El historiador griego Heródoto habló del gran río en estos términos: “Egipto es el regalo del Nilo”. Y es que es imposible obviar el papel fundamental que esta importante arteria fluvial desempeñó en el desarrollo de la civilización egipcia, con faraónicas obras que serían incompresibles sin entender cómo sus habitantes se fueron asentando en sus fértiles orillas. Hoy el mítico río propone un viaje que atraviesa Egipto de norte a sur, casi como si lo hiciéramos por una gran autopista, desde El Cairo, donde se divide para formar el delta hasta su unión con el Mediterráneo, hasta el lago Nasser, en Asuán. Por el camino, iremos encontrando algunos de los monumentos más importantes del Antiguo Egipto (y también del moderno), la mejor manera de conocer templos y tumbas faraónicas, muchos de ellos en la lista del Patrimonio de la Humanidad.
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PIRÁMIDES DE GIZA
Grandes prodigios de las matemáticas y la ingeniería, las pirámides de Giza fueron hechas para perdurar, y consiguieron su objetivo, porque más de 4.000 años después ahí permanece la Gran Pirámide de Keops, a unos 20 kilómetros de El Cairo. Fue este faraón quien inició, hacia el 2.550 a. C., esta construcción que se eleva 147 metros del suelo. No fue la única, Kefrén, hijo del anterior, construyó una segunda y hubo una tercera, más pequeña que las dos anteriores, construida por Micerino, nieto de Keops. Hoy, solo su visita justifica de sobra un viaje al país y se realiza con una excursión desde la capital, por libre o de forma guiada, la opción más recomendable.
PIRÁMIDE ESCALONADA DE ZOSER
Más antigua aún que las de Giza, la pirámide de Zoser -con 60 metros de alto, 6 niveles, y situada en la necrópolis de Saqqara-, se encuentra en la ribera occidental del Nilo, una construcción monumental concebida por el arquitecto Inhotep de forma escalonada, como una escalera hacia el cielo, convertida en la primera de este tipo en el mundo. La idea era realizar una tumba para el faraón que le ayudase a encontrarse con los dioses. La cámara funeraria, en la que se metió el ataúd con la momia real, se acompaña por otras cámaras, con paredes decoradas, que albergaban el ajuar funerario.
Hoy podemos visitar Saqqara, a unos 40 kilómetros al sur de El Cairo, y descubrir no solo esta excepcional pirámide sino también otras de importantes faraones del Antiguo Egipto, como la de Unas, la tumba de Horemheb, la de Mereruka y otra tumbas del Imperio Nuevo.
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TEMPLO DE KARNAK
Mucho más al sur, este templo situado junto a Luxor, en la orilla oriental del Nilo, es el más grande de Egipto. Está dedicado al dios Amon, para lo que se construyó un complejo de más de 2.000 metros cuadrados donde se encuentra el templo. El acceso se realiza por una avenida repleta de esfinges con cuerpo de león y cabeza de carnero, para luego llegar al gran bosque de columnas que forma la sala hipóstila, con 122 columnas de 13 metros y 12 columnas centrales más de 21 metros. En su momento sostenían un techo, hoy elevan nuestra vista hacia el cielo. En este templo se da un fenómeno único por el que cada 21 de diciembre el sol queda alineado con el eje principal del templo de Amón-Ra, dando comienzo oficial al solsticio de invierno. La visita a este templo, junto con el de Luxor, conviene hacerse de forma guiada.
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TEMPLO DE LUXOR
Situado en la antigua Tebas (actual Luxor) y a solo 3 kilómetros del templo de Karnak, con el que antiguamente estaba unido por una avenida de esfinges -en su día llegó a tener 1.400-, se encuentra el de Luxor, a orillas del río Nilo.
Su visita es algo excepcional, porque se trata de uno de los templos mejor conservados, construido por varios de sus gobernantes. La parte más antigua es de la época de Hatshepsut, la parte central de Amenhotep III y también hubo ampliaciones en la de Ramsés II, dándole la forma que hoy en día conocemos. Decir que su visita es algo imprescindible es quedarnos cortos; pasar por su entrada, que queda flanqueada por dos enormes colosos sedentes, es adentrarse en el mundo de los dioses del Antiguo Egipto y a partir de ahí, todo sobrecoge: la columnata de Amenhotep III, la del patio de Ramsés II, los patios, la sala hipóstila… Una curiosidad: el obelisco de la plaza de la Concordia de París procede de este templo.
