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16 pueblos vascos para perder el norte… y los sentidos

Nos gustan sus ciudades, sí, pero la belleza del paisaje de este territorio se resume en sus villas marineras, amuralladas, rodeadas de viñedos… Estas son las más bonitas.


1 de abril de 2024 - 10:42 CEST
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El Cantábrico, el clima y la abrupta orografía han modelado el carácter de esta región y de las gentes que habitan en los pueblos que salpican los valles, laderas y costas de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya. Elegir entre ellos los 16 más bonitos no es tarea fácil, porque podrían salir 40 más donde el mar, la naturaleza y la gastronomía se confabulan. Aquí va nuestra selección:

 

MUNDAKA

En la Reserva de la Biosfera de Urdaibai, Mundaka es un pueblo entregado al mar, con estrechas callejuelas que desembocan en su diminuto y encantador puerto pesquero, casonas hidalgas que se alternan con viviendas de pescadores y miradores como los de la Atalaya y Santa Catalina. Hay una Mundaka invernal, de días tranquilos y discurrir apacible; y otra estival, cuando se convierte en un animado centro de turismo y veraneo y sus calles y playas revientan de gente que buscan el baño o el txikiteo en sus bares. Y aún una tercera, otoñal, de marcado carácter deportivo, cuando en ella se reúnen surfistas de medio mundo en busca de su famosa ola izquierda.

 

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ZARAUTZ

El Camino por la Costa por tierras vascas pasa por esta bonita villa de verano guipuzcoana que fue una de las favoritas de la realeza y la aristocracia, con su amplísima playa, su animado paseo marítimo y hoy, surfistas divirtiéndose con las olas. Paseando por el casco antiguo, se admiran bonitas construcciones en torno la calle Nagusia, como el palacio de Narros, la torre Luzea, la iglesia de Nuestra Señora la Real o el convento de Santa Clara.

 

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LAGUARDIA

Su entorno de viñedos y la sierra de Cantabria de fondo regalan la mejor imagen de esta villa medieval, que a muchos les recuerda a la Toscana. Pero también de postal es su conjunto histórico, rodeado de murallas, en cuyas calles empedradas se levantan casas señoriales e iglesias portentosas, como las de Santa María de los Reyes y San Juan Bautista. Por debajo de ellas discurre otra ciudad, la de las bodegas que horadan su subsuelo y que la han convertido en capital de la gran comarca vitivinícola Rioja Alavesa.

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ELANTXOBE

De los pueblos marineros de la costa vasca, Elantxobe es de los más singulares porque sus casas, apiñadas sobre en el peñón calcáreo de Ogoño, parecen desplomarse sobre el Cantábrico, a 300 metros sobre el mar. A sus pies queda la playa de Laga, un precioso arenal que atrae a los surfistas por sus olas, como atrajo a Mariah Carey cuando grabó en ella su videoclip Sweetheart.

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LABASTIDA

Para conocer cerca todos los entresijos del vino hay que acercarse hasta esta localidad rodeada de viñedos que es puerta de entrada a la Rioja Alavesa. Aquí se viene a recorrer sus calados y bodegas, pero también a descubrir un casco antiguo con casas-palacio, sus arcos, sus murallas y la ermita del Santo Cristo erigida sobre el cerro de la Mota, que dibuja su perfil.

 

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ELCIEGO

En la Rioja Alavesa y unida irremediablemente al vino, Elciego empezó su revolución cuando el famoso arquitecto Frank Gehry llevara a cabo la ampliación de las bodegas del Marqués de Riscal. Una vanguardista obra de titanio que puso en el mapa a este pueblo que conserva algunas casas palacios y señoriales con escudos nobiliarios, una agradable plaza Mayor y la iglesia parroquial de San Andrés, a orillas del río Mayor.

 

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SEGURA

Los montes Aizkorri rodean este pequeño pueblo a orillas del río Oria. Su casco antiguo con forma de almendra anima a entrar y salir de los portales de la antigua muralla, para luego admirar notables caserones y palacios –Guevara, Lardizabal, Jauregui, Arrue…–, entrar en el Museo Medieval y entregarse a la costumbre del txikiteo en los bares que rodean la plaza de San Juan.

 

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MUTRIKU

En la comarca del Bajo Deva y entre montañas se enmarca el último municipio de la costa occidental guipuzcoana. Sus estrechas calles que van a parar al puerto, la playa de Saturrarán, su ambiente marinero y un buen número de edificios de postín, como el templo de la Asunción, varios palacios barrocos y la torre medieval de Berriatúa, hacen de él un conjunto de lo más atractivo.

