En el valle del Dordoña, perteneciente al departamento francés de Lot, todo parece dispuesto para desafiar a la gravedad, empezando por la preciosa ciudad medieval de Rocamadour y continuando por la sima de Padirac. Si la primera lo hace suspendida desde lo alto de un acantilado rocoso que se asoma a un cañón por el que discurre el río Alzou, la segunda desde un abismo de 103 metros de profundidad a cielo abierto.
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Una abertura descomunal de 32 metros de diámetro nos da la bienvenida a este viaje al centro de la Tierra por una de las cuevas más espectaculares del mundo. Por mucho que se hayan oído las leyendas que la envuelven, y que incluso la identificaban con una de las entradas del infierno, hay que perder el miedo y adentrarse en el mágico interior de la dolina, una especie de cráter abierto en la superficie rocosa en la que se originó todo el complejo kárstico de Padirac.
La exploración comienza descendiendo a pie por las escaleras que llevan hasta la base de la cavidad y, aunque más fácil será bajar en ascensor, no se apreciará igual la hendidura y los cambios de color de la roca. Una vez abajo, hay que mirar hacia arriba para ver el cielo recortado en el círculo de la boca y empezar a deambular por las galerías subterráneas. Después de caminar unos 300 metros por el cañón subterráneo de la galería de la Source se alcanza el embarcadero donde están las barquitas a las que hay que subirse para navegar durante 700 metros por las tranquilas aguas del río subterráneo.
El río se abre sobre la Grande Pendeloque, una impresionante estalactita de 60 metros de altura que cuelga sobre el lago de la Pluie (lluvia). La barca atracamos y se avanza hasta el lago des Gours y la increíble sala du Grand Dôme, cuya bóveda se eleva como si se tratara de una catedral , a más de 90 metros de altura, revelando multitud de formaciones kársticas creadas por la naturaleza desde hace millones de años. La erosión y el tiempo las han ido modelando a su antojo bajo tierra.
Después de conocer la sima hay que acercarse a Rocamadour, primero para admirar el singular y magnífico emplazamiento de esta ciudad medieval desde el mirador de L’Hospitalet y luego, conocer los lugares que la han convertido en uno de los lugares más visitados de Francia, tras el Mont Saint-Michel y la ciudad de Carcassonne. El paseo por ella será como viajar a la Edad Media, cuando los reyes y otros peregrinos siguiendo el Camino de Santiago llegaban para venerar a la virgen negra y la tumba de San Amadour. Hoy su basílica de Saint-Sauveur y la cripta Saint Amadour forman parte del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.