Es la sensación de estar en medio de la nada, de la pura horizontalidad del paisaje desértico, apenas moteado por arbustos y construcciones de adobe, lo que convierte a Marfa con su cálida austeridad nómada en un espejismo. Esta remota localidad texana, que desde hace décadas acoge a una vibrante comunidad creativa, se presenta como un oasis artístico en pleno desierto de Chihuahua al que todo amante del arte debería peregrinar al menos una vez en la vida.
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Globalmente conocida por su tienda Prada Marfa –que no es tienda, ni está exactamente en Marfa, sino a 50 kilómetros–, fue en realidad el pintor estadounidense Donald Judd (1928-1994) quien la puso en el mapa. Figura clave en la historia del arte de posguerra, Judd se asentó en Marfa en 1971 para materializar su particular visión, que renegaba de los museos tradicionales. Para él, la experiencia de su obra no acababa en la pieza en sí, sino que era de vital importancia la escala, la durabilidad, así como el espacio y el entorno natural donde esta era contemplada.
Si hay algo que destaca en número en Marfa son las galerías de arte, más de una veintena en un pueblo de 2000 habitantes
Para ello se hizo con unos hangares y barracas abandonados de la II Guerra Mundial, que son hoy la sede de la Fundación Chinati, que él mismo creó. Aquí, dentro y fuera, no solo se contempla la imponente obra de Judd, sino también de algunos de sus coetáneos, como Dan Flavin, Robert Irwin y John Chamberlain. Veinticinco espectaculares esculturas de este último se alojan en uno de los numerosos edificios que Judd restauró en el centro de Marfa, hoy protegido por el Registro Nacional de Lugares Históricos, al igual que los que sirvieron de residencia y estudio del pintor y que actualmente custodia la Fundación Judd.
Articulados en torno a Highland Avenue, aquí se dan cita 200 edificios históricos, en su mayoría construidos en adobe, evidenciando la cercanía con Nuevo México, y de estilo art déco, símbolo arquitectónico del boom económico de Texas a comienzos del siglo XX. Algunos de ellos acogen fabulosos cafés y restaurantes –Do Your Thing, The Sentinel–, tiendas de artesanía, moda y diseño –Wrong, Communitie, Mano Mercantile, Garza Marfa– y bares y vinotecas –Veil y Marfa Wine Co.–, que son testigos de una comunidad creativa llegada desde todos los rincones de Estados Unidos, con gran sensibilidad y mucho estilo.
Pero si algo destaca en número en Marfa son las galerías de arte, más de una veintena en un pueblo de 2000 habitantes. Ballroom Marfa, que abrió en 2003, fue pionera. Su espacio, ubicado en un salón de baile de la década de 1920, está abierto al público y es gratuito. Pero su obra va más allá de esas paredes. Fue esta, junto con la ONG Art Production Fund, quien en 2005 comisionó al dúo escandinavo Elmgreen & Dragset su obra Prada Marfa, la pieza de land art que simula una tienda de Prada –de hecho, alberga bolsos y zapatos de la colección de otoño de ese año–, pero es, en realidad, una escultura.
No es país para viejos se rodó en marfa, la película con la que bardem ganaría un Óscar
Para llegar hasta ella, conduciendo por una carretera solitaria que parece no tener fin, dejaremos atrás la belleza de Liz Taylor y James Dean en un homenaje de madera del artista John Cerney. En 1956, rodaron aquí Gigante, en la que fue la última película del actor, que moriría en un accidente de tráfico a los 24 años. Medio siglo después también se filmarían las oscarizadas Pozos de ambición, con Daniel Day Lewis, y No es país para viejos, de los hermanos Cohen, que daría a Javier Bardem un Óscar como mejor actor de reparto. Hay un gusto de victoria y libertad en el lejano Oeste. Y que esta tierra de cowboys solitarios hoy acoja a una vibrante comunidad artística hace aún más especial a Marfa, un pueblo en medio de la nada al que, en el siglo XIX, llamaron con el nombre de la esposa del ferroviario aquí destinado. Se llamaba Marfa, como el personaje de Los hermanos Karamazov.
El apunte experto
- Antes de la era Instagram, Marfa ya era famosa por unas extrañas luces que pueden vislumbrarse camino de Alpine, en la US90. ¿Fenómeno paranormal? Es un misterio.
- Los burritos que Ramona Tejada sirve en Marfa Burritos, su casa reconvertida en restaurante (515 S Highland Avenue), han sido elogiados por el reconocido chef y presentador de televisión ya desaparecido Anthony Bourdain y tiene a Matthew McConaughey entre sus célebres adeptos.
- El legado de Donald Judd es impresionante. Las fundaciones Chinati y Judd velan por mantenerlo. Para visitarlas es imprescindible reservar.
- Una clase de yoga (vinyasa, hatha, yin…) en Big Sky Yoga (marfayogastudio.com) e incluso una partida de golf en los nueve hoyos del campo municipal, el más alto de Texas.›
- Los amantes de la naturaleza pueden continuar el viaje con destino a Big Bend (nps.gov/bibe/index.htm ), el fascinante parque nacional de Texas, en la frontera con México, del que solo dista una hora en coche.
Guía de viaje
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