El paso de Jesús Calleja por Arenas de San Pedro para grabar su último programa de la temporada de Volando voy no ha podido ser más entretenido. Ha conocido a Beluga Paulonia, una vecina que escucha cantar a las plantas y abraza árboles, se ha acercado a visitar María Muñoz de Fernando en su casa, una joven que trabaja como ilustradora de moda para Dior, Louis Vuitton, Tiffany & Co y otras marcas de lujo y ha hablado con el director de orquesta Alberto Barranco, que ha pasado de dirigir la London City Orchestra a hacerse cargo de la banda del pueblo. Experiencias de vida que le han permitido conectar con el día a día de Arenas, la capital del valle del Tiétar, a la que llaman la “Andalucía abulense” y base para explorar su precioso entorno natural a los pies de la sierra de Gredos.
Antes de ponernos las botas y salir de excursión, descubramos su historia, su puñado de joyas arquitectónicas y reservemos un tiempo para comer. Empezaremos por el evocador castillo de la Triste Condesa, en torno al cual gira la vida de este pueblo abulense. Lo de triste viene por doña Juana de Pimentel, que así se quedó cuando decapitaron a su marido, el gran condestable de Castilla don Álvaro de Luna. Conserva sus torreones circulares y almenados, la torre del homenaje convertida en museo, bellos ventanales góticos y mudéjares y un patio de armas que ahora es un escenario que se utiliza para actuaciones culturales y festivas. Se pueden visitar algunas de estancias y recorrer el adarve.
GOYA Y BOCCHERINI PASARON POR ARENAS
No es la única joya arquitectónica de la localidad abulense, también está el palacio de la Mosquera, que Ventura Rodríguez, el gran arquitecto de Carlos III, proyectó a las afueras de la villa para Luis de Borbón y Farnesio. El infante ilustrado consiguió hacer venir a Francisco de Goya a este rincón de Ávila dos veranos consecutivos para retratar a los miembros de su familia en un cuadro de grandes proporciones. Otra historia cuenta que en el palacio también residió el compositor Luigi Boccherini, al frente durante nueve años de su orquesta de cámara. Abre solo cuando acoge en su interior exposiciones. El resto del año, se visitar los jardines.
Arenas tiene otros rincones por los que hay que pasar: iglesias, ermitas, un puente medieval, el santuario de San Pedro de Alcántara, el santo que junto a Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz forman el gran triángulo místico abulense. Y envolviendo todo una naturaleza única, con múltiples torrentes de agua, cuevas y piscinas naturales que en verano alivian los calores.
MARAVILLAS DE LA NATURALEZA SUBTERRÁNEA
Muy próximas a Arenas, a solo 9 kilómetros, están las Cuevas del Águila (cuevasdelaguila.com), una maravilla de la naturaleza subterránea, descubierta fruto de la casualidad. Se le calculan un millón de años y hoy es un muestrario de estalactitas, estalagmitas, coladas, columnas de roca caliza de diversos colores y tamaños, excéntricas o incluso leche de luna, una curiosa sustancia blanca. El recorrido por su interior, de 1000 metros, desciende por un camino pavimentado, salvando los desniveles con escaleras, y va desvelando un mundo oculto bajo el conocido como cerro del Águila.
También queda cerca de Arenas de San Pedro otro pueblo a tener en el radar: Guisando, recorrido por las aguas cantarinas del arroyo que lo cruza y del que Cela llegó a decir que era «quizás el pueblecito de más bellas vistas de toda España».
POSADAS Y ERMITAS
A la triste condesa, también dedica Arenas una posada de ambiente exquisito para quedarse a dormir (posadamia.com) después de ver el pueblo y emprender las rutas. Un cuidado alojamiento, con un encantador patio interior, techos altos con vigas de madera vista y muebles restaurados.
Ocho siglos de historia tiene la ermita de los Llanos, un enclave único en Arenas que es la joya de un pequeño hotel rural del mismo nombre (laermitadelosllanos.com) y ofrece varios alojamientos independientes con una cuidada decoración clásica distribuidos por el jardín. Cuenta con restaurante y una terraza de verano en una antigua capilla románica.
EL PUERTO DEL PICO
Jesús Calleja ha contemplado el entorno de Arenas de San Pedro desde un helicóptero, pero los andarines disfrutan igual perdiéndose por los senderos que recorren el barranco de las Cinco Villas, en el que se encajonan Mombeltrán y otros cuatro pueblos con el apellido del Valle, Santa Cruz, San Esteban, Villarejo y Cuevas. Eso y transitando por la calzada romana que desciende desde el puerto del Pico, la misma que pisan, desde mucho tiempo atrás, pastores y ganado, pues este paso natural entre Castilla y Extremadura es ruta de la trashumancia.