Se conoce poco Pontevedra. Infinitamente menos de lo que se merece. Porque su casco antiguo tiene tanto encanto como el de Santiago de Compostela y se está a gusto paseando por sus rúas de granito verdinoso, entre casas nobles y tabernas populares de las que sale un olor a vino y chocos fritos que alimenta; o terraceando en sus plazas de reminiscencias gremiales -la de la Verdura, la de la Leña, la de Ferrería…- llenas de soportales, fuentes, camelios, gaviotas y niños. Nos escapamos un par de días, que es lo mínimo que merece, para descubrir todo lo que ofrece esta bellísima ciudad gallega.
PLAZA DE LA FERRERÍA
De los herreros que trabajaban antaño bajo sus soportales tomó su nombre la mayor y más animada plaza de la capital, y la mejor para desayunar antes de empezar a patearla. Allí cerca dos instituciones pontevedresas: el café Savoy (savoyrestobar.com), lugar de doctas tertulias desde 1936, y el Carabela, que abrió diez años después.
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CONVENTO DE SAN FRANCISCO
Alrededor de la plaza de la Ferrería hay mucho que ver. Podemos empezar por el convento de San Francisco, con una espectacular iglesia gótica que tiene nada menos que 100 metros de longitud. Si en el exterior llama la atención su fachada y el magnífico rosetón, en el interior lo hacen los sepulcros medievales -especialmente el de Paio Gómez Chaviño- y las altas vidrieras. En su exterior, aprovechan los pontevedreses para descansar en los jardines frente a su fachada, situados en la misma plaza.
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RÚA SOPORTALES
Son muchas las rúas peatonales del centro histórico por las que merece la pena el paseo, comenzando por esta que sale de la misma plaza de la Ferrería. Caminando por esta calle llena de soportales de piedra, como nos anticipa su nombre, vemos de fondo las torres de la iglesia de la Peregrina, y nos dirigimos a ella antes de tomar el sentido contrario.
CAPELA DA PEREGRINA
Al sur de la plaza de la Ferrería y pegada a ella asoman las torres de la capilla de la patrona de Pontevedra y parada obligada del Camino Portugués. Una iglesia del siglo XVIII frente a la que todo el mundo se hace fotos. Dos curiosidades: su planta en forma de vieira y su pila de agua bendita, que es una concha gigante del Pacífico.
BASÍLICA DE SANTA MARÍA
También curiosas son las esculturas labradas por doquier en este templo. Como en la portada oeste, donde aparecen un santo con gafas y, por error (o despiste), Cristo a la izquierda del Padre. Erigida en el siglo XVI, cuando Pontevedra era el puerto más importante de la región y su urbe más populosa, la basílica es una de las obras más perfectas de la arquitectura gallega del renacimiento.
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PLAZUELA DE LAS CINCO CALLES
A dos zancadas de la basílica queda la plazuela de las Cinco Calles, donde vivió Valle-Inclán y rodeada de tabernas. Aquí está, en otras muchas, Casa Fidel O’ Pulpeiro, donde probar el mellor polbo (pulpo) de la ciudad.
Otro lugar para tomar algo es la encantadora y minúscula praza da Leña, que además de ser la más fotografiada de la ciudad, tiene el récord de terrazas por metro cuadrado. Antiguamente, aquí se vendían leña de roble y piñas, muy demandadas por los hornos de pan. Hoy, ceviches, tatakis y gin-tonics deconstruidos.
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PLAZA DE LA VERDURA
Ni un minuto andando se tarda en llegar de la plaza de la Leña a la de la Verdura, otra de esas típicas plazas del casco viejo de Pontevedra por la que es imprescindible pasar. El nombre procede del mercado que se celebraba en ella cada mañana, con puestos donde se vendían de frutas y verduras. Hoy sigue siendo un lugar de lo más animado, lleno de soportales y bares que expanden sus terrazas donde darse al tapeo. A un lado de la plaza se encuentra la Casa de la Luz, antigua fábrica del siglo XIX, hoy reconvertida en centro de recepción de turistas.
MUSEO DE PONTEVEDRA
Cerrando esta placita, hay dos pazos dieciochescos, el de Castro Monteagudo (en laimagen) y el de García Flórez, que forman parte del Museo de Pontevedra. Abarca seis inmuebles distintos (alguno tan moderno como el llamado Sexto Edificio, en la rúa Padre Amoedo) y otros tantos milenios, desde la Edad del Bronce hasta el neoexpresionismo. Como para aburrirse.
CAMELIOS
Pontevedra es también una ciudad florida. Hay bonitos camelios en los jardines de Colón, en la plaza da Ferrería y en el Parador. Y cerca de Pontevedra, los hay en el decimonónico pazo de Lourizán. Está en el kilómetro 3,5 de la antigua carretera de Marín, en la ladera de un monte poblado por más de 500 especies forestales y ornamentales. Quizá sea el mejor arboreto de España. Y, sin duda, el más romántico.
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PARA COMER (MUY BIEN)
En la plaza da Leña, cocina gallega actualizada a cargo de Iñaki Bretal, miembro del grupo Nove, en Eirado da Leña (oeirado.com, en la imagen). Loaira, para un picoteo selecto en el mismo entorno.
Casa Fidel-O Pulpeiro (opulpeiro.es) es una taberna sencilla célebre por su pulpo. Y en la calle Michelena, 20, Viñoteca Bagos (vinotecabagos.com), cocina sincera en un ambiente desenfadado, todo maridado con vinos excepcionales.
A 2 kilómetros de Pontevedra está Casa Solla (restaurantesolla.com), alta gastronomía en una antigua casa de campo, con cocina a la vista y una estrella Michelin.
Y A LA HORA DE DORMIR…
El Parador de Pontevedra (parador.es), un palacio renacentista del siglo XVI en pleno casco antiguo, con jardincillo de camelias y cocina tradicional. Moderno, con toques de diseño y a menos de diez minutos a pie de la zona vieja, el Hotel Room (hotelroompontevedra.com). Para jóvenes y peregrinos, Slow City Hostel Pontevedra (slowcityhostelpontevedra.com), un albergue muy cuidado y acogedor en la zona monumental.