Castropol visto desde Ribadeo. Principado de Asturias, España, Europa© M Ramirez / Alamy Stock Photo

Ostras ecológicas, villas marineras y playas salvajes: descubre los secretos que esconde la costa occidental de Asturias

Probar las ostras de la ría del Eo en su entorno natural es un buen motivo para recorrer el occidente astur pegados al mar. La frontera natural con la vecina Galicia es una tierra llena de encanto y de planes veraniegos


7 de agosto de 2024 - 13:54 CEST

En la pequeña ensenada de La Linera, entre Figueras y Castropol, los pueblos marineros más occidentales del Principado de Asturias, se cría la única ostra ecológica de España. La empresa Acueo se encuentra en Castropol y ha puesto en el mapa gastronómico este manjar, un bocado natural al alcance de cualquiera, “no es ningún lujo", advierten Nuria Núñez y el biólogo Eduardo Martín, los fundadores, que animan a probar sus ostras en la terraza del caseto del paseo del puerto marítimo de Castropol que se llena de visitantes, sobre todo en verano, deseosos de degustarlas con vistas a la ría donde nacen.

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© Svetlana Zhukova / Alamy Stock Photo

El curso del río Eo es muy corto (unos 14 km2), está libre de vertidos y cuando sube la marea, las aguas fluviales se mezclan con las marinas lo que supone una gran riqueza de nutrientes para las ostras

Eduardo Martín, biólogo y fundador de Acueo

Ostras ecológicas con sello asturiano

La Ría del Eo, una frontera natural que separa Asturias y Galicia, es el lugar perfecto para la crianza ecológica de esta joya de la gastronomía. “El curso del río Eo es muy corto (unos 14 km2), está libre de vertidos y cuando sube la marea, las aguas fluviales se mezclan con las marinas lo que supone una gran riqueza de nutrientes para las ostras que nacen en las ‘mesas’, que es el tipo de bateas que utilizan porque la profundidad de la ría es pequeña”, detalla el biólogo de Acueo que no escatima en explicaciones y detalles mientras abre con habilidad las ostras que se sirven en la terraza pegada a la ría, desde donde se puede divisar el acuicultivo cuando baja la marea.

© Acueo

Las ostras se sirven durante todo el año acompañadas de un culín de sidra, pero el momento de mayor animación se produce durante el festival 'Somos la Ostra', que se celebra a principios de mayo.

© Acueo

Las ostras se crían en las llamadas 'mesas' un tipo de batea especial de la zona que se adaptan a la perfección a la poca profundidad que tienen las aguas de la ría.

La variedad de ostra que se cultiva es la Crassostrea giga, del tipo cóncava o rizada, también conocida como francesa. Cuando alcanzan la medida deseada, pasados unos dos años o dos años y medio, se lleva a cabo la captura y las ostras pasan un par de días por la depuradora que está en el mismo puerto de Castropol. Después se aplica un lavado con agua dulce, se envasan por tamaño y se etiquetan con el indicativo de producto ecológico y el sello del Principado de Asturias.

Las ostras se sirven durante todo el año, acompañadas de un culín de sidra o de una copa de vino, pero el momento de mayor animación y cuando este molusco cobra todo el protagonismo es durante el Festival Somos la Ostra, a principios del mes de mayo, con showcooking de los cocineros de la zona, degustaciones, música y muchas otras actividades como el concurso de abridores de ostras o la competición de traineras.

Villas marineras y fabulosas playas

Un paseo por la ilustre villa de Castropol, que luce los títulos de Pueblo Ejemplar y Bien de Interés Cultural (BIC), nos descubrirá un casco histórico en el que destaca tanto la arquitectura civil como la religiosa de los últimos tres o cuatro siglos. Veremos palacios y casas blasonadas, capillas, iglesias y plazas que muestran su pasado más glorioso. Destaca la capilla de Santa María del Campo, la única que se salvó del incendio de 1587 que arrasó el pueblo.

© Raul Hernandez Balbuena / Alamy Stock Photo

En Castropol destaca también  la iglesia de Santiago Apóstol con su torre rematada en aguja. Este templo es una parada para los peregrinos del Camino de Santiago a su paso por Asturias

La antigüedad que destilan sus piedras unido al aroma marinero de sus fogones y su vocación náutica hacen de esta villa un lugar único, de vistas panorámicas espectaculares ya que su elevación sobre la Ría del Eo convierte a la parte alta de Castropol en un imponente mirador cuya perspectiva desemboca en el Cantábrico.  

