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La emotiva historia que Isabel Jiménez ha descubierto en su última escapada al Cabo de Gata

La periodista ha conocido al vigía de Mesa Roldán, hogar del último farero de España y punto de partida de una ruta por los faros de la costa salvaje de Almería.


Actualizado 5 de febrero de 2024 - 11:30 CET
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Isabel Jiménez es una enamorada de Almería. “Es mi tierra, mi gente, donde están mi familia y mis amigas, donde crecí, donde aprendí a enfrentarme a la vida… Es una tierra maravillosa con muchos contrastes”. Así lo contaba a ¡Hola! hace un par de años la presentadora de informativos mientras nos descubría sus rincones más especiales, que son muchísimos, pero para ella “el Parque Natural del Cabo de Gata tiene una energía muy especial”. Como cada Navidad, cada verano o cada vez que tiene una oportunidad, ha regresado estos días para visitar el faro de Mesa Roldán y conocer la historia que hay detrás de él.

 

Cabo de Gata fuera de temporada, sin gente ni calor 

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Al borde de una meseta caliza, en el término de Carboneras, se alza a 211 metros sobre el mar, este vigía privilegiado. Es el faro más alto de la península habitado e Isabel Jiménez ha podido hablar sin prisa con su inquilino, Mario Sanz, “un farero que ama su profesión y la tierra que le acogió hace más de 30 años”, y el museo que alberga “en el que se respira una vida de amor absoluto al mar y a los que trabajan para guiar al navegante”.

 

Rincones de Almería para ir más allá del Cabo de Gata

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Conocedor de miles de historias que plasma en sus libros, Mario es un apasionado de su oficio y muestra con orgullo a quienes lo visitan el pequeño museo donde expone su particular colección de objetos relacionados con el universo farero, en el que ha reservado un espacio, como ha podido ver la periodista, que rinde homenaje a “las 26 mujeres faristas que ha habido en la historia”.

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Al faro de la Mesa Roldán se puede subir por libre para contemplar las vistas espectaculares que regala el Cabo de Gata, pero la experiencia de entrar en el faro y visitar al farero la organiza desde Carboneras la empresa Eco Aventureras (ecoaventureras.com), dura unas 3 horas y se puede reservar por 30 €.

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Próximo a este “lugar para perderse y escuchar a Mario sin prisa y con la sensación de que el tiempo se ha detenido en lo alto del faro” también se ve una antigua fortaleza vigía de época nazarí que nunca sirvió para gran cosa, pues su artillería, desde tan alto, no era eficaz, pero sí que despertó el interés a nivel mundial hace unos años, cuando se convirtió en la ciudad de Meereen en la sexta temporada de Juego de Tronos. Es esta torre en la que Drogon, uno de los dragones de Daenerys Targaryen, se posa antes de calcinar a los esclavistas de la ciudad de las pirámides. Hoy es punto de peregrinaje para los fans de la serie de HBO.

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Muy cerca del faro, está otro de los rincones preferidos de Isabel Jiménez en el Cabo de Gata: la playa de los Muertos. Un kilómetro de grava blanca asombrosamente rectilíneo bañado por aguas cristalinas que se alcanza después de caminar un buen rato por alguno de los dos caminitos que parten del aparcamiento habilitado en la carretera de Carboneras. Se contempla en toda su magnitud desde el mirador que lleva su nombre.

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Y al otro lado del faro, otro de los lugares que más gustan a la periodista almeriense, Agua Amarga. No puede ser más chic está pedanía del municipio de Níjar, con sus casitas bajas coloreadas por los geranios y buganvillas que trepan por sus paredes, sus callecitas blancas que llevan a una playa de arena fina y dorada y, salpicadas por las colinas que lo rodean, construcciones de esmerada arquitectura asomadas al mar.

 

Una ruta entre San José y Agua Amarga por calas desconocidas 

 

Desde la meseta de Mesa Roldán se puede emprender una ruta en coche enlazando otras atalayas de la costa salvaje de Almería desde las que se vigilaba a los piratas en otra época y, a sus pies, las calas más solitarias del Mediterráneo. Dentro del Parque Natural de Cabo de Gata y tras pasar el Playazo de Rodalquilar, está el faro de la Polacra, sobre la antigua torre de los Lobos, que es el más alto de España, elevado sobre un promontorio a 265 metros de altura. A su cima alfombrada de palmitos, espartos y jaras se sube caminando en unos 45 minutos.

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Dejando atrás San José y la torre de la Vela Blanca –otra vieja atalaya que domina algunas de las playas más bellas y agrestes de España, como Mónsul o los Genoveses–, el punto más suroriental de la península ibérica la señala el faro de Cabo de Gata, que muchos eligen para hipnotizarse con la puesta de sol y asomarse al arrecife de las Sirenas desde el mirador del mismo nombre, llamado así por las focas monjes que lo habitaban en otro tiempo.

 

Playa de los Genoveses, marca premium del Cabo de Gata 

 

Pasada la capital, otro faro para detenerse es el de San Telmo, sobre un escarpadísimo promontorio que cierra por el oeste la bahía de Almería. Antes que faro fue castillo desde el que se defendía el puerto de la ciudad y al que se le añadió una torre luminosa y luego un zigzagueante camino de acceso con escalones tallados en la roca.

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Los dos últimos faros de la ruta son los de Roquetas y el Sabinar. El primero, junto al puerto pesquero de la población, es hoy una sala de exposiciones junto al castillo de Santa Ana. El segundo tiene su acceso por una pista que nace en la carretera de la costa, a medio camino entre Almerimar (El Ejido) y Roquetas, y es perfecto para pasear con el primer y el último sol viendo los ánades, fochas y flamencos que viven en el paraje natural Punta Entinas-Sabinar, 15 kilómetros de dunas costeras, charchas rebosantes de aves y playas.

 

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