Da igual las veces que se publiquen las recurrentes listas de ‘lugares que visitar al menos una vez en la vida’ o ‘sitios que ver antes de morir’, Venecia siempre está y estará en ellas. Y es que la ciudad y las 118 islas de la laguna forman un conjunto a orillas del Adriático de celebrada belleza que forma parte del Patrimonio de la Humanidad. Al ‘salón más bello de Europa’, como la definió Napoleón por su prodigiosa arquitectura, sus encantadores puentes o sus bellísimos canales, se va por primera vez a recorrer la plaza de San Marcos y asomarse al Palacio Ducal, pasear por el Gran Canal, cruzar el puente de Rialto o navegar en góndola, los clásicos que pocos –o más bien ninguno– de los viajeros se pierden. Pero, una vez superados, es hora de revisitarla saliendo en busca de experiencias locales.
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Para conocer esa otra Venecia, si se quiere más auténtica, nos apuntamos a dos de los talleres con los que el Avani Rio Novo Venice, un estiloso hotel situado en el barrio de Dorsoduro, invita a explorar la ciudad de una manera diferente. El primero de ellos nos sumerge en el increíble mundo de las máscaras venecianas a través de uno de los artistas más reputados de la ciudad. En la isla de la Giudecca nos espera Augusto Maurandi en su taller situado en el molino Stucky, la que antaño fue la fábrica de cerveza más antigua de Venecia, hoy un espacio con galerías de arte y talleres de artesanos.
La fábrica de cerveza más antigua de Venecia ahora es un espacio con galerías de arte y talleres de artesanos
En una sala repleta de máscaras de todos los tamaños y colores y cientos de accesorios y pinturas por todas partes, Augusto nos relata la historia de las máscaras venecianas y el nacimiento de la profesión de los maschereri, que se remonta a la Edad Media, cuando empezaron a formar parte de la vida cotidiana de la ciudad. A partir del siglo XIII se popularizaría su uso con la celebración del Carnaval, aunque será en el XVIII cuando alcance su esplendor. Vestido con su tricornio y delantal, el artesano nos va mostrando los diferentes tipos. La moretta, utilizada solo por las mujeres; las de la Comedia del Arte italiana, como Pantalone, Arlecchino o Colombina, donde cada personaje llevaba una máscara según su personalidad; o el doctor de la peste, la primera de protección médica.
Hoy, en su taller Carta Alta, elabora máscaras con técnicas tradicionales de los maestros venecianos junto a investigaciones contemporáneas utilizando el papel maché, que posee elasticidad y suavidad, lo que permite que se adapten de forma cómoda al rostro. Sus pequeñas obras de arte han conquistado Hollywood y han aparecido en series como Gossip Girl o películas como Spider-Man 2 o Cincuenta sombras de Grey, donde se utilizó la técnica del merletto o encaje de aguja de Burano. Habrá que esperar al estreno de Megalópolis, de Francis Ford Coppola, este 2024 para ver, con mucha probabilidad, otra de sus creaciones.
Tras escuchar sus historias, es el momento de ponerse un delantal y elegir entre los diferentes modelos de máscaras blancas, las decoraciones a aplicar, los colores y las luces. Siempre con su ayuda, vamos decorando la máscara, que luego nos llevaremos a casa con la feliz sensación de habernos convertido en auténticos maschereri venecianos.
Para vivir la segunda experiencia nos trasladamos a la isla de Murano, cerca del Museo del Vidrio, donde se encuentra el estudio de Andrea Penzo y Cristina Fiore. Una pareja que realiza trabajos con vidrio para crear piezas únicas. Cristina nos guía en un viaje por este arte y la historia de sus propias obras e instalaciones contemporáneas. También vemos pequeñas joyas, como una colección de anillos creada junto a la diseñadora Roberta Anita Maria Pedrazzani, o las piezas que realizaron para una colaboración con Fendi en el desfile de alta costura primavera-verano 2021 de París.
Es fácil quedarse extasiado mirando cómo Andrea trabaja el vidrio con la técnica tradicional del lampworking, consistente en acercar las varillas a la llama de un soplete hasta ablandarlas para poder modificar su forma. Luego nos toca a nosotros, al menos intentarlo, crear pequeñas perlas que guardaremos como un preciado recuerdo. “Es importante que quienes visitan el taller tengan una experiencia verdadera, trabajen el vidrio y creen una perla como lo hace un artesano”, nos dice Cristina. Y así es. ¿Puede uno llevarse mejor recuerdo de Venecia que lo aprendido y vivido en los talleres de estos artistas locales que comparten con nosotros sus conocimientos adquiridos de aprendizajes con siglos de tradición? Seguramente no. Tras la experiencia, es hora de perderse por las calles de Venecia y empaparse de su belleza melancólica, hasta la próxima visita. Porque siempre hay motivos para regresar.
El apunte experto
- Descubrir en el Museo del Vidrio de Murano los 700 años de historia de este cristal, con valiosas piezas producidas desde el siglo xiv hasta nuestros días.
- Al menos una vez en la vida, visitar Venecia durante el Carnaval: alquilar un traje, ponerse una máscara y asistir a alguna de las exclusivas fiestas, como Il Ballo del Doge.
- Tomar unos cicchetti –parecido a las tapas– en los bacari –tabernas venecianas tradicionales– de Fondamenta della Misericordia. La Venecia de los venecianos, más alejada del turismo.
- Comenzar el día con una sesión de running guiados por un experto local y descubrir nuevas y originales rutas cuando la ciudad aún no ha despertado. Avani Rio Novo Venice ofrece también esta experiencia.
- Cientos de libros acumulados por todas partes, también dentro de góndolas, esperan al lector en Acqua Alta, en el sestiere (distrito) de Castello, una de las librerías más originales del mundo.
Guía de viaje