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Recorremos el desconocido Parque Natural de Despeñaperros en Jaén

El desfiladero más transitado de España, pero en el que no nos detenemos, es un tesoro del bosque mediterráneo de formaciones geológicas asombrosas que acoge la imponente cascada de La Cimbarra.


Actualizado 26 de enero de 2024 - 12:09 CET
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Más que una frontera que une y separa dos regiones de España, Despeñaperros es un escalón inesperado frente a las planicies castellanas y un sobresalto que no se espera ante el paisaje que dibuja el Guadalquivir en su descenso. Partido en dos por un pequeño río de aguas estacionales que lleva su nombre, este lugar histórico poblado desde las primeras edades del hombre conforma hoy uno de los parques naturales más pequeños de España.

 

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Despeñaperros está atravesado en la hondonada de su desfiladero por la autovía A-4, que une La Mancha con Andalucía. La vieja carretera ceñida hasta hace unos años a las cumbres de granito ha quedado ahora como vía de servicio para aquellos que desean conocer los secretos del parque jienense. No son muchos, porque se tiene como un lugar de paso, pero te aseguramos que merece más de una parada. Por el camino, la carretera discurre hacia las fuentes de Valdeazores y continúa hasta el mirador de Los Órganos, un capricho geológico formado hace millones de años, cuyas piedras recuerdan los grandes tubos musicales catedralicios.

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En primavera y otoño, el río desciende caudaloso. Los sauces, fresnos y alisos sombrean bosques de galería entre saltos de agua.

Santa Elena es el primer municipio de Andalucía. Es un sitio histórico por dos motivos: forma parte de aquel sueño ilustrado de Carlos III de traer vida con nuevas poblaciones a este vasto desierto en el siglo XVIII y, antes, en 1212, en estos parajes tuvo lugar la batalla de las Navas de Tolosa, el principio del fin de la hegemonía hispanomusulmana en la península. Un museo dedicado a esta contienda abre sus puertas frente a la Mesa del Rey, donde se desató el cruento enfrentamiento.

 

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A cinco minutos de aquí está el Centro de Visitantes Llano de las Américas, en el que informarnos sobre todos los recursos de este espacio natural protegido.

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En dirección norte, la carretera que trepa hacia Aldeaquemada esconde uno de los mayores secretos del parque. Se trata del Collado de los Jardines, un paraje a mil metros de altura desde donde parten dos senderos: el primero conduce hasta el abrigo de los Muñecos, en cuyas paredes calizas hay pinturas rupestres esquemáticas de estilo levantino, declaradas Patrimonio Mundial.

 

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El otro camino sube hasta la cima del monte, ocupado por un castillo y donde se halla un santuario íbero. Es un lugar mágico. En este yacimiento arqueológico fueron hallados hasta 2500 bronces votivos destinados a ritos funerarios, muchos de ellos expuestos en el Museo Arqueológico de Madrid.

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Aldeaquemada forma parte, al igual que Santa Elena, de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena. A cuatro kilómetros al sur se halla la cascada de La Cimbarra, el imponente salto de agua por donde se despeñan las aguas del río Guarrizas. Cauce abajo espera su hermana menor, conocida como La Cimbarrilla, una sucesión de pequeñas cascadas entre bosques de galería.

 

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