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Así es la experiencia de navegar en velero por la costa de Croacia

Desde Istria hasta Dubrovnik navegamos por una de las travesías más bellas que regala el Mediterráneo, entre maravillas naturales e históricas. ¡Desplegamos las velas!


25 de junio de 2024 - 17:07 CEST

La costa croata aún puede presumir de paisajes que se exhiben en toda su pureza. Casi dos mil kilómetros de litoral que continúa siendo una sucesión de aguas cristalinas que surcan cuevas rocosas, calas de suaves guijarros hasta donde llegan los pinos e islas, la friolera de más de un millar de islas de formas caprichosas, que emergen como vergeles perdidos en el Adriático. 

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El país está lejos de ser un destino de playa al uso, como lo entendemos en el Mediterráneo, pese a encerrar en su mar turquesa algunos de los mejores baños del continente. Y es que Croacia carece de grandes arenales y su complicada orografía impide seguir muchas veces el perímetro por tierra firme. Sí es, sin embargo, un paraíso para la navegación, el rincón ideal para abordar en velero esa franja enmarañada en la que se alternan ciudades medievales con aldeas de pescadores y vestigios romanos con monumentos bizantinos.

Una forma diferente (y original) de conocer el país huyendo de las posibles masificaciones en verano, porque tu barco será tu pequeño paraíso particular. Piensa en las velas desplegadas, empujadas por el viento mistral, recalando de puerto en puerto por la que tal vez sea una de las travesías más bellas que regala el Mare Nostrum: desde Istria hasta Dubrovnik, sin más equipaje que el traje de baño, un arsenal de crema solar y un calzado cerrado de goma, los llamados escarpines, que hasta el más osado agradecerá en sus chapuzones desde rocas afiladas.

© Cordon Press

 ¿CÓMO ALQUILAR EL BARCO?

Hay varias empresas que alquilan veleros, goletas u otras embarcaciones para navegar por la costa y a precios muchas veces más bajos de lo que uno piensa. Los veleros pueden alquilarse con patrón, e incluso cocinero si se quiere, o sin patrón si se dispone del carnet reglamentario. Ofrecen veleros en la costa croata empresas como Aproache (aproache.com), con diferentes goletas, desde más sencillas a otras de lujo, disponibles para distintas capacidades que puedes alquilar para un grupo de amigos. Click&Boat (clickandboat.com) también ofrece barcos en diferentes puntos de la costa de Croacia. Con Croatia Charter (croatiacharter.com/es) puedes alquilar desde barcos de vela con diferentes capacidades a yates, catamaranes, goletas… con o sin tripulación. 

¿CÓMO ES LA NAVEGACIÓN?

Podemos comenzar navegando en la península de Istria, la mayor del Adriático, en un mar que es como una balsa. Luego hay que serpentear por las islas Losinj y Cres en el archipiélago de Kvarner, donde se identifica una pasión italiana que impregna especialmente a la gastronomía. Este enclave además está comunicado con Venecia. Más abajo, en Zadar, Sibenik o Trogir perviven los ecos medievales en sus abigarrados centros, al lado de ruidosas tabernas de innegable sabor marinero. Y en Split, donde el barco se arrima sorteando las mejores playas, el palacio de Diocleciano es más que una ruina romana: un monumento vivo donde tomar un café enmarcado por paredes milenarias. 

© Cordon Press

Puerto de la isla de Hvar

Seguimos a bordo del velero avanzando rumbo sur mientras la vida transcurre alejada de las urgencias cotidianas. Hay tiempo para entregarse a un buen libro en el calor de cubierta, alargarse en sobremesas eternas después de un pescado a la parrilla o aguardar a la invasión de las estrellas mientras el sol se cuela en el Adriático. Cada día depara una nueva sorpresa, como cada travesía alcanza una nueva isla. No existen dos iguales a lo largo de la costa croata. Inhóspitas y deshabitadas, o rodeadas por altos picos entre viñedos y olivares. Desde la apacible Dugi Otok, con sus discretos pueblos, hasta la exuberante Mljet, horadada por lagos esmeralda. El velero bordea Hvar, conocida como la ‘Ibiza de los Balcanes’, y Korcula, encumbrada por su encanto de piedra, que presume además de ser el lugar donde nació Marco Polo. 

Antes de llegar a la última meta del viaje, junto a Korkula merece la pena hacer escala en Ston, a tan solo 59 kilómetros de Dubrovnik. Un pequeño pueblo medieval asentado en un istmo que une la península de Peljesac con el continente donde se produce la ostrea edulis, un tipo especial de ostra que solo puede encontrarse en este lugar, donde también es famosa la sal: en él reside la salina activa más antigua del mundo. Además de disfrutar de su encantador casco histórico asomado al mar, en cualquiera de sus restaurantes se puede degustar su especialidad exquisita (y dicen que afrodisíaca) preparada de mil y una formas (gratinada, en salsa, como sopa…) o simplemente fresca y deliciosa.

© Cordon Press

La ciudad amurallada de Dubrovnik pondrá el broche de oro a la navegación.

El final de nuestro viaje nos lleva a la marina de Dubrovnik, donde habrá que competir con cientos de barcas de motor, botes de pesca y cruceros mastodónticos, especialmente si la navegación la hacemos los meses de verano. Porque la gran joya del país es la ciudad recuperada y reconstruida que más luce y lo hace como antaño. Encajada entre el mar y la montaña y abrochada por gruesas murallas. Habrá gente, sí, pero hay que perderse entre sus muchos encantos, porque es el broche perfecto a un viaje inolvidable.