Puente Viesgo tiene tesoros de hace millones de años y otros que apenas acaban de estrenarse y tanto unos como otros no pueden causar más admiración. Antiguas, de la Prehistoria, son las cuevas de Monte Castillo, que junto a la de Altamira y otra docena de Cantabria formar parte del Patrimonio de la Humanidad. Y nuevo es el Centro de Arte Rupestre, abierto para dar a conocer este legado y que ha traído de nuevo a Alberto de Mónaco hasta este pequeño pueblo en el corazón del valle del Pas. El motivo es la inauguración de la exposición dedicada a su tatarabuelo, el príncipe Alberto I, que, además de dar nombre al centro, fue una figura decisiva como promotor de la investigación en las cuevas de la región a principios del siglo XX.
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Puente Viesgo está a solo media hora de Santander, un bonito pueblo cuyos pocos más de 500 habitantes tienen mucho de lo que disfrutar, empezando por el entorno de la iglesia de San Miguel y el bonito edificio que ocupa el ayuntamiento al comienzo del agradable paseo que bordea el río, el puente sobre el Pas, su entorno natural y, sobre todo, el fabuloso laberinto de cuevas frecuentadas por el hombre durante los últimos 150.000 años que se descubre en la margen izquierda del río Pas. De las cuatro cavidades que hay, solo dos están abiertas al público: la del Castillo y la de las Monedas.
La primera es la más famosa y alberga uno de los conjuntos de arte rupestre paleolítico más significativos de Europa, ya que contiene casi todos los temas, técnicas y estilos ejecutados por los primeros Homo sapiens: dibujos, pinturas, grabados y esculturas de caballos, cabras, bisontes, uros, ciervos, mamuts... Hay 275 figuras en 275 metros de pared. Todo un récord mundial de arte prehistórico.
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A unos 600 metros del Castillo se encuentra Las Monedas. No tiene la riqueza artística de la otra, pero es un auténtico espectáculo geológico de estalactitas, estalagmitas, discos, columnas, terrazas colgadas y coladas de colores. Al poco de ser descubierta, en 1952, se observaron las huellas de una bota con tres clavos en el talón y, siguiendo esas pisadas, se localizó en una sima de 23 metros de profundidad un lote de 20 monedas de la época de los Reyes Católicos. Estas monedas, escondidas o extraviadas por un anónimo visitante del siglo XVI, son las que hoy dan nombre a la cueva y acrecientan su misterio.
EL CENTRO DE ARTE RUPESTRE
Las cuevas se encuentran a 1,4 kilómetros de Puente Viesgo. Las visitas son guiadas y tienen una duración aproximada de 45 minutos cada una. Por razones de conservación, existe un cupo máximo diario de visitantes, así que se recomienda reservar con antelación a través de la página web cuevas.culturadecantabria.com. Antes de entrar en ellas hay que pasar por el moderno Centro de Arte Rupestre, que se encuentra en la carretera que sube a las cuevas, para recoger o sacar las entradas y visitar su exposición permanente.
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Desde este tercer vértice de un triángulo cultural y turístico que forma con el Museo Altamira y el nuevo Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria también se organizan en los meses de verano actividades relacionadas con la Prehistoria (cazar, hacer fuego o pintar como se hacía entonces) para todos los públicos, en especial para familias.
SENDEROS CON VISTAS
Desde las cuevas subiendo por el sendero PR-S17, bien señalizado, se llega en 15 minutos al pico del monte donde encontramos un humilladero y un banco para sentarse a admirar el panorama y, de paso, recuperar el aliento, porque el camino, aunque breve, es empinado. Desde aquí se ve Puente Viesgo y su verde entorno, el valle y las montañas del Pas, las pedanías de Aés e Hijas, y el pico Dobra o La Capía, máxima altura del macizo calcáreo al que pertenece el monte Castillo.
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POR LA VÍA VERDE DEL PAS
Otro paseo apetecible es el que se puede dar, a pie o en bici, por la vía verde del Pas, aprovechando el llanísimo trazado del ferrocarril. Desde la antigua estación de Puente Viesgo se puede subir cómodamente acompañando el río salmorero –donde en verano muchos se refrescan en sus aguas– hasta Ontaneda, localidad que dista 12 kilómetros y es famosa por los sobaos y quesadas que hacen en Luca (sobaosyquesadasluca.com). Otra opción es ir en dirección contraria hasta Astillero, ya en la bahía de Santander. Este trayecto es más largo (22 kilómetros) y complicado, porque la vía no está completamente acondicionada, pero compensa el placer de acercarse al mar.
TEMPLO DEL AGUA
Para finalizar la jornada lo que pide el cuerpo es darse un baño en el balneario de Puente Viesgo (balneariodepuenteviesgo.com) y luego comer en su restaurante El Jardín y descansar en el hotel. Sus aguas siempre han tenido fama de ser buenas para el corazón. Para subir un poco las pulsaciones, hay un moderno circuito termolúdico, el Templo del Agua, con ríos contracorriente, volcanes, jets, cabinas de hielo… Y para volverlas a bajar, una piscina de flotación con agua salada, luz de luna llena y cielo tachonado de estrellas.