EL VALLE DE LOS REYES
Hay que dirigir la mirada a la orilla contraria del Nilo para contemplar el gran Valle de los Reyes, donde fueron enterrados miembros reales de la dinastías XVIII, XIX y XX del Imperio Nuevo. Su situación no es casual, la mayoría de los enterramientos en el Antiguo Egipto estaban situados en la orilla oriental del río, porque es en el occidental donde el dios Ra se situó para renacer. El complejo lo forman un total de 60 tumbas repartidas de este a oeste, siendo la parte oriental la de mayor relevancia. Las más visitadas corresponden a Tutmosis I, Tutmosis II, Ramses VI, Ramses IX, Seti I, Mrenptah, Amenofis II o Amonhotep II. También encontramos aquí la tumba de Tutankamon, cuya entrada para visitarla se compra por separado del resto.
Y EL DE LAS REINAS
Muy cerca del Valle de los Reyes, el de las Reinas es el lugar donde descansan las princesas y esposas de los faraones del Imperio Nuevo, aunque también hay tumbas de algún príncipe. Como en el anterior, hay más de 60 tumbas, aunque pocas de ellas abiertas al público, y la más impresionante de todas corresponde a Nefertari. La tumba de la esposa favorita de Ramses II fue descubierta a principios del siglo XX y se encontró casi vacía (había unas sandalias que hoy se encuentran en el Museo Egipcio de Turín y poco más), sin embargo la magnífica decoración de sus muros ha hecho de su tumba el gran tesoro de este valle.
TEMPLO DE HATSHEPSUT
En la misma orilla del Nilo, en Deir al-Bahari, se encuentra el célebre templo de la reina Hatshepsut, la única reina convertida en faraón. Sus tres reconocibles terrazas artificiales se van elevando hacia las paredes excavadas en la roca en medio de un paisaje desértico ofreciendo una de las imágenes más impresionantes del Antiguo Egipto. Su templo, conocido como “La maravilla de las maravillas” está profusamente decorado con escenas de su reinado y altares dedicados a distintos dioses, como Ra, Anubis o Amón.
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TEMPLO DE EDFÚ
Seguimos avanzando por el Nilo y dejando atrás Luxor y los valles funerarios para hacer de nuevo parada junto al Nilo en el templo de Edfú, dedicado al dios Horus, uno de los templos mejor conservados del país al ser algo más reciente y por haber permanecido oculto durante siglos. Su construcción se inició con el faraón Ptolomeo III en el siglo III a. C. planificando uno de los templos más grandes de la civilización antigua y sus paredes están repletas de ricas inscripciones que detallan escenas de la vida del Antiguo Egipo, junto con escenas religiosas y mitológicas. El pilono de entrada es realmente monumental, aunque hoy en día se accede por la parte trasera, con las esculturas del dios Horus a cada lado. También lo son el patio, la sala hipóstila, el santuario o las capillas. Por la noche se representa un espectáculo de luz y sonido que atrae a los visitates, proyectando imágenes sobre la entrada.
TEMPLO DE KOM OMBO
A orillas del Nilo, el templo de Kom Ombo rinde culto a dos deidades: Sobek, dios de la fertilidad, y Haroeris, el anciano Horus con cabeza de halcón. El templo no es uno, sino dos templos completamente simétricos alineados por un eje de simetría que hace que la construcción se reproduzca de manera completamente idéntica, a un lado y al otro. Esta curiosidad en su construcción hace que este templo sea uno de los más visitados por los buscadores de templos del Antiguo Egipto.
TEMPLO DE PHILAE
Para muchos este templo se encuentra entre los más bellos de Egipto, también por dónde está ubicado y por haber llegado hasta nosotros bastante bien conservado, con lo que es uno de los favoritos de los turistas. No es uno, sino varias construcciones del siglo IV a. C., aunque la más bella es el templo dedicado a Isis, madre de Horus. Todos los monumentos situados originalmente en la isla de Philae, fueron reubicados a la cercana isla de Agilkia durante la campaña para rescatar sitios inundados por la construcción de la presa de Asuán.