La ciudad más internacional de Suiza –sede europea de la ONU, de la Cruz Roja y muchas otras organizaciones no gubernamentales–, es, a la vez, una ciudad verde, con buen clima y alto nivel de vida. Bañada por el río Ródano y puerta de acceso a los Alpes, detrás de su sofisticada fachada se esconde una ciudad vibrante y joven que tiene en su encantador casco antiguo, en sus hoteles de lujo, su industria relojera y, sobre todo, en el lago Lemán sus símbolos de identidad. Aquí van un puñado de pistas y recomendaciones para no perderte lo imprescindible.
LA VIDA EN TORNO AL LAGO
Lausana, Montreaux, Tolochenaz, Vevey… y Ginebra. La vida en esta ciudad, como en las otras suizas, pasa por el lago más grande de Europa Occidental, su imagen más conocida, con el Jet d’Eau, la fuente más alta de Europa, elevando el agua a 140 metros de altura. En la orilla derecha se halla la mayoría de los grandes hoteles y restaurantes; en la izquierda, el casco antiguo. Para tener diferentes perspectivas, las mouettes, una especie de taxis acuáticos unen ambas.
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En los Bains des Pâquis, el antiguo muelle, es uno de los lugares habituales de reunión en cualquier época del año, ya sea para disfrutar de los baños de sol en verano y, en invierno, de una sauna revitalizante con vistas al lago. La Buvette des Bains (buvettedesbains.ch) es un buen lugar a la hora de comer. Como lo es también Le Rouge et le Blanc (lerougeblanc.ch). De noche se va a ver las luces de la ciudad reflejándose en las aguas.
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VIEILLE-VILLE
Ginebra tiene el casco antiguo más grande de Suiza, con calles de adoquines y plazas, como la de Bourg-de-Four, a las que se abren edificios históricos, casas estrechas, museos y sus famosos pasajes secretos., el más famoso el de Monetier, en la rue Perron 19. Símbolo de la reforma protestante es la catedral de San Pedro, a cuya torre se puede subir, después de superar 157 escalones, para contemplar las vistas. Quien no quiera hacer el esfuerzo siempre queda oír desde abajo como dobla su famosa campana La Clémence, –¡pesa 6 toneladas!–, los restos arqueológicos del sótano y los conciertos que programan durante todo el año.
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LA ISLA EN EL RÓDANO
El puente de l’Île, que ayudó a que Ginebra prosperara como centro de comercio europeo, une las dos márgenes del Ródano, en uno de cuyos extremos queda la torre del castillo del siglo XIII. Cuando acaba el día, los ginobrinos lo cruzan para llegar a la minúscula isla situada en el río. La Brasserie des Halles de l’île (brasseriedeshallesdelile.ch), en los antiguos almacenes, es uno de los puntos de encuentro favoritos. Un lugar decorado con gusto para cenar especialidades y vinos locales –Ginebra es la tercera región vinícola más grande de Suiza– o tomar una copa los fines de semana.
EL TOUR DE LOS RELOJES
En el siglo XVI surgieron los primeros nombres de los relojeros suizos y Ginebra se convirtió en la cuna de la relojería. El casco antiguo se puede descubrir haciendo el Geneve Watch Tour (genevawatchtour.com), al que asoman un centenar de tiendas – Audemars, Piaget, TagHeuer o Corum – y una docena de monumentos históricos que cuentan la historia de la relojería suiza, como el reloj de sol situado al lado del puente de Mont Blanc o el Horloge Fleuri, el reloj de flores situado en el Jardín Anglais.
BARRIO BOHEMIO DE COURAGE
A 10 minutos del centro de Ginebra en tranvía, el barrio más bohemio de Ginebra es como una Italia en miniatura, una cuadrícula de apenas 5 calles con rincones llenos de encanto que recuerdan al Mediterráneo. Como epicentro, la plaza du Marché, que se anima aún más los días de mercado. La iglesia de la Santa Cruz, la plaza del Templo y el Cinéma Bio, entre sus tiendas, terrazas y pasadizos.
LA CUNA DE INTERNET
¿Sabes dónde nació Internet? Para descubrirlo tienes que acercarte al CERN, uno de los centros de investigación más grandes y con más renombre del mundo, pues fue aquí donde se inventó en 1989 esta red de comunicación. En él se han hecho descubrimientos tan fascinantes como el bosón de Higgs, la “partícula de Dios”.
EL MUSEO DE LA CRUZ ROJA
Museos en Ginebra hay una barbaridad, empezando por el de la Cruz Roja, dedicado a Henry Dunant, fundador de esta organización humanitaria que queda frente al Palacio de las Naciones y cuya exposición ofrece una visión única de los más de 150 años de historia de esta institución.
EL QUARTIER DES BAINS
Es el escaparate del arte moderno, donde se concentran desde numerosas galerías, al MAMCO y el Centro de Arte Contemporáneo. La animada vida cultural continúa en este barrio en horario nocturno, cuando se llenan sus bares y restaurantes de moda, como el Café des Bains (cafedesbains.com).
VINOS Y ÓPERA
Y si quieres seguir las recomendaciones de uno de los mejores embajadores de su ciudad natal, no dejes de pasar por los tres lugares preferidos de Philipe Durandeu, chef del restaurante del lujoso hotel La Réserve (lareserve.ch). Son el Café Marius, un lugar de encuentro en la plaza des Augustins para aficionados al vino en un ambiente art decó; asistir a una ópera en el Gran Théâtre, que ocupa un edificio inspirado en el Palais Garnier en París y ofrece un programa de primera calidad para los melómanos más exigentes; y un paseo por el parque des Eaux-Vives, de los más bonitos de la ciudad, con 90 hectáreas y un gran estanque.
LA RUTA DEL CHOCOLATE
Al igual que la relojería, el chocolate de Ginebra forma parte del patrimonio de la ciudad de Calvino. Es sobre todo la historia de un saber hacer y una herencia que se remonta a 1826, cuando se creó la primera fábrica de chocolate: Favanger. También tienen una larga historia Auer (chocolat-auer.ch) y Du Rhône (durhonechocolatier.ch). Se puede trazar una ruta por sus mejores referencias chocolateras o adquirir el Choco Pass y, a tu ritmo, probar en cada una de ellas una especialidad mientras exploras la ciudad. En La Bonbonnière (shop.labonbonniere.ch), abierta en 1921, organizan talleres.
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