Marco Polo escribió el libro de sus andanzas estando preso en Génova (tal vez en arresto domiciliario). Lo dictó a un tal Rustichello de Pisa, quien manejaba un dialecto franco-véneto. El libro se copió a mano y corrió como la pólvora. Se conocen más de 140 manuscritos, aunque no el códice original. Las primeras impresiones se hicieron en 1477, en alemán y en italiano. El título del manuscrito francés más antiguo es Le devisement du monde (la descripción del mundo), pero pronto empezó a ser más conocido como El Libro de las Maravillas, también Il Milione. Un mamotreto de más de 600 páginas actuales, en letra pequeña.
O sea, uno de esos libros ‘ilegibles’ (que todos aseguran haber leído), como La Divina Comedia de Dante (por cierto, este coetáneo de Marco Polo) o el Ulises de Joyce.El viajero dictó el libro de memoria (en sus viajes, confiesa, ‘anotó algunos detalles en sus tablillas’). Y la memoria es traicionera. O exagera. O inventa (caso parecido es el de Giacomo Casanova, un donjuán veneciano del siglo XVIII que escribió sus memorias y correrías en los últimos años de su vida). Pero, ante todo, ¿quién fue realmente Marco Polo? Desde las primeras ediciones de su libro –y se hicieron muchísimas, en diferentes países y lenguas– se le etiqueta como un caballero o comerciante veneciano.
Como en Korcula, en venecia también existe una casa de Marco Polo, ahora un teatro
Debió de nacer en 1254, pero ¿dónde? Los croatas están convencidos de que fue en la isla de Korcula, en la costa Dálmata. Hace no mucho, la supuesta casa natal, estaba en ruinas, destechada, comida por los hierbajos. Hoy el gobierno croata la ha restaurado, o recreado, convirtiéndola en una mansión de sillares bien labrados, con ventanales góticos y una torre desde cuya azotea se cierne el mar turquesa al alcance casi de la mano.
Apellido de origen croata
La casa es un señuelo innecesario, porque la isla es preciosa. La ciudad, fortificada, con duomo (pequeña catedral), museo, calles empedradas en cuesta y mucho mucho merchandising del explorador, por supuesto. El apellido Polo parece ser de origen croata, pero al niño Marco se lo habría llevado a Venecia un tío comerciante allí establecido; la isla de Korcula y toda la zona estaba entonces bajo dominio veneciano. Luego iría con su padre y su tío en una expedición a Oriente.
¿Por qué se encontraba preso en Génova cuando dictó sus memorias? Debió de ser capturado en alguna escaramuza naval entre Venecia y Génova, que eran entonces las dos grandes potencias de la región (junto a otras repúblicas marinas como Pisa o Amalfi). ¿Qué más sabemos de Marco Polo? Pues que a la salida de la cárcel pudo retocar o corregir sus memorias, que sentó la cabeza y se casó con una dama llamada Donata, con la que tuvo tres hijas, e hizo testamento en favor de las cuatro mujeres. También en Venecia existe una casa de Marco Polo, ocupada ahora por un teatro. Para entender mejor la figura y la aventura del mítico viajero conviene pensar en el momento en el que vino al mundo: un siglo que empezaba a dejar atrás las tinieblas de la Edad Media y preludiaba la aurora del Renacimiento.
Cine, series de televisión, cómics, incluso videojuegos, ha inspirado este viajero mítico
En el siglo XIII el arte gótico se abre paso e inunda de luz catedrales y templos, empiezan a cuajar las primeras universidades y hay hambre de nuevos saberes y descubrimientos, también en el plano geográfico. Se ha dicho que La Divina Comedia es coetánea del libro de Marco Polo, en cierta medida también el de Dante es un libro de viajes, solo que él exploró el más allá, nada menos. Para Occidente (o sea, Europa), Oriente era un misterio. Seguía siéndolo pese a que algunos pioneros se habían adentrado en su nebulosa.
