Pequeñas ciudades de pasado glorioso y monasterios imponentes, villas serranas de piedra y barrios judíos, gargantas a rebosar de agua y mucha arquitectura popular. Cáceres puede sentirse orgullosa de sus pueblos y nosotros de tenerlos ahí al lado para pensar en próximas excursiones. Octubre es el mejor mes para lanzarte a descubrirlos.
HERVÁS
Otoño es la época que mejor le sienta a este pueblo del norte de Cáceres, porque ahí al lado está el puerto de Honduras que en esta estación muestra sus mejores colores. Lo que no cambia en Hervás desde hace siglos es el barrio judío, entre los mejor conservados de España, con estrechas y sinuosas calles en las que se levantan casas de arquitectura típica de adobe y entramados de madera de castaño, edificios como la Cofradía y la antigua sinagoga. Otro de los símbolos del pasado judío del pueblo es el puente medieval de la Fuente Chiquita, sobre las aguas del río Ambroz.
RIOMALO DE ABAJO (Y DE ARRIBA)
No son monumentos de lo que presume el primer pueblo que recibe al viajero que llega a la comarca de Las Hurdes desde el norte, sino un paraje natural espectacular que dibuja la frontera entre Cáceres y Salamanca: el meandro del Melero, que dibuja el curso del río Alagón y se ve espectacular desde el mirador de la Antigua. Otro mirador al que asomarse tiene Riomalo de Arriba, con vistas sobre la sierra de Corredera, pero, además, una buena muestra de arquitectura popular.
TRUJILLO
Todas las calles estrechas y empinadas de este pueblo van a parar a su monumental plaza Mayor, una de las más bonitas de España, rodeada de palacios y presidida por la escultura ecuestre de Francisco Pizarro, el famoso conquistador de la villa que descubrió el Perú. Pero Trujillo tiene otro gran símbolo y es el castillo árabe, dominando desde lo alto la llanura extremeña, en cuyo recinto fortificado se venera la imagen de Nuestra Señora de la Victoria, patrona de la localidad.
ALCÁNTARA
En otro tiempo, Alcántara fue un lugar importante, engrandecida por los favores de varios reyes por su ayuda en la Reconquista, y eso le hizo adquirir una riqueza que hoy conservan sus plazas y calles, con casas solariegas, el convento de San Benito, la iglesia de San Pedro de Alcántara o la de Santa María de Almocóvar. Aunque todos los que pasan por aquí van en busca del famoso puente de Alcántara, una de las grandes maravillas de la arquitectura romana, y de descubrir el Parque Natural Tajo Internacional.
GUADALUPE
El Real Monasterio de Guadalupe, en la comarca de Las Villuercas –Geoparque Mundial de la Unesco–, es la razón de ser de este pueblo. Un santuario engrandecido con el paso de los siglos y declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, lleno de tesoros: la iglesia gótica, el claustro mudéjar o la colección de cuadros de Zurbarán en su interior. Pero Guadalupe es, además, un conjunto de pintorescas calles estrechas y empedradas que se cruzan con plazas irregulares, a las que asoman balconadas llenas de flores y tiendas de artesanía.
CUACOS DE YUSTE
Que el emperador Carlos V escogiera esta villa de la comarca de La Vera para pasar sus últimos años dice mucho de su riqueza patrimonial y natural. El monumental monasterio-palacio de Yuste en el que se alojó el monarca, hoy residencia de los monjes paulinos, contrasta con las casas apiladas de adobe y entramado de madera y con su plaza mayor porticada, lugar de encuentro de sus vecinos. En la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción llama la atención el órgano del siglo XVI fabricado en Amberes que estaba antes en el monasterio.
GARGANTA LA OLLA
Después de contemplar la panorámica desde el mirador de La Serrana de la Vera, en Garganta de la Olla lo que más sorprende es su arquitectura popular. Hay que darse un paseo por sus calles empezando en la plaza Mayor, porticada y con su picota en el centro, para ver sus casas señoriales, la Casa de la Seda –residencia ocasional de los Duques de Alba–, la casa de las Muñecas –antiguo prostíbulo delatado por su fachada azul– y la iglesia de San Lorenzo que conforman un bonito conjunto declarado de interés histórico. En verano, lo que atrae es su Garganta Mayor, y el resto del año, los senderos que parten de él y se adentran en la sierra.
ROBLEDILLO DE GATA
De los pueblos de la sierra de Gata, Robledillo es el más aislado, encajonado como está al final del más profundo de sus valles y en la frontera con la comarca de Las Hurdes–, por eso se conservó tan bien. Es muy pequeño, pero auténtico, y un paseo por su casco urbano va descubriendo rincones llenos de tipismo, como construcciones de adobe y madera y un antiguo molino de aceite.
SAN MARTÍN DE TREVEJO
Con sus casas de adobe y madera, sus curiosas regateras, sus palacios señoriales, el convento de San Miguel, la plaza Mayor con soportales y la torre campanario de San Martín de Tours, San Martín de Trevejo pasa por ser uno de los pueblos serranos mejor conservados de Extremadura. Todo ello sorprende en este pequeño rincón de la sierra de Gata, pero no menos sorprende oír a sus vecinos en la lengua propia de A Fala y su variante el mañegu, diferente a la de los pueblos de Eljas y Valverde del Fresno.