Fue la naturaleza, que a veces tiene esos caprichos, la que esculpió a golpe de cataclismos esta geografía irreal de la que emergen gigantes de roca rematados por cuchillos de hielo y en la que los bosques tapizan los quebrados escondiendo lagos de un azul cegador. Una suerte de paisaje lunar que ocupa la punta occidental del Cono Sur, allí donde la tierra acaba desmenuzada en la antesala del fin del mundo. Más allá solo queda la nada antártica: pura inmensidad tapizada de hielo. Hoy, que vivimos sobresaturados de pantallas, los ojos agradecen el espectáculo visual que proporciona el Parque Nacional Torres del Paine. Y aunque cada cual procesa a su modo la sobredosis de belleza, lo cierto es que pocos quedan impasibles ante la explosión de silencio y soledad que acontece en este remoto rincón de la Patagonia chilena y del mundo. Un misticismo que flota sobre los tres pináculos de granito que dan nombre al macizo, especialmente cuando cae la tarde y sus paredes se tiñen de fuego.
Para ti que te gusta
Lee 8 contenidos al mes solo con registrarte
Navega de forma ilimitada con nuestra oferta
1 año por 49€ 9,80€
Este contenido es solo para suscriptores.
CelebramosSuscríbete 1 año por 49€ 9,80€
Este contenido es solo para suscriptores.
CelebramosSuscríbete 1 año por 49€ 9,80€
TIENES ACCESO A 8 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
Lo mejor es descubrir este enclave mágico a pie, como lo hicieron los primeros exploradores con motivaciones científicas y curiosidades antropológicas. Y para ello, su mejor acceso seguirá siendo Punta Arenas, aunque, 200 kilómetros al norte, otra población se erige en la verdadera puerta de entrada: la encantadora Puerto Natales, en la que ya se huele el ambiente alpino en las tiendas con ropa de montaña y en las agencias que ofrecen rutas senderistas, paseos sobre los glaciares y excursiones en barco o piragua a lo largo de los fiordos.
Puerto Natales es la entrada a este enclave, punto de partida de las rutas senderistas
Una vez en el parque, llega la hora de abordar alguna de las rutas. Sencillas e inolvidables son las que conducen al Mirador Cuernos o las que avanzan por la orilla del lago Grey, salpicado de figuras de hielo. Cada circuito destapa un paisaje diferente: bosques, ríos, cascadas, áridas estepas, desiertos de altura... Algunos compensan con panorámicas soberbias, como la del Mirador Cóndor, que se asoma al lago Pehoé y el Valle del Francés. Otros, como el de la Laguna Verde, requieren algo de destreza en sus subidas por la sierra. Pero la ruta más célebre sigue siendo la W, que solo es apta para cuerpos en forma y mentes convencidas de que el recorrido, de 76,1 kilómetros, no les llevará menos de cuatro días.
Nada que no se pueda compensar después en alguno de los hoteles o campamentos de lujo que se dispersan por el parque. Este es otro de los grandes alicientes: redondear la experiencia en alojamientos que son el top de la exclusividad, emplazados a la orilla de los lagos o bajo la imponente silueta de las moles. ¿Hay algo más placentero que un baño de burbujas tras una dura caminata, una velada con música ante la chimenea o un sabroso desayuno en la terraza con vistas a las cumbres heladas?
Desde el EcoCamp Patagonia, pionero en ecoturismo, con sus modernas cúpulas geodésicas, hasta Awasi Patagonia, con sus villas cúbicas construidas sobre pilares, pasando por The Singular, erigido sobre el antiguo Frigorífico Bories en el canal Señoret, hay toda una gama de hoteles exquisitos que incluye el mítico Explora, anclado como un barco a las aguas del Pehoé, y el Tierra Patagonia, recostado en la orilla del lago Sarmiento y mimetizado con el entorno de forma sostenible. En todos ellos, el tiempo se encapsula en un remoto mundo sin ruido, tan solo dominado por la piedra y el hielo.
Cada circuito destapa un paisaje diferente: bosques, ríos, cascadas, desiertos, estepas...
El apunte experto
- Hacer un alto en Puerto Natales para degustar en cualquiera de sus restaurantes el chupe de centolla, una sopa espesa sobre la que flota este crustáceo desmenuzado.
- Subir al mirador Torres del Paine y apreciar la mejor panorámica del parque.
- Navegar en el lago Grey para asistir al milagro de ver caer bloques enormes del glaciar con un sonido estremecedor.
- Fotografiar al amanecer el lago Pehoé con los Cuernos del Paine al fondo, que, a esa hora, exhiben un espectacular color anaranjado.
- Solo para avezados senderistas: el trekking de la O o Circuito Completo, de 93,2 kilómetros de arduo recorrido y una semana de duración.
GUÍA DE VIAJE