Después de París y Londres, el último viaje de la marquesa de Cubas la ha llevado a Marrakech, donde ha pasado unos días “de aventura con mi P”, su pequeña Philippa, que muy pronto cumplirá su primer año de vida. Una escapada corta, pero que la ha dejado tiempo para pasear por algunos lugares imprescindibles de esta exótica ciudad a solo unas horas de avión de casa. Estos son sus hot spots en la ciudad roja.
PERDIDA EN LA MEDINA
Cruzar las murallas de color rosado de Marrakech es entrar en otro universo, el de su laberíntica medina, por la que irremediablemente es obligado perderse unas cuantas horas, como ha hecho la aristócrata. En sus estrechas calles con pasadizos y recovecos se concentran zocos, tiendas, palacios, museos y talleres de artesanos.
A la entrada está la mezquita de la Kasbah –con bolas doradas coronando su minarete, según la leyenda realizadas con el oro de las joyas de la esposa de Al Mansour (Almanzor). Otros lugares para descubrir son las tumbas saadíes –donde descansan unos 60 miembros de la dinastía Saadí–, el palacio El Badi y el de la Bahía y sus jardines, construido para ser el palacio más grande de todos los tiempos.
Si se va en dirección norte se ve la mezquita Ali Ben Youssef y la Madrasa (escuela coránica), y hacia el este hasta las puertas de la ciudad, el barrio judío o mellah, junto a la plaza de Ferblantiers, salpicada de palmeras, una ciudad en sí misma, con sus zocos gremiales que retrotraen en el tiempo y donde el trasiego de actividad es incesante. Cualquier recorrido acaba en el centro neurálgico de la ciudad, la plaza de Jemaa el-Fna, un espacio lleno de vida a cualquier hora del día, ¡y de la noche!
REGATEANDO EN EL ZOCO
Si hay un lugar donde empaparse del ambiente de esta ciudad imperial, Patrimonio de la Humanidad, y de ritmo efervescente es en su zoco, el más grande del país. Con estilo ha curioseado Isabelle Junot entre sus puestos, un mundo de sensaciones con más de 8 siglos de historia que siempre ha funcionado por gremios y agrupados según lo que venden. Para orientarse entre sus más de 2600 puestos, hay dos calles principales: la rue Semarine y la rue Mouassine. ¿Qué puedes comprar? Alfombras y kilims, telas, cerámica de Fez, cuero, aceite de argán, henna, dulces de almendra y miel, dátiles, aceitunas y, por supuesto, especias para condimentar tus platos. Antes de hacerte con algo será obligatorio recurrir al arte del regateo, ese tira y afloja que casi siempre acabará en acuerdo.
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ROYAL MANSOUR, EL LUJO HECHO HOTEL
Todo el exotismo de Marrakech se encuentra presente en el exquisito hotel en el que la marquesa de Cubas se ha alojado, a solo unos pasos de la plaza Jemaa El Fna y propiedad del rey de Marruecos. Cruzar las murallas de cinco metros de altura que protegen esta medina de gran lujo es hacer despertar todos los sentidos. En sus 3,3 hectáreas de terreno maravillosos jardines salpicados de olivos, naranjos, huertos…, medio centenar de riads privados decorados con obras de arte de maestros artesanos del país, y varios restaurantes que sitúan a este establecimiento como uno de los más icónicos del mundo. La pasión por los detalles y las atenciones están a otro nivel.
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