A esta tranquila ría coruñesa, la última de las Rías Baixas, también se la conoce como Ría da Estrela. Es menos conocida que sus ‘vecinas’ y la encontrarás libre de masificaciones, escoltada al norte por Muros, Noia en el este y Porto do Son al sur. Una comarca de unos 400 kilómetros cuadrados marcada por el imponente estuario que forma la desembocadura del río Tambre y donde la naturaleza se ha explayado creando lugares maravillosos.
El pueblo pesquero de Muros
Puedes empezar a descubrir la Ría por Muros, un precioso pueblo pesquero con un casco histórico declarado Conjunto Histórico Artístico que recuerda su pasado señorial con casas blasonadas, fachadas con balcones, iglesias y rúas porticadas. Las calles empedradas nos conducen hasta bonitas plazas como la de la Pescadería Vella y Santa Rosa o al Mercado de Abastos, un imponente edificio con una gran escalera doble. La popular plaza de Curro o Curro da Praza, es la más concurrida, presidida por el Ayuntamiento y con multitud de terrazas donde tomar algo con vistas a la ría. Casa Sampedro (todo un clásico), la Cervecería Teatro y Bar El Muelle son buenas bazas para probar unas navajas, el pulpo a feira o unos berberechos.
En la parte alta de la villa se encuentra la Colegiata de San Pedro o Santa María del Campo, otro de los lugares más bonitos que ver en Muros, un templo original del siglo XIII que se transformó en colegiata en el siglo XIV y cambió su estilo al gótico marinero. Alrededor de esta iglesia se encuentra un antiguo hórreo y un cruceiro, y un poco más arriba la coqueta iglesia de San José.
Desde la playa do Castelo se recorre el Paseo Marítimo y el puerto, lleno de barcas de pesca que vuelven cada día cargadas del pescado y marisco que llegará a los restaurantes y chiringuitos de la zona. Destaca la emotiva estatua de A Vella (‘La Vieja’), una anciana sentada mirando al mar y esperando el regreso de los marineros, todo un símbolo de la villa y un homenaje a las familias de los hombres de la mar. El recorrido termina en la playa da Virxe y el santuario Virxe do Camiño, un templo de estilo gótico marinero del siglo XV que alberga una excepcional imagen del Cristo Crucificado del siglo XIV al que se le tiene gran devoción.
Playas, cascadas y chiringuitos
A 10 kilómetros al oeste de Muros se encuentra la enorme playa salvaje de Carnota con más de siete kilómetros de longitud (la más larga de Galicia), con tramos de dunas y marismas que son zona de descanso de las aves migratorias. Otra de las mejores playas de Galicia es la de Lariño, de casi dos kilómetros de arena fina y aguas turquesa, que tiene en uno de los extremos un fotogénico faro reconvertido en un coqueto hotel.
A pocos kilómetros de Muros se encuentra unos de los símbolos más importantes de la ría, el mítico Monte Louro, un peñón que se alza en solitario y que hace de puerta a toda la ría. Todo su conjunto es un tesoro natural con playas, pedregales, faros y unas vistas del horizonte increíbles. Sin embargo, lo más singular es la laguna de Xalfas, está cerrada al mar por las dunas de la playa de Area Maior, más conocida como playa de Louro. La zona húmeda se rodea de un pequeño bosquete inundable, y en época de lluvias puede llegar hasta los dos metros de profundidad. Junto a ella se abre la hermosa playa de arena blanca al pie de monte, creando una imagen espectacular.
El Mirador y la Cascada del Ézaro (Fervenza do Xallas), situados a poco más de media hora en coche, es otro de los imprescindibles que ver en los alrededores de Muros. Desde el mirador de Ézaro tendrás unas increíbles vistas a la Desembocadura del río Xallas, el monte Pindo, el océano y al fondo, el mítico cabo Fisterra. Unas pasarelas de madera te llevarán a la cascada de Ézaro, con un salto de agua de más de 40 metros de altura que puede contemplarse en su mayor esplendor en primavera y otoño.
Y no hay playa sin chiringuito. El más famoso de la temporada en Muros es O Cadraso, en la playa de Mondelo-Abelleira. Si estás de paso o muy cerca de la pequeña aldea de Abelleira, pásate por allí para comer uno de sus arroces o ver atardecer con sus mojitos y el buen ambiente que se crea. Apunta también el chiringuito Bornalle, y en la zona de Porto do Son, chiringuito do Fonforrón o el chiringuito As Furnas.