Pero aquel Oriente se limitaba a sus puertas, lo que hoy llamamos Oriente Próximo. Ya en el siglo IV, algunos peregrinos cristianos habían alcanzado los Santos Lugares; entre ellos, nuestra gallega Egeria, que llegó hasta la entonces llamada Mesopotamia (Siria) y relató en cartas su itinerario. También eran compatriotas el judío Benjamín de Tudela (1130-1173) o el andalusí Ibn Yubair (1145-1217), quienes dejaron escritos sus viajes a Oriente. Episodio crucial en el descubrimiento de Oriente fueron las cruzadas. La primera, en el siglo xi, había logrado arrebatar Jerusalén de manos musulmanas. Pero ya en el siguiente siglo el ideal religioso se fue debilitando, contaminado por una mezcla de espiritualidad, belicismo conquistador y afán comercial.
En el siglo de Marco Polo y las repúblicas marítimas italianas, la desunión y los fracasos militares acabaron con aquel ensueño; en la sexta Cruzada, San Luis, rey de Francia, fue capturado, y en la séptima y última murió víctima de la peste. Al tiempo que la ensoñación de las cruzadas se extinguía, el mapa del mundo empezaba a cambiar. En el año 1206, en el desconocido Oriente extremo, Gengis Kan pone los cimientos del Imperio mongol. A mitad del siglo XIII, este se extendía ya desde Corea hasta los Balcanes. Paradójicamente, suponía para los europeos una gran oportunidad, la de poder moverse y comerciar a lo largo y ancho de ese imperio, a salvo del poder musulmán que atenazaba el sur. Catai (China) y Cipango (Japón) ya entraban en el mapa.
Algunos dudan de que el largo viaje del aventurero no fuera fruto de una creación literaria
Emisario del gran Kan
En ese contexto, Marco Polo fue uno más de los mercaderes, misioneros y aventureros que aprovecharon la oportunidad que brindaban los mongoles. Sus kanes (reyes) respetaban a los comerciantes, e incluso a los misioneros, llegando a intercambiar legaciones y obsequios con ‘el Apóstol’ (el papa) de Roma. Tanto Marco como su padre y su tío fueron emisarios del gran kan ante el papa.Y fueron coetáneos de Marco Polo algunos misioneros franciscanos que también escribieron ‘su libro’ de recuerdos (con menos fortuna, ay, que él).
Entre otros, que se tenga constancia, Giovanni da Pian del Carpine, Guillermo de Rubruck, Juan de Montecorvino, Odorico de Pordenone o nuestro alavés Pascual de Vitoria, que murió mártir, el pobre, en Almalik (la actual Sinkiang, en China), sin dejar escrito ningún libro. Pero algo horrible sucedió: entre 1346 y 1351 se extendió por Europa la peste negra (sí, la que obligó a un confinamiento del que saldría el Decamerón de Boccaccio, otro monumento literario). Millones de infelices murieron (¿200 millones?). Y apenas un par de décadas después, en 1368, caía el Imperio mongol y China pasaba a manos de la dinastía Ming. Terminaba así lo que había sido un siglo de cierta cordialidad e intercambios entre Oriente y Occidente.
Las cosas que Marco Polo describe eran inauditas, desconocidas hasta entonces
Volvamos a Marco Polo y El Libro de las Maravillas. Hay quien pone en duda que estuviera en los sitios que describe. Algunos van más lejos, dudan incluso que hiciera ese largo viaje de veintitantos años, todo sería fruto de una creación literaria a base de fuentes ajenas –como se ha reprochado en parte a autores tan celebrados como Bruce Chatwin o Kapuscinski, y no digamos los nativos digitales, que viajan por internet–.