 

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BEASAIN

En el barrio de Igartza se concentra el encanto de este pueblo al que se accede cruzando un histórico puente sobre el río Oria. Su conjunto monumental está presidido por un palacio del siglo XV que fue residencia de uno de los señores feudales más importantes de la Edad Media y hoy acoge exposiciones y numerosas actividades que dan a conocer las costumbres vascas. Además de un precioso patio central con galería, en la planta baja, dispone de un espacio musealizado con la última gran presa de madera. En el mismo entorno está la ermita de Belén, el lagar de Dolarea –antigua venta caminera todavía en funcionamiento–, la ferrería y otras instalaciones hidráulicas que muestran la tradición industrial de Beasain. Aunque el testimonio más antiguo de la villa no está aquí, sino en el barrio de Astigarraga, donde se encuentra el dolmen de Larrate.

 

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PASAIA DONIBANE (PASAJES DE SAN JUAN)

Entre los montes Ulia y Jaizkibel, a ambos lados de la bahía de Pasaia, donde se encuentra el puerto comercial más importante de Guipúzcoa, se encajona este bonito pueblo de arquitectura marinera, con sus casas alrededor de una única calle con varios pasadizos. Aquí se viene a degustar un buen plato de pescado, sentarse en una terraza en la plaza de Santiago abierta a la bahía, contemplar las vistas desde el castillo de Santa Isabel y visitar la casa de Víctor Hugo, en la que el escritor veraneó hace casi dos siglos.

 

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HONDARRIBIA

El estuario de Txingudi separa la playa que comparte este bonito pueblo de hechura medieval y carácter marinero con Hendaya, cuyas orillas están unidas por un barquito. El paseo por su casco histórico barroco, entre murallas, con su iglesia y el castillo de Carlos V despuntando, hoy reconvertido en Parador; las panorámicas que ofrece el monte Jaizkibel y la Marina, el barrio de pescadores, con sus coloridas casas de arquitectura vasca con balcones llenos de flores y sus bares donde entregarse al arte de los pintxos resumen sus encantos.

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LEKEITIO

Más que monumental, Lekeitio es un lugar de paseos junto al mar, como el que lleva hasta el faro de la Tala para ver cómo se enrabieta el Cantábrico al chocar contra el rompeolas de Amandarri o el que acerca a la isla de Garraitz o San Nicolás en bajamar, cuando emerge el espigón que la une a la playa de Isuntza. Entre paseo y paseo, se debe visitar la basílica de Santa María de la Asunción, tan grande que cabe holgadamente en ella la nutrida colonia estival, y con un retablo que es también de los mayores de España, después de los de las catedrales de Sevilla y Toledo.

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ZUMAIA

El tramo de costa entre Zumaia y Mutriku es un paraíso para los geólogos, pues concentra los flysch más espectaculares de la costa vasca, una especie de lasaña pétrea en los acantilados. El mejor mirador es la ermita de San Telmo, aunque para aprender más sobre este fenoméno está el Centro de Interpretación Algorri. De interés también en esta localidad, el estudio-taller del pintor Ignacio Zuloaga y el paseo por el faro y la iglesia acastillada de San Pedro.

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LABRAZA

Todo un descubrimiento en la Rioja Alavesa resulta encontrarse con este caserío de claro sabor medieval. Y así es porque está en lo alto de un cerro protegido por murallas, con casas de piedra y tres únicas calles –algunas de ellas con pasadizos– que llevan hasta la iglesia de San Miguel, con una esbelta torre.

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GETARIA

Esta preciosa villa marinera guipuzcoana de rasgos medievales asomada al mar es famosa por muchas cosas, empezando por ese monte cuya silueta recuerda un ratón, pero también por el vino txakolí, por sus restaurantes del puerto –sobre todo Elkano– en los que se come un buen pescado a la brasa, sus casas medievales y el Museo Cristóbal Balenciaga, una vanguardista obra de cristal sobre una colina que domina la localidad anexa al Palacio Aldamar donde disfrutar de las obras de este maestro de la alta costura.

 

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ELORRIO

Las tres provincias vascas se juntan en esta localidad vizcaína señorial cuyo casco viejo denota su pasado esplendoroso. Protegido por una muralla de la que hoy quedan algunos restos, como la puerta de Don Tello, posee un conjunto de casas solariegas y palacios de los siglos XVII y XVIII que son verdaderas obras de arte en piedra y sillería labrada. Y, además, la basílica de la Purísima Concepción, de dimensiones desmesuradas. Como contrapunto, a las afueras de la localidad está la necrópolis de Argiñeta.

 

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