Hay muchas formas de visitar la afamada Costa Brava, especialmente durante el verano, un litoral prodigioso frente al Mediterráneo donde se encuentran algunas de las calas más bellas del país y pueblos encantadores en os que es fácil perder la noción del tiempo. Pero también hay otros rincones maravillosos, quizás menos conocidos, como son sus jardines sobre los acantilados. Tres grandes tesoros que esconde esta costa y que los encontramos en los jardines de Cap Roig, en Palafrugell; el jardín botánico de Marimurtra, en Blanes; y los jardines de Santa Clotilde, en Lloret de Mar.
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Tras su visita al taller del escultor catalán Jaume Plensa, en la que fueron recibidas por el propio artista, la princesa Leonor y la infanta Sofía tendrán un encuentro con jóvenes dentro de los programas de a Fundación Princesa de Girona en los jardines de Santa Clotilde, que mañana serán otros de los protagonistas del día.
De estos jardines pueden decirse muchas cosas, pero especialmente que son un auténtico delirio. Más de 25.000 metros cuadrados de espacios verdes sobre el acantilado y con impresionantes vistas al Mediterráneo que fueron diseñados en 1919 por el paisajista y arquitecto Nicolau María Rubió i Tudurí, máximo exponente del paisajismo catalán, sobre unos terrenos que anteriormente ocuparon unas viñas. Los jardines fueron un encargo del marqués de Rovirauta, con el deseo de crear un clásico jardín del Renacimiento en la costa ampurdanesa. Su nombre se debe a su primera esposa, quien falleció siendo joven.
El diseño se creó apostando por un conjunto de terrazas superpuestas con enormes escalinatas -entre cuyos escalones hay plantada hiedra-, junto con plazas, varios senderos que se cruzan entre sí, vegetación autóctona que acompaña a cada paso y sobre todo, unas increíbles vistas al Mediterráneo.
El paseo lleva a caminar entre pinos, tilos, alberos o cipreses, todo cuidado con mimo. Por el camino se encuentran fuentes y pequeños estanques que refrescan el ambiente. Pero no todo el protagonismo lo tiene la masa vegetal, sino que lo comparte con otros elementos: las esculturas que van apareciendo en el recorrido. La diosa Venus, varios bustos al estilo del Imperio romano o la llamada escalera de las sirenas, con las esculturas de bronce de María Limonada, representando a estas figuras mitológicas.
En su libro, Guía de la Costa Brava, Josep Pla dijo de estos jardines: “La gran escalinata, flanqueada por soberbios cipreses y orientada hacia la punta de Santa Cristina, produce una impresión inolvidable y es uno de los momentos más bellos de esta costa”.
MUY PRÁCTICO
Para visitar los jardines de Santa Clotilde (entrada 6€ y reducida 3€) se hace de lunes a domingo, de 10 a 20 horas. Los sábados de los meses de julio y agosto se realizan visitas teatralizadas y los días 4 de agosto y 1 de septiembre hay visitas guiadas para conocer la historia de estos jardines.
LOS OTROS JARDINES DE LA COSTA BRAVA
Si estamos recorriendo la costa de Girona y el del Santa Clotilde nos ha enamorado, no hay que perderse la visita a los otros dos jardines que forman parte de su tesoro natural:
JARDINES DE CAP ROIG
Situados en Palafrugell, en sus 17 hectáreas se encuentran miles de especies botánicas procedentes de todos los rincones del planeta, entre las que también hay espacio para esculturas de artistas tanto nacionales como internacionales. El epicentro de todo se encuentra en el castillo, donde tiene lugar cada verano el famoso Festival de Música de los Jardines de Cap Roig, una cita imprescindible en la temporada estival de la Costa Brava.
JARDÍN BOTÁNICO MARIMURTRA
Hay que acercarse a Blanes para descubrir este jardín que, en términos botánicos al menos se encuentra entre los más interesantes de Europa. Situado también en los espectaculares acantilados sobre el Mediterráneo, con las mejores panorámicas de la costa, su creación se debe a Carl Faust, un empresario apasionado de la botánica que ideó cuatro hectáreas de universo vegetal donde están plantadas más de 4.000 especies de los cinco continentes que representan a jardines de tipo subtropical, temperado y mediterráneo.
Como en los anteriores, este oasis natural merece una visita pausada para todos los que quieran descubrir la belleza oculta de la Costa Brava, más allá de sus playas.