Pero no, micer Marco Polo no engaña: en el mismo comienzo de su libro dice textualmente: “Las describe porque las vio con sus propios ojos. Indudablemente aquí hay algunas cosas que no vio, pero las sabe de hombres dignos de ser creídos y citados. Por eso presentaremos las cosas vistas como vistas y las cosas oídas como oídas, de suerte que nuestro libro sea sincero y verdadero sin mentira alguna, y para que sus palabras no puedan ser tachadas de fábulas”.
Su libro, en realidad, son tres: Primer Libro, Segundo Libro y El libro de la India. En el primero, tras una especie de prólogo del viaje de los hermanos Polo, Niccolò y Maffeo, a la corte del gran kan Kublai, se cuenta que al regresar el primero a Venecia se entera de que su mujer lleva tiempo enterrada y ha dejado huérfano a un chaval de 15 años, Marco. Se hacen acompañar del muchacho y tras surcar ‘el Gran Mar’ (Mar Negro) atraviesan Armenia, Georgia, Turcomania, Persia ‘y sus ocho reinos’, Samarcanda, hasta llegar a la corte de Kublai Kan. Marco describe las tierras y costumbres con pulcritud de notario.En el Segundo Libro hay mucho jabón. Al gran kan Kublai, su corte de Cambaluc (Pekín), sus batallas, hazañas y sus ciudades.
En el tercero, El Libro de la India, Marco relata el regreso a Venecia, no por tierra, sino esta vez por mar, bordeando las islas de Java y Sumatra, Ceilán (Sri Lanka), Kerala, costa occidental de la India y las islas Andamán, la isla de Socotra (sigue misteriosa y bellísima hoy día), el estrecho de Ormuz y ‘la ruta del incienso’ desde Omán y Yemen a Alejandría, y luego a Italia. Este libro contiene más elementos fabulosos, habla, al final, incluso de parajes remotos y no visitados, como el boreal Valle de la Oscuridad y la gélida Rusia.
Animales fantásticos
¿Cómo no iba a cautivar El Libro de las Maravillas a sus lectores? Las cosas que Marco describe eran inauditas, desconocidas hasta entonces. Habla de ‘un licor tal que aceite’ que brota de la tierra (petróleo), de unas «piedras negras» que arden (hulla o carbón mineral), de papel moneda (algo que en China se usaba desde el año 842, pero en Europa no se emplearía hasta ¡1661!). Habla de frutas exóticas, cocos, pistachos, dátiles, melones ‘secos’ (como las pasas). Habla de bebidas de arroz, sustitutas del vino. Habla de animales fantásticos, como el unicornio (rinoceronte, y sin leyendas de doncellas ni pamplinas), los gerifaltes y grifos, el pájaro roc, o rush, que aparece en los cuentos de Simbad y Las mil y una noches. Habla de piedras preciosas, rubíes, zafiros, topacios, amatistas, jaspes, calcedonia, jade, perlas.
Y cuela alguna que otra exageración, como reyes con centenares de hijos, o cómo algunos llegan a morir por el estallido del bambú verde al arder.Pero, sobre todo, sin él saberlo –puede ser el mérito mayor de Marco Polo–, su libro es el de un antropólogo avant la lettre (precursor). Los usos y costumbres de algunos pueblos que él describe son, desde luego, para quedarse boquiabierto. A veces usa fórmulas repetitivas (’tienen lengua propia, son idólatras, tienen moneda de papel, queman a sus muertos’). Pero otras veces baja al detalle truculento: practican canibalismo (lo apunta en varias ocasiones), se cubren de tatuajes con agujas, se forran los dientes con oro, ‘van completamente desnudos, tanto hombres como mujeres, y no se tapan con ninguna cosa. Tienen relaciones carnales como perros en la calle, donde estén, sin vergüenza ninguna’. Dejan que sus mujeres se entreguen a los forasteros: ‘No consideran villanía que un extranjero o cualquier otro hombre que llegue los deshonre a capricho con sus mujeres o hijas’.
