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Torres del Paine: dormir junto a colosos de piedra y hielo

Nada prepara al viajero para la contemplación de este soberbio universo de glaciares, fiordos, bosques y lagos esmeralda. Catalogado como la octava maravilla, este espacio protegido de la Patagonia chilena es uno de los más sublimes del continente americano. Entre sus pliegues se esconden hoteles que son el top de la exclusividad y se contagian del magnetismo de esos gigantes de roca


8 de marzo de 2024 - 16:17 CET

Fue la naturaleza, que a veces tiene esos caprichos, la que esculpió a golpe de cataclismos esta geografía irreal de la que emergen gigantes de roca rematados por cuchillos de hielo y en la que los bosques tapizan los quebrados escondiendo lagos de un azul cegador. Una suerte de paisaje lunar que ocupa la punta occidental del Cono Sur, allí donde la tierra acaba desmenuzada en la antesala del fin del mundo. Más allá solo queda la nada antártica: pura inmensidad tapizada de hielo. Hoy, que vivimos sobresaturados de pantallas, los ojos agradecen el espectáculo visual que proporciona el Parque Nacional Torres del Paine. Y aunque cada cual procesa a su modo la sobredosis de belleza, lo cierto es que pocos quedan impasibles ante la explosión de silencio y soledad que acontece en este remoto rincón de la Patagonia chilena y del mundo. Un misticismo que flota sobre los tres pináculos de granito que dan nombre al macizo, especialmente cuando cae la tarde y sus paredes se tiñen de fuego.

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Las cúpulas geodésicas y ecológicas de EcoCamp Patagonia, inspiradas en las comunidades kawésqar, conectan con la naturaleza en su estado más puro. Sobre estas líneas, rincón del hotel Tierra Patagonia.

Lo mejor es descubrir este enclave mágico a pie, como lo hicieron los primeros exploradores con motivaciones científicas y curiosidades antropológicas. Y para ello, su mejor acceso seguirá siendo Punta Arenas, aunque, 200 kilómetros al norte, otra población se erige en la verdadera puerta de entrada: la encantadora Puerto Natales, en la que ya se huele el ambiente alpino en las tiendas con ropa de montaña y en las agencias que ofrecen rutas senderistas, paseos sobre los glaciares y excursiones en barco o piragua a lo largo de los fiordos.

Puerto Natales es la entrada a este enclave, punto de partida de las rutas senderistas
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Torres del Paine se ha convertido en uno de los lugares más buscados para observar a los pumas patagónicos, y para ello se organizan tours. Debajo, paso John Gardner, en el trekking de la O o Circuito Completo.

Una vez en el parque, llega la hora de abordar alguna de las rutas. Sencillas e inolvidables son las que conducen al Mirador Cuernos o las que avanzan por la orilla del lago Grey, salpicado de figuras de hielo. Cada circuito destapa un paisaje diferente: bosques, ríos, cascadas, áridas estepas, desiertos de altura... Algunos compensan con panorámicas soberbias, como la del Mirador Cóndor, que se asoma al lago Pehoé y el Valle del Francés. Otros, como el de la Laguna Verde, requieren algo de destreza en sus subidas por la sierra. Pero la ruta más célebre sigue siendo la W, que solo es apta para cuerpos en forma y mentes convencidas de que el recorrido, de 76,1 kilómetros, no les llevará menos de cuatro días.

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En los domos comunitarios de EcoCamp Patagonia los alojados pueden tomar una copa, disfrutar de una deliciosa comida o dar una clase de yoga al comenzar el día. Los paseos a caballo que discurren por las orillas de los lagos (sobre estas líneas) y otras actividades se organizan desde Puerto Natales.

Nada que no se pueda compensar después en alguno de los hoteles o campamentos de lujo que se dispersan por el parque. Este es otro de los grandes alicientes: redondear la experiencia en alojamientos que son el top de la exclusividad, emplazados a la orilla de los lagos o bajo la imponente silueta de las moles. ¿Hay algo más placentero que un baño de burbujas tras una dura caminata, una velada con música ante la chimenea o un sabroso desayuno en la terraza con vistas a las cumbres heladas?