El precioso pueblo de Vegadeo, atravesado por el río Suarón. Esta localidad tiene una arraigada cultura del agua, de hecho, este río tuvo una significativa concentración de herrerías (o mazos). De ellos destaca el mazo de Meredo.

 

Hacia el interior de la ría se encuentra Vegadeo. Entre puentes y palacios (existe una ruta de palacios), ríos y mazos, huertas y caseríos y los peregrinos que avanzan por la costa discurre la vida de la villa. La Cruz de Paramios, en Monticelo, el típico crucero a pie de camino invita a los caminantes a hacer una parada y rezar. Como consecuencia de los distintos caudales que desembocan en el Eo, Vegadeo es un terreno donde existe una arraigada cultura del agua que ha ideado ingenios hidráulicos, por ello una de las visitas más recomendables es la del mazo de Meredo o Suarón, que además cuenta con área recreativa. Su estratégica situación fronteriza marcó la historia de la zona y ahora se recuerda con la Ruta del Estraperlo, sin olvidar su condición de ribera fluvial, lo que se percibe con nitidez en la Senda de la Ría del Eo. 

Cerca del Atlántico, a los pies del puente de los Santos que enlaza Asturias con Galicia, se encuentra Figueras. Desde su coqueto puerto pesquero disfrutarás de una estampa imborrable. Esta serena y privilegiada localidad cuenta con una amplia tradición pesquera y conservera, pero destaca también su industria de construcción naval, cuyas primeras referencias en este enclave se remontan al siglo XVII. Sus empinadas calles sirven de transición entre las casas marineras, en la parte baja de la localidad, y las más pudientes, en la atalaya.

© Bildarchiv Monheim GmbH / Alamy Stock Photo

El palacete de Peñalba, en Figueras, data de 1912 y fue construido por el arquitecto militar Ángel Arbex, uno de los discípulos de Gaudí. Es un buen ejemplo de cómo el Art Nouveau (o Modernismo) se integró en la arquitectura indiana

Recorrer Figueras subiendo hasta sus miradores, vivir el ajetreo del puerto deportivo, centro de la vida social, contemplar la Torre del Reloj y la capilla de San Román, construida en el siglo XIX gracias al Gremio de Mareantes, es una maravilla. Aprovecha el paseo para conocer el palacio de Pardo Donlebún y el Palacete Peñalba, construido a principios del siglo XX por el arquitecto militar Ángel Arbex, uno de los discípulos de Gaudí, y que integra el Art Nouveau en la arquitectura indiana.

Paseos en barco y en canoa por la ría

Desde cualquiera de estas tres poblaciones salen barcos de recreo que navegan por la desembocadura de la Ría del Eo en el mar Cantábrico, uno de los estuarios más bonitos de España. Hay salidas constantes, cada media hora, con paradas en los puertos de Castropol, Figueras y Ribadeo (6 euros por persona), y otros recorridos más extensos que llegan hasta la playa de Arnao y el faro de Isla Plancha. Con la empresa de turismo activo Ciento Volando se puede realizar el descenso del río Eo en canoa, descubriendo su flora y su fauna en un relajado paseo que puede hacer toda la familia (a partir de 6 años) en embarcaciones anti-vuelco.

© Cro Magnon / Alamy Stock Photo

La espectacular playa de Penarronda, entre los concejos de Castropol (Barres) y Tapia de Casariego (Santa Gadía). Está considerada Monumento Natural. Además, forma parte de la Reserva de la Biosfera Río Eo, Oscos y Terras de Burón.

Cerca del mar, en playas únicas

Si nos acercamos al mar, nos encontraremos con la playa de San Román, una pequeña cala de acceso rodado situada en la villa de Figueras, entre los astilleros y el Puente de los Santos a la que sólo se puede acceder en bajamar. Es una playa de arenas gruesas, la que más suele llenarse en verano. La playa de Penarronda la comparten los concejos de Castropol (Barres) y Tapia de Casariego (Santa Gadía). Está considerada Monumento Natural porque entre su flora se encuentra la Malcomia littorea, es decir, alhelí de mar, una especie en peligro de extinción, que no está presente en ningún otro lugar de Asturias. Forma parte de la Reserva de la Biosfera Río Eo, Oscos y Terras de Burón y, además, es una belleza con su forma de concha alargada y con una roca redonda en el centro que da nombre a la playa y, debido a sus vientos y el fuerte oleaje, es una de las preferidas de los surfistas.

