Entre Viena y Salzburgo se extiende una de las rutas más bellas de Europa, no tan conocida por el poderío de estas dos grandes ciudades, pero maravillosa para descubrir en coche. Es la Ruta Romántica, por la que reyes y emperadores se movían en la época de máximo esplendor del imperio austrohúngaro. Recorrer hoy sus 380 kilómetros es ir enlazando palacios, monasterios, abadías, pero también preciosos paisajes naturales salpicados de lagos, pueblos de madera y ciudades de impresionante belleza, como Bad Ischl, la ciudad-balneario austriaca que este año se presenta, junto a otros 22 municipios de la región de Salzkammergut, como Capital Europea de la Cultura 2024. Un título que comparte con Tartu (Estonia) y Bodo (Noruega).
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Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, el entorno de Bad Ischl no puede ser más espectacular, fuente de inspiración para grandes artistas, como Gustav Klimt o los compositores Brahms, Schubert o Lehár. El emperador Francisco José tenía aquí su residencia estival. Fue en esta villa, a 50 kilómetros de Salzburgo, donde conoció en 1853 a su esposa, la princesa Isabel de Baviera, la popular Sissí, de la que quedaría prendado al instante, y en la que pasaría casi todos los veranos de su vida. Tras firmar la declaración formal de guerra a Serbia, que desencadenaría la Primera Guerra Mundial, no volvería a pisarla.
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Bad Ischl sigue teniendo hoy ese halo de ciudad imperial de épocas pasadas. Y se empieza a descubrir por la residencia de la familia imperial austrohúngara, la Kaiservilla, una versión en miniatura de las grandes residencias vienesas (Hofburg, Schönbrunn…), regalo de la archiduquesa Sofía de Habsburgo a su hijo Francisco José I. Propiedad hoy del archiduque Marcos Manuel Salvador, bisnieto del emperador, se abre al público durante los meses de verano y la visita recorre sus salas y apartamentos privados, pero también el gran parque de estilo inglés que la rodea. Escondida en el bosque está la cabaña que se convirtió en la estancia favorita de la emperatriz Isabel. Al acabar, en la tienda se puede comprar un libro sobre la familia del emperador o la réplica de la Estrella Sissí, engastada con piedras Swarovski.
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Paseando por el casco histórico de Bad Ischl llama la atención su arquitectura de otra época. Entre sus edificios sobresalen la histórica oficina de Correos, el Trinkhalle, que fue parte de un antiguo balneario y hoy se utiliza para eventos culturales, o sus villas residenciales: el palacete Seilern o la del compositor Lehár, junto al Traun. También su exquisita pastelería Zauner, proveedora de la corte imperial, donde probar el Zaunerstoller, un dulce de chocolate que se ha convertido en su especialidad. Y el café Elisabeth, ubicado en el precioso edificio que ocupaba el hotel del mismo nombre y en el que el emperador de Austria se comprometió con su esposa cuando esta solo tenía 15 años.
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Si en Bad Ischl hay dos panorámicas imprescindibles que nadie debería perderse, las que ofrecen el monte Katrin, a 1542 metros de altitud –accesible en teleférico–, y el mirador Siriuskogl, lo que la mayoría de visitantes llegan buscando son los beneficios de la sal en el único balneario que queda en la ciudad: el Eurothermen Resort. Es el mismo elemento que da nombre al lema con el que Bad Ischl y la región de Salzkammergut se presenta como Capital Europea de la Cultura 2024: “La cultura es la nueva sal”.
Si el hotel Stadthotel Goldenes Schiff ocupa la antigua posada abierta para los barqueros de la sal, en la antigua fábrica de cerveza Sudhaus se transformaba la salmuera en sal. Un lugar que se ha convertido en la principal sede de los actos organizados para la capitalidad cultural y donde se puede ver, hasta finales de octubre, la exposición Art with salt and water (arte con sal y agua), dos elementos claves en el bienestar del cuerpo.
La extracción del oro blanco en la zona se remonta 7000 años atrás, así que para conocer este legado minero, se han programado a lo largo del año más de 300 actividades y celebraciones culturales en las que participarán artistas locales e internacionales del mundo de la música, las artes escénicas y la arquitectura, entre otras disciplinas, como conciertos en las salinas de Ebensee. También habrá iniciativas relacionadas con la memoria histórica, exposiciones culturales que abordarán temáticas como el turismo sostenible y el cambio climático, un laboratorio donde chefs de renombre reinventan la gastronomía tradicional con técnicas y conceptos innovadores o estaciones de trenes vacías que vuelven a cobrar vida gracias al arte (salzkammergut-2024.at/programmbuch).
Los actos no solo se concentran en Bad Ischl, también se extienden a los 22 municipios de la región de Salzkammergut –es la primera vez en la historia que una candidatura se amplía más allá de una ciudad–, entre los que se encuentran preciosas localidades como Hallstatt (en la imagen), Gmunden –famosa por su cerámica y sus vistas– o Bad Ausee, rodeadas de idílicos lagos y montañas, que, durante este año, estarán conectados por el tren Regional Express.