El cartel que da acceso al rincón más exclusivo de Suma reza: “Bienvenido al borde de la naturaleza”. Un vergel en el suroeste de la isla que se extiende hasta la arena blanca de la playa de Nihiwatu, paraíso codiciado por surfistas y auténtico destino dentro de un destino. Cuando el sol de la tarde tinta el cielo de mil tonos pastel llegamos a NIHI Sumba , ese excepcional resort que se encuentra entre los alojamientos más premiados del mundo y en el que se han hospedado destacadas celebrities. En el club de playa, la música chill out despide el día ante el impresionante arenal de 2,5 kilómetros de longitud por el que cabalgan caballos mientras el azul de la noche se apodera del cielo y se funde con un mar alumbrado por hogueras. Coco en mano, y con los pies hundidos en la arena, aguarda la suculenta cena en el restaurante Ombak, que da paso, a continuación, a un baño nocturno en la piscina privada de la villa bajo las estrellas. Dormir con el arrullo del océano y ante una terraza que se columpia sobre olas de espuma, nos sumerge en un profundo sueño en la isla más auténtica y desconocida de Indonesia.
La arraigada cultura tribal y la naturaleza de Sumba son el telón de fondo de este alojamiento que diseña experiencias adaptadas a cada huésped para sentir la vida de la isla: liberar tortugas, visitar poblados tradicionales o aventurarse a su elogiado Spa Safari después de una caminata por colinas y arrozales, que acaba con el masaje más relajante sobre un acantilado y el rugido del oleaje como sonido de fondo.
Los habitantes de la desconocida isla de Sumba veneran los espíritus de sus antepasados
Entre cerros suaves y cocoteros, la sinuosa carretera que comunica con el norte es una muestra de identidad de esta ínsula. Un viaje al pasado por pueblos donde la cultura y las tradiciones han detenido el tiempo, ríos que aún ejercen como lavanderías, colegiales intercambiando saludos o mercados cuyos tenderos descubren sonrisas teñidas de rojo de masticar hojas de betel. Conviene detenerse en algunas cascadas como Waikelo Sawah, una sucesión de saltos de agua que bañan arrozales y crean un paisaje de tal belleza que cuesta creer que sea real.
En las aldeas ancestrales de Waitabar o Praijing los exagerados tejados de paja de las casas se elevan hacia el cielo para acoger las almas de los ancestros. “Cuanto más altos son, mayor conexión hay con ellos”, cuenta el patriarca de una familia. De creencias marapu, la religión ancestral de Sumba, gran parte de los habitantes veneran los espíritus de sus antepasados, no solo en el alma de sus viviendas, también en los enterramientos megalíticos que las rodean. El número de esqueletos de cabezas de búfalos y hocicos de cerdo que decoran las fachadas exhiben la riqueza de cada familia. Delante de las puertas, elaboran el ‘ikat’, la tela típica, que recuerda a las lenguas mallorquinas. Una práctica milenaria donde los hilos son teñidos de manera natural antes de ser tejidos.
Numerosas celebrities han elegido este rincón de Indonesia para desconectar y vivir experiencias diferentes
En el litoral oeste de Sumba, más salvaje si cabe, el poblado de Rattengaro balancea su historia sobre un risco con espectaculares vistas al mar. Aquí la carretera está circundada por bosques de sándalo y plantaciones de anacardos que conducen a las playas solitarias de Watu Bella, Marosi o Mbawana. Entre ellas reluce la laguna Waikuri, de aguas de intenso color turquesa mezclado con el cobalto del Índico que penetra por uno de sus extremos y a la que saltan los niños. El embrujo de Sumba termina de apoderarse del paisaje en la playa Walakiri, en la costa noreste de la isla, donde los árboles ‘bailan’ al ponerse el sol.
El apunte experto
- En el poblado de Rattengaro, sus habitantes venden figuras talladas a mano que imitan a las que coronan los techos de las casas.
- Los sábados es día de mercado en Waimangura, buen momento para acercarse y mezclarse con sus amables gentes.
- Antes de llegar a la cascada de Waikelo Sawah se ve en el río a las mujeres lavando la ropa mientras los niños se bañan agarrados a neumáticos.
- Es posible admirar el proceso del ‘ikat’ en el poblado de Waitabar.
- La aldea de Praijing tiene su mejor vista desde el mirador situado en su parte más alta.
GUÍA DE VIAJE