LA ALHAMBRA
Ciudadela, fortaleza y residencia de los sultanes nazaríes, la Alhambra luce como el legado más sublime de la cultura de Al Andalus. Su refinamiento y su sensualidad siguen deslumbrando desde hace siglos. Por eso, si hay que empezar a enumerar las maravillas de Europa que hay que visitar una vez en la vida habría que empezar por ella, sin ninguna duda.
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PLAYAS DEL ALGARVE
Sí, esta región portuguesa tiene pueblos y ciudades con un rico patrimonio histórico, paisajes serranos, un entorno natural privilegiado, resorts exclusivos, campos de golf, pero lo que más atracción causa en esta franja costera de poco más de 150 kilómetros son sus espectaculares arenales. Más de un centenar de playas, algunas de las cuales están consideradas entre las mejores de Europa, como da Marinha, en Lagoa, la praia da Rocha, Benagil o las de Albufeira.
ALPES SUIZOS
En invierno para ver sus paisajes nevados y en el verano para hacer mil y una actividades en los valles alpinos. No una sino dos veces en la vida habría que viajar a este decorado de cuento que no puede ser más real, porque está lleno de lagos de color azul celeste, glaciares, impresionantes cascadas, pueblos preciosos, cumbres siempre nevadas y paisajes salpicados de vacas y chalets de madera. Interlaken es la puerta de entrada a la región de Jungfrau, punto de partida para adentrarse en los Alpes y el corazón geográfico de Suiza.
LAGOS DE PLITVICE
Dubrovnik, la isla de Hvar, la de Kórcula, la península de Istria y la ciudad-museo de Pula, Split… Hay lugares en Croacia para volverse locos, pero el que encabeza el top de sus maravillas naturales es Plitvice. Los manantiales más espectaculares de Europa han dado origen, en la región croata de Lika, a este mosaico de aguas esmeraldas y turquesas encadenadas por escalones de cascadas que forman parte de la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Inmersas entre espesos bosques vírgenes de hayas, abetos y pinos, se descubren a pie, en tren y en barco.
MONT-SAINT-MICHEL
A solo dos horas de la ciudad de Nantes, en la costa atlántica francesa, se levantó sobre un pequeño islote rocoso hace más de mil años un santuario que, con el paso de los años, se convertiría en un gran foco cultural y espiritual. Hoy la atracción de este lugar Patrimonio de la Humanidad es cruzar la pasarela que le une al continente para recorrer las murallas, torres y bastiones del pueblo fortificado, visitar la abadía gótica que lo corona y observar una de las mayores mareas del mundo.
SELVA NEGRA
Bosques de abetos altísimos, lagos glaciares, cascadas, praderas y granjas definen este paraíso del turismo natural y rural de Alemania, que, en contra de lo que dice su nombre, es más verde que negra. Hay mil atractivos por descubrir, empezando por el pequeño y turístico pueblo de Titisee, que da nombre al lago natural más grande de este espacio; el de Schluchsee, ideal para practicar deportes acuáticos; la montaña Feldberg, coquetas localidades como Gengenbach, Schiltach o Gengenbach e incluso el parque temático más grande de Europa, el Europa-Park. ¡Y tiene hasta su propia tarta!
ISLAS GRIEGAS
Grecia despierta pasiones desde la Antigüedad, por su cultura, sus evocaciones mitológicas, su belleza mediterránea y sus islas, que no tiene una, tiene ¡más de 6000! Son para amantes de la arqueología, de la naturaleza o de la noche, para nostálgicos de héroes, dioses y poetas o incondicionales de la playa o la comida griega, para mitómanos y cinéfilos. Una vez en la vida hay que hacer un viaje en velero por las Cícladas o cualquiera de sus otros archipiélagos y ver un resumen de lo que encierra este trocito de paraíso mediterráneo.
