Casi todos los que llegan a esta isla verde lo hacen con una idea clara: descubrir sus paisajes volcánicos y su exuberante naturaleza, pero no sabe lo que le espera en su capital hasta que aterriza en esta bonita ciudad colonial que vive frente al Atlántico. A Santa Cruz de la Palma hay que dedicarla al menos un día para conocer su historia, que comenzó hace 500 años, y embarcarse en siglos de aventuras y leyendas que traspasan fronteras.
Su imagen más conocida es la de las balconadas de madera de la avenida Marítima, de intensos y variados colores, que contrastan con los tonos de sus muros. Es el paseo junto al mar con más personalidad de Canarias y caminando por él se va descubriendo el centro histórico, de calles empedradas y arquitectura tradicional, que transporta a los siglos XVI y XVII, cuando La Palma era un lugar estratégico en las rutas comerciales hacia el Nuevo Mundo.
LA VIDA PASA POR LA CALLE O’DALY
Paralela al paseo marítimo corre la calle O'Daly, que todo el mundo conoce como la calle Real y es la principal de la capital palmera. Una vía peatonal llena de vida donde se levantan casonas señoriales, tiendas tradicionales y antiguos comercios que son una muestra de la importancia económica de la ciudad en épocas pasadas. Durante la época colonial, por ella transitaban comerciantes flamencos, portugueses e ingleses, que encontraban en Santa Cruz un punto clave para la exportación de productos como el azúcar y el vino.
La calle Real conecta con la plaza de España, otro de los lugares más solicitados del casco histórico y que alberga algunos de los edificios más emblemáticos de la capital de La Palma. El del ayuntamiento es una joya arquitectónica renacentista, con una fachada de piedra y detalles de inspiración clásica.
Un poco más allá, en la plaza de la Alameda, una curiosa construcción llama la atención, es el Barco de la Virgen. Se trata de una réplica de la carabela de Cristóbal Colón y simboliza el vínculo de la ciudad con el mar y la navegación. Dentro de ella, hay un pequeño Museo Naval donde se pueden admirar mapas antiguos, instrumentos náuticos y documentos históricos que relatan la importante relación de La Palma con el comercio marítimo y las rutas atlánticas. Frente al barco está el castillo de la Virgen, levantado en el siglo XVII para defenderse de los ataques de los piratas y que forma parte del cinturón defensivo que protegía la ciudad.
Pero son los famosos balcones de madera que adornan los edificios lo que llaman más la atención durante un paseo por la ciudad colonial. De diseño típico canario y detalles elaborados en fina carpintería, añaden un toque de elegancia y tradición y son símbolo de la arquitectura palmera.
EL LEGADO
A espaldas de un volcán, rodeada de barrancos, lomas y montañas y abierta a la bahía que los aborígenes llamaban Timibucar, Santa Cruz de La Palma, también posee numerosas muestras de arquitectura religiosa, pues la devoción y el arte religioso están profundamente arraigados en la identidad palmera. La Matriz del Salvador y el santuario de las Nieves son el mejor ejemplo.
La primera es el epicentro de la vida religiosa de la ciudad y se levanta en la plaza de España, con una impresionante portada de piedra volcánica, obra maestra del estilo renacentista, y un interior que combina el gótico con influencias mudéjares. Su torre, visible desde distintos puntos de la ciudad, ofrece una vista panorámica que conecta el mar y la montaña.
Interés tienen también otros dos templos: Santo Domingo, que alberga un rico patrimonio artístico, y San Francisco y el convento, donde merece la pena entrar para contemplar su espléndido retablo, muestra inigualable del barroco canario.
Para los amantes de la cultura y el arte, Santa Cruz tiene una parada en el Museo Insular de La Palma, con una destacada colección de arte y pintura tanto de obras contemporáneas como piezas históricas, y dos joyas arquitectónicas que enriquecen su vida cultural: el Teatro Chico y el Teatro Circo de Marte, de fachada art decó.
EL GRAN ACONTECIMIENTO DE 2025
A unos minutos de la ciudad, se encuentra el Real Santuario de Nuestra Señora de las Nieves, uno de los más importantes de las islas Canarias y epicentro de una fiesta que se celebra cada 5 años por todo lo alto y toca en 2025: la Bajada de la Virgen de Las Nieves, cuando la venerada imagen desciende en procesión a la ciudad para permanecer un mes. Todo ello será posible vivirlo del 29 de junio al 13 de julio. Aunque antes, otro evento en el calendario festivo concentrará a locales y foráneos, el famoso Día de los Indianos, cuando en Carnaval la ciudad se transforma en una nube blanca de polvos de talco en una fiesta que simboliza el vínculo histórico de la isla con Cuba.