El Adriático al Este, el Jónico al Sur y el Tirreno al Oeste, pero también otros menores como el mar de Liguria o el de Cerdeña bañan sus costas. En ellos existen multitud de islas, más de 800, con playas, paisajes y naturaleza sorprendentes. Hoy nos vamos en busca de alguna de las más desconocidas, pequeños paraísos para desconectar y disfrutar de la buena vida.
PROCIDA
La isla de las bellas casitas en tonos pastel, colgadas del acantilado y frente al mar, es el gran tesoro de la bahía de Nápoles. Un lugar poco conocido, al menos en España, pese a que hace dos años fue Capital de la Cultura Italiana. Un buen refugio para huir del bullicio de Nápoles (a poco más de media hora en ferri) y buscar un turismo pausado de sabor mediterráneo, donde detenerse a contemplar la belleza y autenticidad de cada rincón y a cada paso. Hay pequeños hotelitos, restaurantes de cocina tradicional y barcos de pescadores que salen cada día a faenar. En lo más alto de la isla, Terra Murata, una fortaleza desde donde tendrás la mejor panorámica.
TORCELLO
Hay una Venecia más allá de la multitudinaria Venecia, la que componen sus numerosas islas esparcidas por su laguna, muchas de ellas alejadas de multitudes y a las que se llega tranquilamente en vaporetto. Un poco más allá de Burano está la isla de Torcello, que en su día llegó a ser una de las más habitadas hasta que la malaria hizo que la población la abandonase y hoy apenas la habitan un puñado de venecianos. Su basílica, Santa María Asunta, fue en su día catedral y es uno de los edificios más visitados.
ISLA DE BUDELLI
Cerdeña es una isla bien conocida de Italia que atrae cada año a los turistas por sus playas y aguas color turquesa, encantadores pueblos y ciudades con sabor español. Es en su parte más septentrional donde esconde un hermoso archipiélago que es parque nacional, el de la Maddalena, compuesto por siete islitas de espléndidos paisajes y ricos fondos marinos. La de Budelli posee una playa única en el mundo por su arena rosa. Situada en cala di Roto, solo es posible visitarla desde el mar y a la distancia, porque se ha protegido para evitar su deterioro y hoy en día no es posible llegar a ella a pie.
ISLA DE GARDA
Alejada del mar, para visitar esta encantadora isla hay que viajar a los lagos del norte de Italia, en la orilla de Brescia del lago di Garda. Lo que llama la atención en ella es el lujoso palacio, construido en el siglo XX en estilo neogótico veneciano, rodeado de espléndidos jardines que descienden hasta las aguas del lago. Desde los principales puertos del lago parten tours para visitar esta isla que abre al público.
ISLAS ÉGADAS
Frente a la costa occidental de Sicilia el archipiélago de las Égadas lo forman las islas de Favignana, Levanzo (en la imagen) y Marettimo, las más grandes de todo el conjunto; junto con las más pequeñas de Stagnone, Formica, Galera, Galeotta, Preveto, Maraone y Fariglione. Se llega a ellas desde Trapani, en la costa oeste siciliana, para disfrutar de sus magníficas playas, algunas entre las mejores de Italia, de las aguas cristalinas donde practicar buceo o snorkel, de la naturaleza y de la gastronomía a base de buenas pastas y mejores pescados. También para descubrir un destino inesperado, al menos para los turistas extranjeros.
FILICUDI
La pequeña Filicudi, perteneciente al archipiélago de las Eolias, lo es aún más si la comparamos con la cercana Sicilia. Una isla desconocida para la inmensa mayoría pese a que este archipiélago, formado por siete islas (Lipari, Salina, Vulcano, Estrómboli, Alicudi, Panarea y Filicudi) fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 2000. Un rincón de Italia refugio de artistas que cada dos años celebran en ella una Bienal de Arte y al que los visitantes llegan para disfrutar de forma pausada, porque aquí el turismo aún es controlado, para relajarse en sus playas volcánicas, practicar buceo en excepcionales fondos marinos y hacer rutas por su naturaleza virgen.
LIPARI
La más grande y monumental de las islas Eolias es también la menos volcánica de todas. En la ciudad hay que pasar por la Marina Larga y la Marina Corta, donde hay más ambiente, descubrir el castillo, sobre un promontorio rocoso, la acrópolis o la imponente Catedral. También es un buen lugar para relajarse en sus playas (tanto de arena blanca como volcánica) y hacer actividades en la naturaleza, como rutas senderistas.
CAPRAIA
En el mar Tirreno, la naturaleza volcánica de la isla de Capraia forma parte del Parque Nacional del Archipiélago Toscano. Un paraíso natural de playas salvajes, aguas cristalinas en las que practicar snorkel y senderos naturales por los que pasear. No hay que perderse el fuerte de San Giorgio, la marina o calas como Vetriolo o cala Rossa. También degustar sus reconocidos quesos de cabra o los platos de pescado fresco, en especial la pota rellena. También hay que visitar el resto de las islas del archipiélago, como Elba, Giglio, Pianosa o Giannutri.
PONZA
Frente al tramo costero que va desde Roma a Nápoles la tranquila isla de Ponza, perteneciente a las islas Pontinas, fue uno de los lugares favoritos de descanso de los romanos que construyeron aquí numerosas villas. Preciosas playas, pueblos cuyas casas en tonos pastel desciendo por el acantilado descolgándose hasta el mar, buena gastronomía y un ritmo pausado hacen de isla mediterránea una delicia.
ISCHIA
La belleza de esta isla es tal que aquí se rodó la película El paraíso de repente, de Leonardo Pieraccioni, y es que tiene mucho de edén. Situada al norte del golfo de Nápoles, Ischia conserva un encantador casco histórico de calles estrechas donde abren pequeñas tiendas locales y su esencia de pueblo de pescadores, pese a que recibe más visitas que el resto de islas. Es el castillo Aragonés lo que más llama la atención, pero también tiene magníficas playas de arena fina y dorada y reconocidas aguas termales, con varias termas como los Jardines de Poseidón, las termas de Castiglione o de Casamicciola.