En el Tíbet, ‘por nada del mundo tomaría un hombre por mujer a una doncella, diciendo que no vale nada si no está acostumbrada a acostarse con muchos hombres’. Asegura que en Zanzíbar los negros tienen un importante miembro viril. En Yunán, el marido, tras el parto, se mete en la cama con el niño cuarenta días, mientras la mujer se ocupa de las tareas domésticas. Y en la India, las esposas (y a veces los sirvientes o deudos) se arrojan a la pira donde se quema el difunto (todavía se registra esa costumbre en el libro de La vuelta al mundo en 80 días).comidas raras. Además de esas ‘extrañas’ costumbres sociales y sexuales, Marco Polo se admira de algunas maneras de cazar o pescar: cetrería con gerifaltes y halcones, trampas para leones, ‘pesca de perlas’.
También llaman su atención las comidas ‘raras’ (canibalismo aparte), como comer carne cruda (tartar, hoy tan chic), comer perros o caballos (’cosa que ningún cristiano haría’), comer pasta y macarrones. Fiar sus proyectos y empresas a adivinos y practicantes de ‘un arte que se llama fisionomía’ (hoy en día todavía se puede ver a esos ‘fisonomistas’ callejeros en lugares tan ‘adelantados’ de China como Macao o Hong Kong). A modo de curiosidad, cita como algo conocido el Camino de Santiago, aunque jamás menciona algo parecido a ‘la ruta de la seda’.Y, sin embargo, la seda está presente en muchas de sus relaciones. También, en menor medida, la sal, extraída de montañas o ríos, y tan importante entonces. Y el algodón, sobre todo cuando se refiere a las regiones de Asia Central, que en tiempos de la URSS seguían dedicándose por entero a ese monocultivo.La seda es una constante en las páginas, sobre todo, de los libros Primero y Segundo: ‘Hacen telas de seda y doradas de muchas clases’.
Muchas de las cosas que contaba siguen maravillando, otras no han cambiado tanto
Los brocados con hilos de oro y plata y dibujo en relieve eran, sin duda, las telas más preciadas, las que mejor se mercaban en los mostradores de Venecia. Pero también las muselinas (de Mosul), el raso o satén, tejido de seda por excelencia; el tafetán persa, fino y tupido; el damasco procedente de China, que tomó nombre de los bazares sirios, dibujando figuras a través de la alternancia de hilos mates y brillantes; el crepé de China, el cendal, la sarga…No se detiene mucho, sin embargo, el relato en describir el proceso de elaboración o los telares; ni se refiere nunca, como se ha dicho, a algo así como la ‘ruta de la seda’; un constructo posterior que en nuestros días va cobrando relieve por el interés despertado en China y sus expectativas económicas y turísticas –o tal vez simbólicas– de influencia global.
Apreciadas especias
La ruta de la seda era, al mismo tiempo, y tal vez sobre todo, la ruta de las especias. Vestirse con lujo estaba bien, pero comer era una necesidad. Y para conservar y condimentar la comida hacían falta las especias. La pimienta blanca y negra, la más citada; pero también la nuez moscada, el clavo, la canela, el sésamo, el nardo, el jengibre… El almizcle y el ámbar gris, aunque para otros usos (cosméticos), también atrapan la atención de Marco Polo. Lo mismo que el alcanfor, el incienso o las maderas preciosas, como el ébano o el aloe.
Hay que notar que fue precisamente la ruta de las especias, y no la de la seda, la que motivó y guio a Cristóbal Colón; el marino genovés guardaba una copia del libro de Marco Polo, anotada en los márgenes de su puño y letra. Colón esperaba llegar por nuevos caminos del mar de poniente al fabuloso país de las especias… y del oro, muy citado por el explorador croata, el mítico Eldorado. No solo a Colón y otros viajeros ha inspirado Marco Polo. También a los escritores. Una especie de Libro de las Maravillas moderno y espectacular es la obra, breve y esencial, Las ciudades invisibles (1972), de Italo Calvino. Simula un diálogo entre Marco Polo y Kublai Kan; allí el primero describe territorios fabulosos donde ‘los deseos son ya recuerdos’.
