El hecho de saber disfrutar de la calma, de una copa de vino sin prisas, o de una lectura mientras cae el sol, no siempre resulta tan sencillo como se plantea. Dentro de todos los estímulos que encontramos en nuestra rutina, llegamos al fin de semana con ganas de desconectar, pero esto siempre resulta más fácil cuando hay un viaje planeado. Esas míticas escapadas en las que sales directa el viernes después de trabajar, y llegas la noche del domingo con la sensación de que has dejado atrás —por un par de días— todo aquello que te preocupaba. Y es que hay sitios donde con tan solo el alojamiento, puedes encontrar toda la paz que buscas. Si necesitas inspiración viajera, aquí te la damos, y es que hemos hecho una selección de Paradores que, además de estar situados en algunas de nuestras ciudades favoritas, tienen un elemento común que enamora: sus patios. Desde el claustro donde Lope de Vega estrenaba sus obras hace 500 años, pasando por otros donde solo los árboles frutales y su inconfundible aroma te invitan a quedarte.
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1. Lerma, o cómo Burgos atesora un palacio ducal
Hace más de 400 años, el poderoso Duque de Lerma convirtió esta localidad burgalesa en un lugar estratégico por su cercanía con Valladolid, donde trasladó la corte. En Lerma levantó su palacio, lo que hoy es su Parador. Un edificio muy especial desde el que se puede avistar toda la ciudad. Construido sobre un castillo medieval, con solo verlo a lo lejos, ya llama la atención su imponente fachada, con más de doscientos balcones, cuatro torres y, como no, un claustro interior, donde Lope de Vega estrenaba sus obras hace 500 años. No obstante, algo debe tener este lugar para que otros personajes como Napoleón, Luis de Borbón o la infanta Margarita pasaran por él.
2. Trujillo, cuna del legado extremeño
Francisco de Pizarro, Francisco de Orellana o Alonso de Hinojosa —originarios de esta localidad extremeña—, son algunos de los conquistadores que regresaban de sus viajes con tal riqueza, que dio pie a que se construyeran palacios renacentistas, iglesias y otros edificios históricos. Entre ellos, el antiguo convento franciscano de Santa Clara, lugar donde hoy se edifica el Parador de Trujillo, situado junto a su icónica Plaza Mayor. Más allá de la espectacular gastronomía extremeña y de su historia, hay que hablar de su patio, del siglo XVI, con reminiscencias renacentistas en su arquitectura, y dotado de personalidad gracias a su pozo y a sus árboles frutales. ¿Un secreto? Está conectado con otro patio de estilo más actual y con una antigua iglesia que hoy se ha convertido en comedor.
3. Seu d’Urgell, la otra cara de los Pirineos
Si hay un Parador que es la simbiosis perfecta entre historia y actualidad, tenemos que hablar del Parador de Seu d’Urgell. Cuatro galerías de siete arcos y un juego cromático de neón a varias alturas son los que llenan de carácter a su claustro del siglo XVIII, que formó parte del convento de Sant Domènec, y que se ha concebido como el lugar perfecto para disfrutar de lo que más te apetezca, como tomar algo, leer un buen libro o comer. Y si quieres experimentar las bondades de su privilegiada ubicación, no puedes irte sin hacer una ruta por el pirineo leridano, o incluso visitar Andorra de forma exprés, a tan solo 10 kilómetros. A tu vuelta, la piscina climatizada, la sauna o el solárium te estarán esperando.
4. Cuenca, mucho más que una ciudad encantada
Entre el Puente de San Pablo y frente a las Casas Colgadas, está el Parador de Cuenca, construido en el que fue el convento de San Pablo. Algo que seguro que no sabías es que los reyes Felipe VI y Doña Letizia pasaron aquí su primera noche de bodas; o que José Luis Perales y Pierce Brosnan también eligieron este Parador como lugar para la desconexión. De este emplazamiento tenemos que destacar cómo ha mantenido su legado histórico, ya que conserva sus espacios originales y les ha dado una nueva vida, empezando por su claustro acristalado. Un rincón que es puro arte, pues en su galería se pueden ver 42 lienzos del artista abstracto Julián Casado, en concreto de su obra maestra "Serie Malevich. Variaciones sobre una misma estructura". De la misma forma, la sacristía ahora es cafetería y el refectorio del convento, el comedor.
5. Úbeda, el privilegio de ser Patrimonio de la Humanidad
Originalmente fue un palacio renacentista construido para el capellán de la iglesia anexa, pero en 1930 se convirtió en el primer palacio en unirse a Paradores. Nada más entrar, del Parador de Úbeda cautiva su patio central —uno de los patios más bonitos de la ciudad—, decorado con arcos de medio punto y columnas de mármol blanco. Una clara representación de lo que es el estilo nazarita, uno de los más destacados dentro del arte granadino. Esta ciudad, declarada Patrimonio de la Humanidad junto a su vecina, Baeza, está llena de rincones que te harán conocer desde el interior los tesoros escondidos de Jaén. Y no podemos olvidar el parque natural donde se encuentra la Sierra de Cazorla, a menos de una hora de Úbeda, el mayor espacio natural protegido de España y el segundo de Europa.