Amaneceres envueltos en brumas, lagos de hielo y praderas inmensas salpicadas de blanco. Hay lugares en España donde las bajas temperaturas del invierno quedan solo en una mera anécdota. La belleza de estos destinos, a veces muy efímera, es un verdadero regalo para nuestra retina, eso sí, siempre con la reconfortante sensación de saber que, cuando caiga la noche, un verdadero refugio te espera para abrigarte frente a las bajas temperaturas. Y es que viajar en invierno, cuando la nieve cubre parte del paisaje, el aire se vuelve mágico.
Pero hay más. El invierno es la época perfecta para relajarse y reflexionar porque, cuando acaban las fiestas navideñas solemos estar agotados, por lo que la ilusión de unas vacaciones es precisamente lo que muchos necesitamos. En los primeros meses del año, justo cuando las cosas se vuelven a calmar, planear un viaje te permitirá hacer balance del año que has dejado atrás y prepararte para un nuevo comienzo. Otro de los motivos –mucho más mundano pero no menos importante– por los que todos deberíamos viajar en invierno es que es más barato y, por lo tanto, podrás sacarle más partido a tu dinero. Reserva en alguno de los Paradores que te encontrarás en los rincones más bonitos de nuestro país y termina tu aventura permitiéndote todos los lujos y caprichos que te mereces.
Y por último, ¿sabes lo que se siente al estar en una casa rodeada de nieve leyendo un buen libro o acurrucado frente a la chimenea? Pues eso tiene un nombre: hygge. Esta palabra proviene de Dinamarca y no nos extraña, ya que los daneses han perfeccionado el arte de sacarle partido al frío. ¿Te animas a probarlo?
En ¡HOLA! queremos que recuerdes para siempre los viajes (o escapadas) que hagas este invierno y, para ello, te proponemos 6 Paradores de invierno en los que refugiarte al calor de la chimenea, disfrutar de la gastronomía y admirar sus paisajes de postal. ¡Aquí van!
Ávila celestial: entre siglos de historia, cultura y gastronomía
Ávila es la capital más alta de España, o la que más cerca está del cielo, según cierta topografía religiosa. En su Parador, que alberga el Palacio de Piedras Albas, se dice que jugaba Santa Teresa de Jesús de niña en los tiempos en los que su tía trabajaba como ama de llaves del edificio. En el mejor ejemplo de arquitectura militar del románico en España podrás devorar una novela al lado de la chimenea, sentarte en su patio o pasear por ese jardín plagado de tesoros arquitectónicos. Te sorprenderán sarcófagos, alguna pila bautismal y hasta un verraco del siglo IX, de la cultura de los castros. Además, la gastronomía acompaña porque ¿a quién no le apetecen unas legumbres del Barco de Ávila, unas contundentes patatas revolconas y unas yemas de Santa Teresa –de producción propia del Parador– para rematar la faena?
Cangas de Onís, en el corazón de Asturias
En Cangas de Onís brilla el magnífico puente romano con la mítica Cruz de la Victoria colgando de sus brazos, pero en este pintoresco pueblo de montaña de Asturias hay mucho más. Por ejemplo la ermita de Santa Cruz, uno de los templos más antiguos de toda España situado sobre un lugar con mucho recorrido. Callejear por sus calles también depara sorpresas agradables como la animada Plaza del Mercado o el Palacio Pintu. Su Parador se erige en el Monasterio de San Pedro de Villanueva, un conjunto arquitectónico con más de 1.200 años de historia, a orillas del Sella, y es mucho más que un lugar para dormir. Merece la pena visitar su biblioteca, el claustro central donde meditaban los monjes o su pozo monástico del siglo XVII o el antiguo refectorio del monasterio, hoy convertido en cafetería, que aún conserva la antigua chimenea de sillería. En su acogedor restaurante podrás reponer fuerzas con lo mejor de la contundente gastronomía local, como el pote asturiano, la fabada con su compango, la ternera o los pescados, todo ello regado, por supuesto, con las mejores sidras.
Jarandilla de la Vera, un paraíso rural en la Vera cacereña
En Jarandilla de la Vera, un idílico pueblo al sur de la Sierra de Gredos, lo que sobra es belleza. En primavera, en verano y, más si cabe aún, en invierno. Su Parador es el punto de partida ideal para descubrir este territorio salpicado de gargantas de agua y nutrido de castaños, robles y encinas. En el castillo que acoge el Parador, rodeado de un precioso jardín, tuvo su residencia durante unos meses Carlos V, antes de retirarse definitivamente al Monasterio de Yuste. En el Salón del Emperador, su antigua habitación, puede disfrutarse de la magnífica chimenea que él mismo mandó construir. ¿Y qué decir de la cocina extremeña? Paletilla de cabrito, migas, sopa de tomate y un sinfín de delicias que merece la pena degustar al menos una vez en la vida.
Las Cañadas del Teide, un sobrecogedor perfil de colores imposibles
En medio de un paisaje volcánico y con vistas al pico más alto de España, el Parador de Las Cañadas del Teide te ofrece, probablemente, el plan más exótico del invierno: dormir a más de 2.000 metros de altitud en una casona de montaña en la que no falta su confortable salón con chimenea. Muchas de las habitaciones de este Parador cuentan con vistas al volcán, lo mismo que su restaurante y, si lo visitas durante los meses más fríos, lo puedes encontrar adornado con un sombrero de nieve blanco. Referente en sostenibilidad –genera su propia electricidad y obtiene el agua de la montaña–, puedes también relajarte en su piscina de invierno, desconectar en una sesión de sauna, disfrutar del limpio cielo estrellado y probar infinidad de platos de su cocina regional.
Mérida o cómo viajar a los tiempos de Roma
La capital de Extremadura posee todos los atributos esenciales para una escapada de invierno: una excelente gastronomía, un patrimonio inmemorial y un Parador en el que alojarse, desconectar y relajarse. Ubicado en pleno centro de la ciudad, para olvidarse de coger el coche, y en el lugar exacto en el que hace siglos se levantó un templo romano dedicado a la diosa Concordia similar al de la antigua ciudad de Roma, nos topamos con el Parador de Mérida. Un convento barroco del siglo XVIII con muchos atractivos –claustro y jardín de antigüedades incluido– y un evocador salón con chimenea que en los tiempos en los que el edificio funcionó como hospital, servía para albergar a los enfermos. Imprescindible degustar alguna de las especialidades locales en su restaurante, desde una caldereta de cordero extremeño a un solomillo de cerdo ibérico acompañado de salsa de boletus. Tú eliges.
Segovia invernal, mezcla perfecta de piedra y nieve
Por las calles de Segovia pasean miembros de la Familia Real, futbolistas con el balón de oro, actrices de Hollywood, muchísimos japoneses, excursiones del cole… La ciudad es uno de los atractivos turísticos más importantes de nuestro país y alojarse en su Parador uno de los planes más apetecibles para este invierno. Y no sólo por brindar las mejores vistas de la ciudad y por ese maravilloso salón con chimenea con multitud de espacios a su alrededor para relajarse, sino también por su cercanía a la ciudad, Patrimonio de la Humanidad desde 1985. Allí se encuentra uno de los conjuntos románicos más impresionantes de Europa y uno de los más bellos castillos del mundo, el Alcázar. Muchos atractivos, mucho por recorrer y mucho apetito por saciar. Y después de una larga jornada, nada mejor que un buen baño en la piscina climatizada y una magnífica cena en su restaurante, en el que te aguardan los ricos asados en horno de leña de cochinillo y cordero lechal, los judiones de La Granja o la tradicional sopa castellana.