Son las 10 de la mañana y la playa de La Costilla, una de las más populares de Rota, ya luce repleta de sombrillas de colores. Los niños juegan construyendo castillos de arena, los mayores se dan un remojón para refrescarse... y algún que otro veraneante aprovecha para dar un paseo matutino por la orilla. No hay mejor manera de arrancar el día que con los pies mojados en el mar y, si la brisa del Atlántico acompaña, apaga y vámonos.
Aunque pueda parecer lo contrario, nos encontramos en pleno corazón de Rota, que tiene en La Costilla su playa urbana más accesible. Si miramos a un lado y a otro, eso sí, habrá que achinar bien los ojos para intentar captar la magnitud de su costa: la localidad, a caballo entre la desembocadura del Guadalquivir y la entrada de la bahía de Cádiz, cuenta con un total de 16 kilómetros de playas entre las que también se encuentran Punta Candor, Piedras Gordas o El Rompidillo. No es de extrañar que este sea uno de los destinos de veraneo más aclamados del sur.
Como ocurre en todo viaje, hay que animarse a explorar Rota recorriendo su casco urbano. Es ahí donde se concentra gran parte de la historia que nos habla de todas aquellas culturas que por aquí pasaron a lo largo de los siglos. Puerto comercial ya en época de fenicios, en los alrededores del pueblo se han hallado también, de hecho, numerosos vestigios tanto romanos como árabes.
Un paseo por la historia
No es mala idea iniciar nuestra particular ruta recorriendo el paseo marítimo para acabar atravesando la Puerta del Mar, junto al nuevo faro. Así nos adentraremos en el núcleo de la antigua muralla árabe que un día rodeó y protegió el casco histórico. En sus entrañas, monumentos como el Castillo de Luna sorprenden por su excepcional belleza: mandado construir por Guzmán el Bueno en el siglo XIII, su estructura permanece inalterable al paso del tiempo y alberga las dependencias del ayuntamiento de Rota.
Para seguir tomándole el pulso a la localidad, lo mejor es perderse por las callejuelas roteñas dejando a la intuición que haga de guía. Rápidamente nos toparemos con estrechas vías de casas encaladas decoradas con decenas de macetas de flores que tientan a que las inmortalicemos desde todas las perspectivas. Rincones repletos de belleza que concentran la esencia andaluza más auténtica, esa que tanto atrae a quienes llegan hasta este rincón del sur. En el camino, más reclamos del patrimonio local: ahí está la Iglesia de la Ó, del siglo XVI, o la coqueta Capilla de la Caridad, que luce esbelta entre el bullicio propio de este pueblo repleto de vida.
Entre idas y venidas, seguramente un detalle llame nuestra atención. Porque, si algo define a Rota, es la influencia que desde hace 70 años ha recibido de la Base Naval estadounidense establecida aquí. Algo que se traducen, en primer lugar, en que es común escuchar el acento americano entre sus habitantes, absolutamente adaptados e integrados a la vida roteña. En segundo, a que culturalmente la influencia estadounidense siempre ha estado muy presente, permitiendo que aquí llegaran mucho antes que a otros rincones del país los sonidos del rock and roll, productos de determinadas marcas con sello americano —ya fueran Levi´s o los helados de Ben & Jerry´s— o gastronomía inspirada en recetas de ultramar. Un cóctel de singularidades que, por supuesto, también queremos descubrir.
Dos culturas en el plato
Ya lo advertíamos más arriba: una de las maneras más eficaces de comprobar esa influencia norteamericana en la cultura local, es sentados a la mesa. Y es que el número de negocios gestionados por roteños enamorados de América, o por americanos conquistados por Rota, es inmensa.
Así que nos acercamos hasta Slice of New York (slicepizza.es), un restaurante de estilo dinner que causa sensación. Tras él se halla James Bem, neoyorkino aterrizado en la localidad en 2013 atraído por el gran número de americanos asentados en ella, pero también por la gran devoción que los roteños profesaban por la pizza. Por algo Rota es, no en vano, la ciudad con más pizzerías por habitantes del mundo. Aproximadamente 30 pizzerías para 30 mil habitantes: solo hay que hacer las cuentas. Sentados en sus mullidos sillones, rodeados de neones y murales con Nueva York como protagonista, habrá que catar calóricas delicias como su pizza pepperoni o la regad con salsa ranchera.