Cocina marinera

La cocina del concejo de Castropol es, sobre todo, marinera. Sorprende por el protagonismo de los productos de la ría, las ostras y las almejas, que pueden probarse en una receta muy típica de la zona, cocinadas en un guiso con fabas. La oferta gastronómica es amplia y variada. Hay restaurantes infalibles como Casa Vicente, que dispone tanto de taberna de vinos y tapas, como de restaurante. Casa Cachón, Pena Mar, el Mesón La Santina y El Castelo completan las opciones más recomendables por la zona.

En Figueras tienes que tapear por el muelle o sentarte a la mesa del restaurante Penalba, que mantiene inamovibles en su carta platos tan emblemáticos como la merluza a la sidra o las fabas con almejas. El concejo de Tapia de Casariego, muy cerca de Castropol, es un buen destino gastronómico y el desfile de pescados (besugo, bonito, pixín, centollo, bogavante…) o una buena caldeirada de mariscos, típica de Tapia, serán un acierto seguro.

Un hotel con historia

En la zona encontrarás una gran oferta de apartamentos turísticos y pequeños hoteles. Pero si buscas un alojamiento con encanto, tu destino es El Gran Hotel Brillante, de aires decimonónicos, enclavado en otra desembocadura, la del río Nalón, el más largo y caudaloso de Asturias. Se encuentra en San Esteban de Pravia, un punto estratégico para descubrir la costa y los verdes valles del occidente astur.

© Hotel Brillante

Inaugurado en 1905, el Gran Hotel Brillante, ubicado en la localidad de San Esteban de Pravia, ha tenido ilustres huépedes, entre ellos al poeta Rubén Darío o al pintor Joaquín Sorolla

En 1905 se inauguraba la Pensión Brillante para albergar a los primeros turistas que acudían hasta este lugar atraídos por la belleza del paisaje y la calma que se respira. En el Gran Hotel Brillante recalaron ilustres personajes como, entre otros, el poeta modernista y premio Nobel Rubén Darío o el pintor Joaquín Sorolla. El hotel cuenta con 14 exclusivas habitaciones, decoradas con suelos de mármol formando un damero en blanco y negro, molduras en los techos, arreglos florales y modernas lámparas de diseño.

La joya es la gran suite Rubén Darío, con vistas a la ría. En las plantas altas se distribuyen 10 residencias, a modo de apartamentos privados, con distinta capacidad. El momento del desayuno es un disfrute máximo con una exquisita selección de bizcochos caseros, frixuelos, tostadas, showcooking de revueltos al gusto, tortillas, frutas de temporada, selección de embutidos y quesos, mermeladas, frutos secos, cereales, yogures… y la selección de panecillos. Con opciones para vegetarianos y celíacos, elaboradas en la propia cocina, para que comer diferente sea un placer.

El restaurante del hotel, abierto a todo el público, ofrece cocina con el mejor producto fresco y de cercanía, a la carta o en un completo menú donde destaca el tronco de bonito del Norte, el royal de pitu caleya, el pastel de cabracho y el arroz con leche. Y en la terraza, durante el verano, se puede disfrutar del Champán Bar, con una carta de copas burbujeantes y ricos bocados para acompañar.

Miradores y estampas inolvidables

Desde el hotel hay unas vistas extraordinarias, tanto de la ría como de San Juan de la Arena, en su margen derecha. Y si nos animamos a dar un buen paseo, en la cala de El Garruncho comienza la Senda de los Miradores (tras subir de 420 escalones), que continúa hasta la playa de Aguilar, con unas vistas increíbles sobre los acantilados y el Cantábrico.

© Luca Quadrio / Alamy Stock Photo

El precioso pueblo de Cudillero, con sus casas de colores, puede ser una de las estampas más fotografíadas del occidente astuariano.

Muy cerca se encuentra Cudillero, con sus casas de colores formando un balcón hacia el puerto y el mar, una de las estampas más fotografiadas del occidente asturiano, y tomando una sinuosa carretera nos llevará hasta al Mirador de Monteagudo, con un tramo final a pie entre pinos, que ofrece una vista privilegiada de la desembocadura del Nalón, donde se mezclan el verde intenso con el azul marino del bravío Cantábrico.