Dos años después de un suceso muy perturbador, Álex, un músico y compositor en crisis, trata de recuperar su inspiración como pianista retirándose al pequeño pueblo costero de Tremor para terminar su última obra. Allí los únicos vecinos en kilómetros a la redonda son el matrimonio que vive en la casa de al lado. Una noche, un grave accidente durante una tormenta trastoca su mundo, le alcanza un rayo y empieza a tener inquietantes visiones acerca de su futuro y a sentir que una terrible amenaza acecha a sus seres queridos. Es la trama de la nueva serie española de Netflix que protagonizan Javier Rey y Ana Polvorosa y ya se ha convertido en uno de los éxitos de la plataforma.
El rodaje de este thriller psicológico de ocho capítulos dirigido por Oriol Paulo ha tenido lugar en Puerto de Vega, en el concejo de Navia, y distintas zonas de la costa occidental asturiana, donde los actores pasaron un mes y medio “felices”. Así se lo contaba Ana Polvorosa a Fotogramas: “Estar en contacto con esos acantilados, junto al mar, con esos colores, con ese verde que tiene Asturias... Fue realmente una inspiración para ir a rodar Tremor”. A lo que Javier Rey añadía: “Nos costó volver y mucho”. Tanto es así, que Pilar Castro, que da vida, junto a Willy Toledo, al matrimonio vecino, y muchos otros miembros del equipo, han regresado en muchas otras ocasiones a este rincón asturiano.
Descubramos qué tiene Puerto de Vega que engancha. Para empezar, que haya sido elegido Pueblo Ejemplar de Asturias y Pueblo más bonito de Asturias ya da una idea de lo que tiene reservado esta villa marinera de sabor añejo. Su esencia marinera se respira en cada esquina, pero, sobre todo, en el puerto pesquero, que en otro tiempo fue un lugar estratégico para el transporte marítimo –aquí estuvo la primera aduana de Asturias– y hoy, aunque sigue siendo el motor esencial de la economía local, es un lugar más tranquilo al que hay que acercarse para ver las coloridas barcas de su flota pesquera y hacer una visita al edificio de la lonja, en manos de la Cofradía de Pescadores de Nuestra Señora de la Atalaya. Un aula didáctica ilustra sobre el arte de la pesca, pero tan interesante como esta será asistir a la rula (subasta del pescado), donde los restaurantes locales –Ca Victoriano, Mesón de El Centro...– hacen acopio de las capturas que llegan cada día para elaborar los sabrosos guisos de sus cartas: arroz con bugre, calderetas, guisos o marisco fresco.
Sobre el puerto, en el mirador de la Riva está recreada la antigua mesa de mareantes, un arponero de 1854 que representan la extinta caza de ballenas en esta zona, dos enormes mandíbulas de ejemplares de unas 30 toneladas y el contrato ballenero más antiguo del que se tiene constancia. Más arriba, está el mirador de la Atalaya, con unas vistas increíbles y, al otro lado del puerto, frente al Cantábrico, una escultura con forma de cola de ballena rinde homenaje a la gente del mar.
Si se quiere profundizar en la historia y en el pasado ballenero de Puerto de Vega hay que hacer una visita al Museo de las Historias del Mar, situado en una antigua fábrica de conservas, una actividad industrial que también dio prosperidad a la villa. En el mismo edificio, el Museo Etnográfico Juan Pérez Villamil muestra oficios del mundo rural asturiano.
LA PLAZA DE CUPIDO
Puerto de Vega tiene casas marineras y otras solariegas con escudos, que se ven por las calles de esta pequeña localidad, tomando como punto de partida la centenaria plaza de Cupido, en torno a la que fue creciendo el primitivo poblado marinero. La de Trelles, donde murió el ilustrado Jovellanos, y las natales de Juan Pérez Villamil y Álvaro de Navia Osorio son las más destacadas.
En el camino se irán descubriendo también restos de la antigua muralla, alguna plaza medieval, una colección de edificios de arquitectura indiana –como el Casino, construido en 1931–, el parque Benigno Blanco –dedicado a un emigrante portoveguense que acabó siendo alcalde de La Habana– y dos templos, la iglesia de Santa Marina, con excelentes retablos barrocos y un órgano, y la capilla de Nuestra Señora de La Atalaya, desde donde asomarse a los acantilados.
A LA PLAYA POR LA SENDA COSTERA
Comprobado que Puerto de Vega es un lugar de panorámicas, como las que regala el paseo del Baluarte, lo que tiene reservado la senda costera de 21 kilómetros que discurre por este tramo del litoral asturiano no puede ser más apetecible. Caminando junto al mar unos kilómetros más allá de la villa marinera, en dirección al occidente, hacia Navia, está la preciosa playa de Frejulfe, inmersa en un entorno de pinos y eucaliptos y declarada monumento natural. Los surfistas disfrutan de sus olas y de su chiringuito, con sus mesas y sillas plantadas en un prau en las que sentarse a tomar algo con vistas maravillosas.