Una preciosa villa convertida en una de las grandes joyas de esta costa italiana que presume de ser el Mediterráneo más glamuroso. En ella la vida es más 'dolce', más serena, más bella.
“Positano te marca. Es un lugar de ensueño que no parece real mientras se está allí, pero que se hace real en la nostalgia cuando te has ido”. Así describía uno de sus más ilustres visitantes, el novelista norteamericano John Steinbeck, este exquisito pueblo de la Costa Amalfitana declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco que conserva décadas después su misma esencia. Para llegar hasta él lo mejor es alquilar un coche desde Nápoles -mucho más divertido y glamuroso si puede ser un descapotable– y antes disfrutar de los paisajes que, encajonada entre el mar y la montaña, regala la Strada Statale 163, la estrecha carretera que recorre uno de los tramos costeros más soberbios de la Europa mediterránea a lo largo de 50 kilómetros. Al un lado quedarán las azules aguas del luminoso mar Tirreno y al otro una serie de pueblitos encajonados entre la montaña y el mar, desde Positano a Vietri Sul Mare, que se suceden uno tras otros como las cuentas de un collar.
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DESTINO DE FAMOSOS
Positano ha sido durante décadas destino de celebridades de la talla de Elisabeth Taylor, Richard Burton, Roberto Rossellini, Steinbeck, Picasso o Klee que cayeron perdidamente enamorados de la belleza de los paisajes terrestres y marinos de este glamuroso pueblo. Aquí tenía una casa el director Franco Zeffirelli, villa Treville, por la que pasaron numerosos personajes ilustres y que hoy es un precioso hotel de lujo: villatreville.com con un encantador restaurante de imponentes vistas.
SOBRE EL ACANTILADO
Uno de los encantos de Positano reside en su ubicación, encaramado como está sobre el acantilado, lo que hace que sus calles sean empinadas con escalinatas empedradas, sombreadas por higueras. Las antiguas casas de pescadores, asomadas al mar como desafiando a la gravedad, hoy también han sido reconvertidas en hoteles de lujo.
AL ATARDECER
Las panorámicas que regala Positano permiten admiran el profundo mar azul del Mediterráneo desde un lugar privilegiado. Son más espectaculares aún con la puesta de sol que se contemplan desde los jardines y terrazas superpuestas a distintas alturas, rodeados por el perfume de las buganvillas y las glicinas. También hay cruceros que parten a última hora de la tarde para contemplarlas desde el mar.
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DÍAS DE PLAYA Y SAL
Visto desde el mar, Positano ofrece una panorámica vertical de todos los colores, con el verde de los montes Lattari, los tonos pastel de las casas mediterráneas, el gris plateado de sus playas de guijarros y el azul del mar. Porque playas hay dos, Spiaggia Grande, justo en el centro donde desembocan todas las calles del casco antiguo, con su reconocible imagen de hileras perfectamente rectas de hamacas y sombrillas de colores frente al mar. Y Spiaggia Fornillo -ambas son de guijarros- algo más alejada del centro y bajo los acantilados.
EXPLORANDO EL ENTORNO
Si después de unas horas tomando el sol, de compras por las boutiques de colores de Positano, y comiendo Delizia al Limone en la terraza del restaurante La Zagara (lazagara.com) apetece explorar otros rincones, hay que llegar seguir los caminos que llevan a otro pequeños lugares de montaña por encima de Positano, como Montepertuso o la aldea de Nocelle.