Antes, otro italiano, Dino Buzzati, publicó en 1940 un relato inquietante llevado luego al cine: El desierto de los tártaros (también Calvino se refiere a los mongoles como tártaros). Muchas de las cosas que contaba Marco Polo siguen maravillando, otras no han cambiado tanto, después de tantos siglos. Cuando en su lecho de muerte su mujer y sus amigos le rogaron que, en ese trance final, confesara si lo que había contado era verdad, apenas balbució: ‘Yo solo he contado la mitad de lo que vi’.
¿Trajo Marco Polo los espaguetis a Europa?
Es un mito que se ha repetido con insistencia, que entre las cosas que Marco Polo pudo haberse traído a Europa de la China, una de ellas fueran los fideos chinos, los espaguetis, convertidos luego en emblema de la cocina italiana. Pero lo único que podemos leer en El Libro de las Maravillas, en diversas ocasiones, es que ‘no consumen pan… El trigo no da tal rendimiento; lo que recogen lo comen solo en forma de macarrones o de otros platos hechos con pasta’ (maccaroni y vermicelli, ‘gusanitos’, eran los términos para referirse antiguamente a los espaguetis).
E insiste repetidamente en que no comen pan, sino arroz con carne, leche y otras viandas. Y también ‘hacen bebida de arroz en lugar de vino, y con muchas otras buenas especias, y la hacen de tal forma y tan bien que es mejor para beber que ningún otro vino de vida’. O sea, el sake que ‘emborracha a un hombre mucho antes que cualquier otro vino’. Por otro lado, sabemos que la pasta era conocida en Italia desde el siglo iv antes de Cristo, nada menos. Puede, en todo caso, que fueran los musulmanes los responsables de la difusión de la pasta en forma de ‘hilitos’, spaghetti.
La primera referencia en Italia se encuentra en una Descripción del Reino de Sicilia (que estuvo bajo dominio árabe, recordemos) y sus molinos, donde se fabricaba pasta hilada. Si Marco Polo hubiera importado los fideos chinos, posiblemente lo habría dicho; de hecho, en algún momento confiesa que se trajo a Italia ciertas plantas y árboles de China, pero que no enraizaron, cosa que él mismo achaca a la diferencia de climas.
Tras los pasos de Marco Polo
El cine y la televisión no podían desaprovechar una figura tan golosa como la de Marco Polo. Ya en 1938, Gary Cooper encarnó al aventurero italiano. Con el título de Las aventuras de Marco Polo se hicieron películas en 1944 y 1961, y en 1965, bajo el título Marco Polo the Magnificent (en español, La conquista de un imperio), se rodó una superproducción con actores de la talla de Elsa Martinelli, Anthony Quinn, Omar Sharif y Orson Welles.Otra gran producción internacional, esta vez para televisión, fue la que en 1982 emitió RTVE para España, en diez episodios, con música inolvidable de Ennio Morricone.
En 1988 Oliver Reed encarnó el papel de Marco Polo, y de nuevo se filmaron las hazañas del veneciano en los años 1998, 2007, en 2014 (Film Affinity) y 2015 (Netflix).Para quienes no se conformen con seguir los pasos de Marco Polo en la pantalla, también las agencias de viajes han tirado de mito haciendo ofertas tentadoras, combinadas con la revitalizada (por China) Ruta de la Seda. Advantour (advantour.com) hace salidas en grupo, tours privados o viajes a medida. Evaneos (evaneos.es) es otra de las agencias que propone itinerarios por Uzbekistán descubriendo todos sus tesoros, como también Exoticca (exoticca.com).
Banoa (banoa.com) ofrece La ruta de Marco Polo para grupos por 6150 €, más tasas. Otras opciones que siguen los pasos del famoso Marco Polo son las de Aspasia Travel (aspasiatravel.es) y Top Asia Tour (topasiatour.com).