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Oropesa, en el corazón de Toledo, te espera con su imponente castillo del siglo XVI y unas vistas impresionantes de la Sierra de Gredos. Sus torres y murallas nos recuerdan la grandeza de épocas pasadas, mientras los paisajes otoñales se tiñen de dorados y ocres. Además, no puedes perderte una parada gastronómica: ¡el cabrito y el mazapán toledano son imprescindibles! El Parador de Oropesa es perfecto para quienes buscan desconectar rodeados de naturaleza.
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En Cuenca, sobre un peñasco, se alza el majestuoso Parador de Alarcón, un castillo que parece sacado de un cuento de hadas. Desde sus alturas, las vistas otoñales del río Júcar te dejarán sin aliento. Y qué decir de su decoración, cuidada al detalle al más puro estilo medievo. Y si eres amante de la naturaleza, los senderos que rodean la zona, como el de la Hoz de Alarcón, son un must.
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En la provincia de Teruel, esta fortaleza en otoño te sumergirá en una atmósfera única donde la historia cobra vida. Con más de nueve siglos de antigüedad, este castillo medieval conserva murales góticos que te transportarán a épocas de caballeros y conquistas. Por no hablar de las vistas que el Parador de Alcañiz tiene desde su interior. Una imagen vale más que mil palabras.
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Entre España y Portugal, el Parador de Ciudad Rodrigo (al fondo) te invita a descubrir una fortaleza que ha sido testigo de innumerables batallas. Las murallas y la torre almenada dominan un paisaje natural espectacular en pleno otoño, con los Parques Naturales de Las Batuecas-Sierra de Francia y Arribes del Duero como protagonistas. Y para los gourmets, el farinato salmantino y las carrilleras en brioche son un manjar inolvidable.
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En el impresionante Valle del Jerte, el Parador de Jarandilla de la Vera te ofrece la oportunidad de seguir los pasos del mismísimo emperador Carlos V. Este castillo histórico se convierte en un lugar mágico en otoño, cuando los colores de los bosques brillan con intensidad. La Reserva Natural Garganta de los Infiernos es perfecta para una excursión entre cascadas y pozas naturales. El broche de oro es disfrutar de las tradicionales migas extremeñas con huevos fritos o una caldereta de cabrito deliciosa.