Recién estrenado su medio siglo hace solo unas semanas, Nieves Álvarez se escapaba a París con su pareja Bill Saad y se ha alojaba en Le Bristol. Es el mismo hotel en el que se ha refugiado Sebastián Yatra durante la Semana de la Moda, David y Victoria Beckham, que acaba de celebrar su 50 cumpleaños, y en el que Woody Allen ha pasado grandes temporadas y rodó una de sus galardonadas películas. Como ellos, muchas otras celebrities –Joséphine Baker, la Princesa Grace de Mónaco, Sophia Loren, Charles Chaplin, George Clooney, Mick Jagger, Julia Roberts, Robert de Niro...– han eligido este impresionante palacio con casi un siglo de historia situado en uno de los barrios más distinguidos de la ciudad cuando visitan la capital francesa. Nos hemos alojado en Le Bristol y y ahora entendemos por qué. Te lo contamos en detalle.
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Empezamos por la ubicación de este icono de elegancia y art de vivre francés, pues Le Bristol se sitúa en una de las direcciones más prestigiosas de la capital francesa, la rue du Faubourg Saint-Honoré. Muy cerca de las galerías de arte, de las tiendas más emblemáticas de Hermès y Chanel y también del palacio del Eliseo.
Abrió sus puertas en abril de 1925 y desde entonces es uno de los hoteles más deseados por sus elegantes habitaciones, su excepcional tradición gastronómica o su jardín francés –un verdadero oasis alejado del bullicio de la ciudad–, pero las celebrities también por la privacidad. Si se desea, una puerta de entrada camuflada tras un bonito espejo permite acceder sin pasar por la recepción y los salones principales. Quien prefiere dejarse ver, podrá simpatizar con Sócrates, el gato que recibe a los huéspedes, como antes lo hacía su padre Faraón.
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Da igual la habitación elegida porque cada una de ellas es especial. Sean las del ala Matignon o en el Residence, todas están ambientadas con un sofisticado estilo del siglo XVIII y, aunque la Suite Imperial, de 320 metros cuadrados, es la más exclusiva, tienen en común su luz y esa armoniosa mezcla de frescura, elegancia e intimidad. Cómo no hay dos huéspedes iguales, la decoración de cada una de ellas también es diferente y encarna una historia única con elementos cuidadosamente escogidos y seleccionados que crean una atmósfera acogedora y apacible.
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Habitaciones con alma, donde uno se siente inmediatamente como en casa. Y otras que son un sueño, como las que cuentan con un jardín en la azotea, tienen vistas a la torre Eiffel o las Signatures Suites, entre las que se encuentra la que inmortalizó Woody Allen en Midnight in Paris, escenario perfecto para pasar una noche romántica bajo el cielo parisino.
Al mismo nivel del alojamiento parisino, su gastronomía de estrella Michelin. El disfrute empieza en el desayuno, que se puede degustar, incluso si estás en París de paso y no estás alojado (aunque conviene reservar). Se sirve en el restaurante Epicure, más formal y con vistas al jardín, o en el Café Antonia, un espacio inundado de luz natural e inspirado en el espíritu de María Antonieta. A la mesa, mermeladas elaboradas en las cocinas de Le Bristol, como el pan y la bollería, o el salmón, que se ahuma aquí mismo.
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Pero la joya de la corona es el restaurante Epicure, distinguido con 3 estrellas Michelin y 25 años en le palace. En su carta, el chef Eric Frechon selecciona para sus platos ejectuados a a la perfeccción ingredientes de kilómetro cero: trufas negras del Périgord, caviar de Sologne, pescadilla de Saint-Gilles-Croix-de- Vie, flores de capuchina, espárragos tiernos, mantequilla de Normandía y fresas silvestres. También reconocido por la prestigiosa guía es Brasserie 114 Faubourg, un espacio de decoración cálida donde probar recetas tradicionales. Cocina de alta calidad, pero, a la vez, sencilla y creativa.
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Más de 150 vinos cuidadosamente seleccionados permiten elegir el vino perfecto para cada plato. Y si la elección resulta difícil, el primer lunes de cada mes, el restaurante organiza un Wine Monday en el que se invita a un enólogo francés a presentar personalmente sus vinos acompañados de un menú degustación diseñado por el chef Eric Frechon, una experiencia única. Después de una maravillosa cena, en un ambiente inundado de glamur se puede pasar por Le Bar du Bristol para rematar la noche parisina y degustar una copa de champagne francés o uno de sus legendarios cócteles que pueden hacerse a medida.
Lo que es un secreto en Le Bristol París es que es el único hotel de lujo del mundo que cuenta con su propia fábrica de chocolate. Al frente de ella el maestro chocolatero Johan Giacchetti, campeón de Francia, que ha llevado la experiencia chocolatera a nuevas alturas. “Me encanta el olor, el tacto delicado, la maleabilidad, es una sustancia increíble”, dice mientras se afana en perfeccionar cada creación, pralinés crocantes, corazones de malvavisco y todo lo que se pueda imaginar. Cada restaurante y bar del palacio cuenta con una selección personalizada de chocolates hechos a mano, pero también están disponibles en cajas de regalo para lleva de regreso a casa. Hay chocolate con madong de cobertura oscura de Papúa Nueva Guinea, té ahumado y vainilla tostada, miel especiada o ganche de lima.
Le Bristol París ofrece también un refugio de bienestar, con líneas de productos y técnicas exclusivas, masajes personalizados o programas a medida. Ahí están sus técnicas de reiki o meditación, su entrenador personal o el innovador Sensorial Resets, que va mucho más allá de cualquier tratamiento, pues fomenta el restablecimiento completo de la piel, el cuerpo y la mente.
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