Otro de los negocios imperdibles, esta vez, liderado por un roteño criado en esa cultura americana tan presente en la localidad, es Little John Burgers & Things (littlejohnburgers.com). Su impulsor es Juan Ruiz, Premio Nacional de Gastronomía y Mejor Sumiller de Europa —también tres veces Mejor Profesional de Sala— que, tras pasar por restaurantes de la talla de El Racó de Can Fabes, El Bulli o Aponiente, decidió cumplir el sueño de crear su propio templo gourmet a uno de los platos más icónicos de Estados Unidos: la hamburguesa.
En la carta, propuestas rompedoras donde hay cabida para una extensa lista de vinos de la tierra con los que maridar cada bocado. Una ecléctica oferta entre la que destaca la Emilita, su hamburguesa insigne y su particular homenaje a una de las hamburgueserías más icónicas de Manhattan.
Otra historia culinaria digna de mención es la de Shanghái (shanghai1968.enrota.com), el restaurante chino más antiguo en activo en España, que abrió sus puertas en 1968 y desde entonces no ha dejado de servir deliciosos platos cantoneses a una clientela de lo más internacional. Fueron los padres de María Chan, actual propietaria junto a su marido, quienes aterrizaron en Rota en los 60 atraídos por la base naval decididos a revolucionar su oferta gastronómica. Y vaya si lo hicieron.
Para un merecido homenaje a base de gastronomía local —para algo estamos en un pueblo marinero de Cádiz— no podemos olvidarnos de apuestas como El Embarcadero, Casa Emilio o Bodeguita La Retama, donde disfrutar de clásicos como la tradicional urta a la roteña o la pardilleja. Y que aproveche.
Verde, que te quiero verde
No hay que olvidar que Rota, más allá de su patrimonio histórico, cuenta también con un entorno natural de lo más privilegiado que invita a ser explorado con tranquilidad. Uno de sus mayores tesoros tiene nombre propio: la Senda del Litoral es un recorrido colmado de exuberantes paisajes que acogen ecosistemas de lo más diversos y que arranca en la playa de La Costilla. Una ruta de unos 4 kilómetros por pasarelas de madera que se adentran en el pinar, una masa verde de alto valor ecológico que se despliega junto el cordón dunar de Rota. Tocará avanzar disfrutando de las vistas y del ambiente al tiempo que contemplamos cómo de sus arenas crece el enebro marítimo y el barrón, especies típicas de este paisaje.
Tras dos horas de apacible paseo, de nuevo, el infinito Atlántico, que esta vez sorprende con unas construcciones muy peculiares. Son los tradicionales corrales de pesca, 110 hectáreas de pequeñas parcelas rodeadas de muretes que, construidos por el hombre —ya lo usaron incluso los romanos— constituyen un arte de pesca milenario: cuando la marea sube, las estructuras quedan cubiertas de agua, y cuando la marea baja, esta sale por entre los muros permeables y caños de desagüe. Así, los peces quedan capturados.
Una vertiente más de la tradición pesquera roteña que demuestra la autenticidad de una tierra única y singular. Un pueblo definido por el abrazo de dos culturas diferentes, pero complementarias, que regalan a los visitantes una experiencia para recordar.
Hora de descansar
Precisamente a un salto de los corrales se halla uno de los alojamientos más emblemáticos de la localidad. El coqueto Hotel Playa de la Luz (hace.es), casi un icono del pueblo, abrió sus puertas en 1966 ocupando el edificio que un día funcionó como almadraba, lo que aporta un aura de lo más especial al lugar. Diseñado en una arquitectura baja típica andaluza, posee 231 habitaciones luminosas y amplias en las que es un placer despertarse cada día con la brisa marina colándose por las ventanas.
Una opción diferente, y mucho más actual, son los Apartamentos La Baílla (apartamentoslabailla.com), un deslumbrante edificio a pie de playa cuyo diseño se ha inspirado en la cultura marroquí y que ocupa el lugar donde en el pasado se halló el antiguo balneario de Rota. Un hermoso balcón al mar que es un homenaje a La Mamounia de Marrakech. Con 25 apartamentos distribuidos en 5 plantas y acceso directo a la playa de La Costilla, gran parte de los detalles decorativos, desde las lámparas artesanales a los mosaicos que decoran paredes o la madera de los artesonados del techo, han sido traídos directamente de Marruecos.