en el paseo de los Españoles–, el jersey no es una prenda muy técnica que digamos, no sirve. Más eventos organizados por el Ayuntamiento –conciertos, cuentacuentos, pre-uvas, talleres …– (aytonavacerrada.org).
8. CENA DE LUJO EN CARANDE
Carande es un pueblo de la montaña leonesa al que cuesta encontrar con Google porque casi todos los resultados llevan a otro pueblo de montaña, Navacerrada, donde está el restaurante Carande (restaurantecarande.com), de Carlos Carande, un joven chef madrileño que ha pasado en la sierra de Guadarrama buena parte de su vida y a la que volvió, después de trabajar en Zuberoa (San Sebastián) con Hilario Arbelaitz, para abrir en 2021 su propio negocio, un lugar delicado, refinado y delicioso a más no poder. El menú degustación largo, que es lo mejor de lo mejor, incluye lienzo de alistados, salsa de sus cabezas, curry verde tailandés, jalea de lima y caviar Oscietra; solomillo de apionabo, salsa tostada de sus pieles y jalea de pera; raviolis de cigala, su bisque con lemongrass y aire de sus cabezas; pichón de Bresse asado, endivia roja braseada y su salsa; y otros nueve pases más. Muy de kilómetro cero no es. Ni muy barato: 130 euros.
9. DORMIR EN ‘LA HABITACIÓN DE AL LADO’
Otro lugar donde se cena de lujo es en el hotel Box Art Alpino (alpino.boxarthotel.com), que abrió sus puertas en 2022 y ocupa un flamante chalé de arquitectura minimalista rodeado de cedros y pinos. Antes de ingerir nada, hay que recorrer el hotel como quien visita un museo. Gracias a un acuerdo con la galería madrileña Materna & Herencia, aquí exponen y venden sus trabajos artistas como Federico Echevarría, Maru Oriol o Jacobo Pérez-Enciso. Las obras cambian cada cuatro meses, como las estaciones. Ahora pueden admirarse 34 pinturas y esculturas del primero. Ángel García, co-propietario –junto con su mujer Pilar Guillén– y también artista, muestra con comprensible orgullo un cuadro suyo que ha aparecido en la última película de Almodóvar, La habitación de al lado, porque éste ha sido uno de los lugares elegidos por el director manchego para rodarla. Para cenar en Cedro, que así se llama el restaurante, nos recomienda el bogavante al Jerez con papas aliñás, la croqueta de sepia de Palamós, la picaña de wagyu ahumada y la cuajada pasiega con bizcocho y leche de cabra. Y si es alguna noche navideña señalada, aprovechar los packs que incluyen una cena muy especial para dos personas y alojamiento con desayuno gourmet desde 645 euros. Después, rápido a la cama, que mañana hay que subir al puerto para hacer lo que a continuación se dirá.
10. UN IGLÚ EN LAS ALTURAS
Puede que en el pueblo de Navacerrada no nieve apenas –no como antaño– en todo el invierno, pero donde sí lo hace bastante, seguro, es en el puerto, a 1.810 metros de altura. Allí los guías de Amadablam Aventura (amadablamaventura.es) acompañan a quien quiera dar un paseo de cuatro horas con raquetas de nieve por el Camino Schmid y contemplar desde lo alto de Siete Picos el mar de nubes que estas fechas suele formarse sobre la llanura madrileña. Es una ruta sencilla y barata –28 euros–, solo para mayores de 10 años. ¿Y para los más peques, que son los reyes de la Navidad? Para ellos hay una ruta con raquetas de nieve de solo tres kilómetros por la zona de los Tres Cogorros, donde se les enseña a construir un iglú. Solo cuesta 22 euros. Todo un regalo.