La belleza de Noia... y sus berberechos
Situada en el punto más interior de la ría de Muros y Noia se encuentra Noia, una de las villas medievales mejor conservadas de Galicia. Se la conoce como “la pequeña Compostela” y en el paseo por sus calles (es Conjunto Histórico Artístico) irás descubriendo palacios de piedra, hospitales medievales y elegantes pazos urbanos, como la Casa da Xouba y el Pazo Dacosta.
Noia cuenta con una singularidad única en Europa, pues alberga el conjunto de lápidas más antiguo del continente. Se trata del Museo das Laudas Gremiais, una colección de 500 lápidas de piedra talladas entre los siglos XIV y XIX. Estas se ubican dentro de la iglesia de Santa María A Nova (siglo XIV), uno de los templos más importantes de la ciudad junto a la iglesia de San Martiño con su torre inacabada a la que le acompaña una leyenda negra. Se contaba que aquel que osara terminar la torre tendría un final fatal. Y nadie se atrevió a hacerlo hasta que en el año 1973 tuvo lugar un trágico suceso. Ese año, el director de cine Claudio Guerín rodó en Noia “La campana del infierno” recreando con cartón piedra lo que faltaba de la torre. En la última secuencia, Guerín se subió a la torre para colocar la cámara, tuvo un traspiés y se precipitó al vacío. El joven cineasta encontró la muerte, con solo 35 años, y una cruz roja pintada en el lugar dónde cayó recuerda la tragedia.
Historias aparte, en Noia oirás hablar, sobre todo, de su berberecho, recogido artesanalmente, que cuenta con un sello de calidad propio. El marisqueo de la Ría de Muros y Noia es candidato a ser Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Un trabajo artesanal, duro y muy sacrificado, que se hereda de generación en generación y se realiza, sobre todo, por las mujeres mariscadoras. En el mes de octubre se celebra la Fiesta de Exaltación del Berberecho, cuando este delicioso molusco está en su mejor momento. Pero para probarlos en tu visita, puedes acudir al Mesón O Forno, el Restaurante Ferrador y Elisardo, donde hay que probar otras de las especialidades de la casa como las almejas a la marinera, las navajas a la plancha y las zamburiñas.
Castro de Baroña y las mejores playas
Una visita imprescindible en la Ría de Muros y Noia es al impresionante Castro de Baroña, el yacimiento castrense más importante de Galicia. Un poblado de la Edad de Hierro construido en un enclave único, en lo alto del monte Enxa, un promontorio rocoso sobre el mar y rodeado de fantásticas playas en el municipio de Porto de Son.
Allí encontrarás un mirador con las mejores vistas de la ría completa. Este poblado fue ocupado durante los siglos I a. C. a I d. C, y todavía se conservan los restos de varias viviendas y de las dos murallas que lo protegían. En el interior, aparecen tres plataformas con varias decenas de construcciones, la mayoría viviendas de planta simple, siempre en formas circulares. Hay un centro de interpretación en el Ayuntamiento abierto en verano (resto del año, por cita previa) que conviene visitar antes de ver el Castro de Baroña, de acceso libre y gratuito.
Porto de Son puede presumir de tener las playas más espectaculares de Galicia: la playa de As Furnas (famosa por el accidente de Ramón Sampedro que se llevó al cine en Mar Adentro), Queiruga, Río Maoir o Dique o la de Espiñerido. Más de 20 playas en 25 kilómetros de costa en las que darse un refrescante chapuzón en las aguas del Atlántico.
Dormir en un castro gallego del s. XXI
Simulando los castros celtas, como el de Baroña, Manuel Costiña ha construido un complejo hotelero único en Galicia: Retiro Costiña Wellness & Villas. El cocinero, que regenta el restaurante familiar Retiro da Costiña (con una estrella Michelin y 2 Soles Repsol) en Santa Comba, soñaba con este alojamiento de lujo en plena naturaleza, un conjunto de siete villas en forma ovaidal, con cubiertas vegetales, rodeados de plantas y flores aromáticas, con una decoración natural, cálida y muy acogedora. Y con la dimensión ‘mágica’ de los castros gallegos: al estar en zonas altas se creía que facilitaban el contacto con el cielo, con el más allá.
Cada una de estas villas lleva el nombre de castros descubiertos en la zona y asegura un descanso para sibaritas donde se sirven desayunos gastronómicos con el pan que elabora en su obrador para untar con mantequilla artesana, quesos de Silleda, huevos camperos, un riquísimo aceite gallego y frutos rojos de los bosques. Un lugar idílico al que la familia quiere trasladar el restaurante, que celebra este año su 85 aniversario, conocido por la calidad de los pescados y mariscos (sus jornadas del centollo son famosísimas) que llegan de las lonjas de la Ría de Muros y Noia.