FIORDOS NORUEGOS
Parecen lagos azules de un profundo azul, pero el símbolo de la belleza del país escandinavo son, en realidad, entrantes del mar que se abren paso entre elevados acantilados y de los que caen hermosas cascadas. ¡Hay más de 1000 fiordos! Los más emblemáticos están en la costa oeste: Nærøyfjord, Sognefjord, Lysefjord y Geirangerfjord y para explorarlos nada mejor que a bordo de un crucero, como los que realizan los buques de Hurtigruten, que forman parte de la vida costera noruega.
LOS COTSWOLDS
A esta región inglesa a solo dos horas de Londres hay que viajar una vez en la vida para desconectar en su paisaje bucólico de colinas verdes donde pastan ovejas melenudas y salpicada de preciosos pueblecitos con casas de piedra caliza de color miel. Una inmersión slow life descubriendo villas como Broadway y Bibury, con sus fotogénicas casas de piedra con tejados empinados de Arlington Row, puentes de madera y tea-rooms como los de Bourton-on-the-water o Castle Combe. Los Beckham tienen en este lugar su refugio.
LAGO BLED
Eslovenia sigue siendo una desconocida, pero para descubrirla hay que empezar por un lugar: Bled, su lago glaciar a la sombra de los Alpes Julianos y su pequeña isla en medio de él. Para llegar a él hay que hacerlo en una de las embarcaciones de remo tradicional conocidas como pletnas, aunque en invierno, cuando el lago se congela, es posible ir andando. Una vez allí, 99 escalones de piedra ascienden hasta la iglesia de la Asunción de la Virgen, que corona el islote.
ISLANDIA
Desde hace unos años, Islandia es un destino de moda. Y no nos extraña, pues a pesar de ser un país pequeño, con menos de medio millón de habitantes, está lleno de escenarios fascinantes que parecen de ciencia ficción. Fuentes geotermales, géiseres, glaciares por los que caminar, cascadas grandiosas y volcanes en los que es posible adentrarse regala la apabullante naturaleza islandesa. Un itinerario básico debe pasar por Blue Lagoon, la cascada de Gullfoss en el Parque Nacional de Thingvellir, o las de Skógafoss (en la imagen) y Seljalandsfoss, el volcán Thrihnukagigur, la playa de Vik y vivir experiencias como avistar ballenas en el puerto de Húsavik o contemplar auroras boreales.
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LA TOSCANA
Quién no ha soñado una vez en la vida con hacer un viaje por la Toscana, esa región italiana carga de románticas y artísticas ciudades como Florencia, Siena, Pisa o Lucca. No son sus únicas maravillas, conduciendo por sus carreteras secundarias van asomando también pueblitos medievales, iglesias que rivalizan en belleza y bodegas donde probar el famoso vino del Chianti.
LAPONIA FINLANDESA
Una vez en la vida habría que viajar a esta tierra mítica situada en el Círculo Polar Ártico cubierta de bosques y páramos nevados que se pierden en el horizonte. La tierra de los pueblos sami, de los renos y los huskies, la de Santa Claus, que se instaló en el pequeño pueblo de Rovaniemi. La de la noche polar, las auroras boreales y la tierra en la que no se pone el sol en verano.
MONASTERIOS DE METEORA
A Meteora –que significa rocas en el aire– no se va a ver ruinas de la antigua Grecia, sino algunos de los monasterios cristianos ortodoxos más espectaculares del mundo, erigidos sobre increíbles rocas talladas por la erosión. En la actualidad solo quedan 13 de los 24 monasterios originales, y solo la mitad se pueden visitar. El ascenso hasta ellos, no apto para personas con vértigo. El más grande e importante es el monasterio del Gran Meteoro y el de Varlaám. En la imagen, el de la Trinidad.
VENECIA Y SUS CANALES
Romántica, seductora, enigmática e indiscutiblemente bella, pocos dudarían de que la ciudad de los canales es uno de esos lugares que hay que visitar al menos una vez en la vida. La magia de su laberinto acuático y sus diminutas callejuelas donde se suceden palazzos, iglesias y piazzas es de una monumentalidad tal que sobrecoge y auguran un viaje inolvidable.