Una ruta por las pasarelas de Sistelo, el Tíbet portugués

Cuando uno se adentra en Peneda-Gêres, el único parque nacional de Portugal y Reserva Mundial de la Biosfera, a cada paso encuentra un lugar donde parar y disfrutar, pues este accidentado espacio protegido con forma de herradura del norte de Portugal, cuyos extremos abrazan la provincia de Ourense, está repleto de aldeas tradicionales, miradores, embalses, cascadas, santuarios o vestigios romanos. Entre las sorpresas que esconde, una imprescindible es Sistelo, un pequeño Tíbet portugués al que muchos acuden a hacer senderismo por sus trihlos (carriles).

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Sistelo es una aldea rural minúscula del municipio de Arcos de Valdevez que empezó a ser conocida cuando fue elegida hace solo unos años una de las Siete Maravillas de Portugal y Monumento Nacional, el primer paisaje del país con este título. Menos de 300 habitantes viven en él y, como tantos otros pueblos de la España vacía, también sabe lo que es la despoblación.

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Los vecinos que todavía permanecen siguen viviendo de la tierra y eso ha hecho que conserve un magnífico paisaje en socalcos (terrazas) que recuerda a los arrozales de Yuanyang. Un lienzo a cielo abierto de líneas curvas y tonalidades verdes formado a lo largo de cientos de años por la intervención humana y para admirar desde el mirador del Chã da Armada. Adaptado, como sus gentes, al territorio montañoso, es la base de su economía agropastoral. En él cultivan maíz, patatas y judías y se alimentan sus vacas de raza barrosa y cachena.

Caminando por las calles de piedra de Sistelo, pulidas por las carretas de bueyes que ayudaban en las labores diarias a los agricultores, se ven casas típicas de granito, la iglesia, el Centro de Interpretación del Paisaje Cultural, un buen conjunto de hórreos, lavaderos y molinos, capillas y ermitas, pero ninguna construcción con tanto porte como el castillo.

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Más que una fortaleza, el edificio más señorial del pueblo es una mansión de finales del siglo XIX donde vivió el indiano Manuel António Gonçalves Roque, primer vizconde de Sistelo, un lugareño que emigró a Brasil y se convirtió en un exitoso comerciante de café. Al regresar, invirtió su fortuna en levantar este palacio sobre la casa en la que había nacido. También financiaría una fuente, una cruz y una escuela.

Además del paseo por la parroquia, la mayoría de los que se acercan a esta aldea de la sierra da Peneda lo hacen para hacer la ruta circular de 2 kilómetros que discurre por pasarelas de madera acompañando el curso del río Vez. Con buen tiempo, algunos aprovechan para hacer un pícnic o bañarse en las aguas cristalinas de la playa del río. El itinerario, de unos 45 minutos, es el tramo más conocido de la Ecovia do Vez, que tiene 32 kilómetros y arranca en la plaza de Sistelo.

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A lo largo del camino se cruzan arroyos, una pequeña cascada que, cuando llueve, salpica las pasarelas y tramos más abruptos sin ninguna dificultad. La ruta es corta, pero si se quiere alargar, se puede enlazar con la de Socalcos, circular y señalizada con marcas rojas y amarillas que discurre a lo largo de poco más de 5 kilómetros (2 horas y 45’) y con una dificultad moderada.

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Otra ruta por el entorno es el sendero Trilho das Brandas de Sistelo. Son 9 kilómetros lo que tiene de longitud y está considerado uno de los más bellos de Portugal. Y aún hay más, porque el Trilho do glaciar e Alto Vez sigue el sendero PR6 tomando como punto de partida la aldea de Porta Cova. El coche se deja aparcado en Sistelo, y se comienza a caminar adentrándose en los bancales que han dado fama a este Tíbet portugués para después pasar por Padrão. Antiquísimos suelos empedrados, grandes bolos graníticos, cabañas, vacas, algún pequeño pinar y, al fondo, las montañas del Parque Nacional de Peneda-Gerês.

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