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Isla de Sumba: el paraíso perdido

A una hora de vuelo de Bali, la ‘isla olvidada’ de Indonesia es un exótico edén de cerros calizos, campos de arroz infinitos, lagunas turquesa, cascadas y playas vírgenes por las que galopan caballos salvajes. La naturaleza y la arraigada cultura tribal son el telón de fondo de hoteles como el espectacular NIHI Sumba que fusionan lujo, sostenibilidad y apoyo a proyectos comunitarios


5 de marzo de 2024 - 19:44 CET

El cartel que da acceso al rincón más exclusivo de Suma reza: “Bienvenido al borde de la naturaleza”. Un vergel en el suroeste de la isla que se extiende hasta la arena blanca de la playa de Nihiwatu, paraíso codiciado por surfistas y auténtico destino dentro de un destino. Cuando el sol de la tarde tinta el cielo de mil tonos pastel llegamos a  NIHI Sumba , ese excepcional resort que se encuentra entre los alojamientos más premiados del mundo y en el que se han hospedado destacadas celebrities. En el club de playa, la música chill out despide el día ante el impresionante arenal de 2,5 kilómetros de longitud por el que cabalgan caballos mientras el azul de la noche se apodera del cielo y se funde con un mar alumbrado por hogueras. Coco en mano, y con los pies hundidos en la arena, aguarda la suculenta cena en el restaurante Ombak, que da paso, a continuación, a un baño nocturno en la piscina privada de la villa bajo las estrellas. Dormir con el arrullo del océano y ante una terraza que se columpia sobre olas de espuma, nos sumerge en un profundo sueño en la isla más auténtica y desconocida de Indonesia.

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A última hora del día, los singulares árboles danzantes de la playa de Walakiri parecen haber quedado petrificados en una coreografía imaginaria.

La arraigada cultura tribal y la naturaleza de Sumba son el telón de fondo de este alojamiento que diseña experiencias adaptadas a cada huésped para sentir la vida de la isla: liberar tortugas, visitar poblados tradicionales o aventurarse a su elogiado Spa Safari después de una caminata por colinas y arrozales, que acaba con el masaje más relajante sobre un acantilado y el rugido del oleaje como sonido de fondo.

Los habitantes de la desconocida isla de Sumba veneran los espíritus de sus antepasados
© ELENA ORTEGA

Nihiwatu Beach: Con más de dos kilómetros bordeados de palmeras, la CNN la ha incluido entre las 100 más bellas del mundo.

Entre cerros suaves y cocoteros, la sinuosa carretera que comunica con el norte es una muestra de identidad de esta ínsula. Un viaje al pasado por pueblos donde la cultura y las tradiciones han detenido el tiempo, ríos que aún ejercen como lavanderías, colegiales intercambiando saludos o mercados cuyos tenderos descubren sonrisas teñidas de rojo de masticar hojas de betel. Conviene detenerse en algunas cascadas como Waikelo Sawah, una sucesión de saltos de agua que bañan arrozales y crean un paisaje de tal belleza que cuesta creer que sea real.

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Los exagerados tejados de paja de la aldea ancestral de Praijing se elevan al cielo para acoger las almas de los ancestros y sirven de inspiración al veterano resort NIHI Sumba (izquierda). En las bellísimas playas de la isla de Sumba no se ven hamacas, sino surfistas cogiendo olas y caballos salvajes galopando por la arena, como la larguísima de Nihiwatu Beach.

En las aldeas ancestrales de Waitabar o Praijing los exagerados tejados de paja de las casas se elevan hacia el cielo para acoger las almas de los ancestros. “Cuanto más altos son, mayor conexión hay con ellos”, cuenta el patriarca de una familia. De creencias marapu, la religión ancestral de Sumba, gran parte de los habitantes veneran los espíritus de sus antepasados, no solo en el alma de sus viviendas, también en los enterramientos megalíticos que las rodean. El número de esqueletos de cabezas de búfalos y hocicos de cerdo que decoran las fachadas exhiben la riqueza de cada familia. Delante de las puertas, elaboran el ‘ikat’, la tela típica, que recuerda a las lenguas mallorquinas. Una práctica milenaria donde los hilos son teñidos de manera natural antes de ser tejidos.

