Fue el distrito residencial de la aristocracia británica y de ahí le quedó un aire elegante y distinguido. También fue el lugar en el que eclosionaron diferentes culturas, lo que le convirtió en un edén para la bohemia. Y fue un controvertido templo de la nocturnidad y esto le dejó para siempre un toque canalla. De esta extraña mezcla nace el Soho, en el mismo corazón de Londres. Un barrio que para muchos es, pese a su halo turístico, el más creativo de la ciudad.
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Asentado en el West End, al límite de vías tan reconocidas como Oxford Street, Leicester Square o Charing Cross Road, algo tiene que tener este conjunto ecléctico para ser históricamente el hogar de figuras ilustres: desde el poeta William Blake hasta el ideólogo Karl Marx, pasando por bandas tan imprescindibles como Sex Pistols o los propios Beatles. Aquí donde residen las mejores compañías de la industria cinematográfica, y donde se mueve a sus anchas la comunidad homosexual, siempre hay algo nuevo que descubrir.
CARNABY Y LOS ROLLING STONES
Hoy el Soho es, definitivamente, un barrio rendido al ocio. Especialmente a las compras. La moda marca el ritmo de esta zona que tiene en Carnaby Street un núcleo de atracción vital. Esta calle peatonal, que tuvo su apogeo en los años 60 como epicentro del movimiento hippie, es el lugar donde empaparse del estilo más extravagante y creativo.
Carnaby, que vio emerger a la cultura underground, encierra hoy toda una selección de tiendas exclusivas entre sus icónicas arcadas. Algunas tan demandadas como Nobody's Child, Rixo o RS No.9, que es la tienda insignia de los Rolling Stones. En ella pueden leerse sus canciones grabadas en el suelo de cristal o contemplar un filme sobre la banda emitido a través de cinco pantallas o, por supuesto, comprar todo tipo de artículos de lujo (nada de horribles souvenirs) con el logotipo de "Sus Satánicas Majestades", copas de vino de la marca Baccarat, bufandas de The Soloist, impermeables de Stutterheim...
Toda una institución para las compras es también Liberty, los grandes almacenes más sofisticados de Londres. Un edificio de estilo Tudor, que nació para vender telas y ornamentos importados de Oriente, y que ahora ofrece objetos de decoración que, como antaño, siguen convocando a una clientela refinada. Nadie puede resistirse a su propia línea de tejidos, con el típico estampado de florecitas que da nombre al lugar.
MILES DE TENTACIONES
Pero la forma más divertida de ir de shopping por el barrio es la de descubrir boutiques de diseñadores independientes y dejarse sorprender. Es lo que sucede en A Day’s March, una firma de ropa sueca con fantásticos diseños atemporales, concebidos “para cualquier ocasión de la vida cotidiana”. Por si cuesta decidirse entre sus estilosas prendas masculinas y femeninas, la tienda dispone de un chill-out para poder relajarse.
GANNI es otra de las grandes sorpresas del barrio. Porque, aunque esta marca danesa tiene plena consolidación en los países escandinavos, la del Soho es su primera tienda dentro del Reino Unido. Sus colecciones prêt-à-porter a nadie dejan indiferente y sus camisetas, originales y divertidas, se han convertido en el último grito.
Wolf & Badger, con su ropa ética y sus productos de belleza libres de crueldad animal; Axel Arigato, con sus zapatillas deportivas de diseño vanguardista; Annie’s Ibiza, con sus vestidos vintage de los años 50 y The Great Frog, con sus piezas de joyería talladas a mano (todo un objeto de deseo, cuentan, para Kate Moss y Naomi Campbell) son otras tentaciones a las que no será difícil caer. Como tampoco a las cremas, geles y productos de skin care de la prestigiosa línea de Malin + Goetz.
COMER, BEBER Y SOÑAR EN LONDRES
Porque no todo va a ser comprar, conviene hacer una parada para contentar al estómago. Una buena opción para ello es Imad’s Syrian Kitchen, donde el chef Imad Alarnab ha cumplido su sueño de restauración tras tener que dejar Damasco a causa de la guerra. Y lo ha hecho de manera deliciosa, con un menú que no sólo incluye opciones vegetarianas y coloridos mezzes, sino también platos como Kabsah Ghanam, una paletilla de cordero asada a fuego lento, con arroz especiado y frutos secos.
Imprescindible también es Kiln, focalizado en una exquisita (y picantísima) cocina del sur de Tailandia, cuyo éxito hace que sea todo un reto encontrar una mesa libre. Lo mismo que sucede en Cahoots, pero en este caso en clave clandestina. Porque Cahoots es un speak easy que traslada a sus clientes a una estación de metro subterránea de la década de 1940. Un jefe de estación que vende boletos-entradas, asientos de vagón, y cócteles como el Winston Churchill (servido en un vaso con la cara del primer ministro de la época) garantizan una velada sorprendente y divertida.
Justo para después entregarse a un descanso de lujo en Broadwick Soho, el hotel diseñado por Martin Brudnizki que ha sido catalogado como el 'London Hotel of the Year'. Toda una virguería de alojamiento, en el que la decoración victoriana encaja a la perfección con coloridos motivos florales y detalles de animal print. El resultado es un un aire fresco y desenfadado. Como el del propio Soho.