Desde el EcoCamp Patagonia, pionero en ecoturismo, con sus modernas cúpulas geodésicas, hasta Awasi Patagonia, con sus villas cúbicas construidas sobre pilares, pasando por The Singular, erigido sobre el antiguo Frigorífico Bories en el canal Señoret, hay toda una gama de hoteles exquisitos que incluye el mítico Explora, anclado como un barco a las aguas del Pehoé, y el Tierra Patagonia, recostado en la orilla del lago Sarmiento y mimetizado con el entorno de forma sostenible. En todos ellos, el tiempo se encapsula en un remoto mundo sin ruido, tan solo dominado por la piedra y el hielo.

Cada circuito destapa un paisaje diferente: bosques, ríos, cascadas, desiertos, estepas...
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En la imagen superior, Álvaro Covarrubias, chef de Tierra Patagonia, posa con algunos de sus platos. Abajo, sala de masajes del EcoCamp Patagonia.

El apunte experto

  • Hacer un alto en Puerto Natales para degustar en cualquiera de sus restaurantes el chupe de centolla, una sopa espesa sobre la que flota este crustáceo desmenuzado.
  • Subir al mirador Torres del Paine y apreciar la mejor panorámica del parque.
  • Navegar en el lago Grey para asistir al milagro de ver caer bloques enormes del glaciar con un sonido estremecedor.
  • Fotografiar al amanecer el lago Pehoé con los Cuernos del Paine al fondo, que, a esa hora, exhiben un espectacular color anaranjado.
  • Solo para avezados senderistas: el trekking de la O o Circuito Completo, de 93,2 kilómetros de arduo recorrido y una semana de duración.
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GUÍA DE VIAJE

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Cómo ir y cómo moverte

El Parque Nacional Torres del Paine está en la Patagonia chilena. Latam e Iberia tienen vuelos diarios desde Madrid a Santiago de Chile. De aquí se puede volar a Punta Arenas y después coger otro avión a Puerto Natales o emprender el camino por carretera (unas tres horas). Para acceder al parque, de unas 240.000 hectáreas, hay que pagar una entrada. En el centro de visitantes informan sobre los campings y refugios, así como sobre las rutas de trekking, las excursiones a caballo y los paseos en barca por los lagos Pehoé y Grey. Existen opciones de senderismo para todos los gustos y capacidades. Evaneos (evaneos.es) propone un viaje por los lugares más icónicos de Chile, entre los que figura Santiago, el desierto de Atacama y Torres del Paine. Se trata de un paquete de diez días y ocho noches, con vuelos y alojamiento, desde 2700 €.

Cuándo ir

La mejor época para visitar las Torres del Paine es la temporada alta, que va de noviembre a marzo, cuando las temperaturas son algo más elevadas (entre 10 y 15 ºC). Además, en el verano austral hay más horas de luz. En invierno (en los meses de junio a septiembre), las noches son más largas y los días más fríos y ventosos, de manera que, en ocasiones, hasta se prohíbe el acceso al parque.

Dónde dormir

La amplia gama de alojamientos dentro del parque va desde la propia acampada (eso sí, a merced de los fuertes vientos patagónicos) hasta los refugios comunales estratégicamente situados y las hosterías, que suponen un grado más alto de confort. Sin embargo, nada se puede comparar a los hoteles de lujo desperdigados por sus pliegues. Destaca EcoCamp Patagonia (ecocamp.travel), que da una vuelta de tuerca al concepto de vivienda de la tribu kawésqar, con cúpulas geodésicas que se alimentan de energía solar; Awasi (awasipatagonia.com), doce villas cúbicas inspiradas en los antiguos refugios y con interiores confortables; y The Singular (thesingular.com), con una ubicación remota en el punto de partida para las excursiones marítimas por los fiordos. También Explora (explora.com), con la mejor panorámica sobre las torres de granito, y Tierra Patagonia (tierrapatagonia.com), que posee un codiciado spa & wellness que conecta con el paisaje a través de enormes cristaleras.

Dónde comer

En el parque hay locales para tomar un tentempié y otros donde sirven comidas calientes, como el Camping Pehoé (campingpehoe.com). Todos los hoteles mencionados disponen, además, de buenos restaurantes.

Más info

Parque Nacional Torres del Paine (torresdelpaine.com). Turismo Patagonia (patagonia-chile.com).Turismo de Chile (chile.travel).