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Las villas del NIHI Sumba, inmersas en la selva tropical, están inspiradas en la arquitectura tradicional. A la derecha, niños en la laguna Waikuri.

Numerosas celebrities han elegido este rincón de Indonesia para desconectar y vivir experiencias diferentes

En el litoral oeste de Sumba, más salvaje si cabe, el poblado de Rattengaro balancea su historia sobre un risco con espectaculares vistas al mar. Aquí la carretera está circundada por bosques de sándalo y plantaciones de anacardos que conducen a las playas solitarias de Watu Bella, Marosi o Mbawana. Entre ellas reluce la laguna Waikuri, de aguas de intenso color turquesa mezclado con el cobalto del Índico que penetra por uno de sus extremos y a la que saltan los niños. El embrujo de Sumba termina de apoderarse del paisaje en la playa Walakiri, en la costa noreste de la isla, donde los árboles ‘bailan’ al ponerse el sol.

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El apunte experto

  • En el poblado de Rattengaro, sus habitantes venden figuras talladas a mano que imitan a las que coronan los techos de las casas.
  • Los sábados es día de mercado en Waimangura, buen momento para acercarse y mezclarse con sus amables gentes.
  • Antes de llegar a la cascada de Waikelo Sawah se ve en el río a las mujeres lavando la ropa mientras los niños se bañan agarrados a neumáticos.
  • Es posible admirar el proceso del ‘ikat’ en el poblado de Waitabar.
  • La aldea de Praijing tiene su mejor vista desde el mirador situado en su parte más alta.

GUÍA DE VIAJE

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Cómo ir y cómo moverte

Sumba está conectada con los aeropuertos de Tambolaka, al noroeste de la isla, y Waingapu, al noreste. Desde España, la forma más fácil de llegar será volar a Bali y luego tomar un vuelo hasta Tambolaka. Dentro de la isla, la mejor opción para moverse es alquilar un coche con conductor. Los viajes a Sumba se organizan por cuenta propia o a través de los hoteles. Para hacer itinerarios por ella, agencias locales como sumba-information.com.

Cuándo ir

Verano es temporada seca en Sumba, aunque las lluvias pueden darse en cualquier época. Octubre y noviembre son buenos meses para los surfistas profesionales, gracias a las olas altas que bañan algunas de sus playas. También es buen momento para disfrutar del festival Wulla Podu, en el que los sumbaneses realizan varias ceremonias y rituales para bendecir las tierras antes de la nueva temporada de siembra. El festival más conocido es el Pasola, y tiene lugar entre febrero y marzo, cuando los miembros de distintos poblados luchan con afiladas lanzas de madera subidos a caballos para celebrar la fiesta de la cosecha. Todos los visitantes son bienvenidos, aunque el festejo puede herir sensibilidades.

Dónde dormir

NIHI Sumba (nihi.com) es el establecimiento más emblemático y veterano de la isla, y el que la ha situado en el mapa gracias a las numerosas personalidades que eligen sus lujosas villas con piscina y mayordomo privados. Su historia dio comienzo a finales de los 80, cuando el matrimonio surfista Graves encontró en la playa de Nihiwatu la ola perfecta. Tras acampar en ella durante un tiempo, levantaron varias cabañas sostenibles siguiendo las técnicas locales. Parte de los beneficios se destinan desde entonces a la población local. En la costa oeste, donde hasta ahora no había hoteles, acaba de abrir sus puertas Cap Karoso (capkaroso.com), sumándose a la lujosa oferta de Sumba, pero más asequible. Su arquitectura, a base de edificios de piedra y cemento pulido con líneas rectas, escapa del ambiente tradicional. Varias habitaciones y villas modernas se alzan ante una playa de diez kilómetros protegida por bosque y con atardeceres inolvidables.

Dónde comer

Aparte de los restaurantes de los alojamientos, la isla está desprovista de infraestructura turística. En los hoteles nunca falta una amplia propuesta de cocina internacional y local. Ombak Restaurant y Nio Beach Club en NIHI Sumba o la cocina de autor de Cap Karoso son opciones variadas y deliciosas. Más económico resulta el restaurante del resort Mario Hotel & Cafe (mariohotel.net).

Más info

Turismo de Indonesia (indonesiatravel.com).