Si Huesca es la tierra de los más altos Pirineos, su capital es (o debería ser) Jaca. La ciudad de Huesca, hundida en una cálida hoya, a 70 kilómetros de la montaña más cercana, poco tiene que ver con ellos. Jaca, en cambio, está rodeada de estaciones de esquí: Candanchú, Astún, Formigal y Panticosa. Mires donde mires, hay montañas de nieve. Y montañas de historia. Jaca fue la primera ciudad del Camino de Santiago, capital del Reino de Aragón y sede de los obispos aragoneses. Siguiendo la ruta jacobea entró el románico en España por el puerto de Somport y cayó como un alud sobre Jaca, llenándolo todo de basiliscos, grifos, centauros, sirenas y dragones.
Para ti que te gusta
Este contenido es exclusivo para la comunidad de lectores de ¡HOLA!
Para disfrutar de 8 contenidos gratis cada mes debes navegar registrado.
Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.TIENES ACCESO A 8 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
Con lo mucho que se va a ver y andar en este viaje, más vale desayunar fuerte, sin contar calorías. Cientos de ellas tienen los lazos de Jaca, unos dulces de hojaldre de mantequilla y yema confitada que son la especialidad de la pastelería La Suiza, en la calle Mayor. Y tampoco son ligeros los caramelos Besitos de Echeto (plaza de la Catedral). Además del estómago, para llenar el maletero, es ideal la calle del Obispo, donde se concentran las tiendas más ricas de la ciudad: Horno Jaqués, Pirineos Gourmet, Ternera Valle de Aísa, Carnivore Jaca… A pocos pasos, en la calle del Carmen, hay incrustada en el suelo una reproducción del sueldo jaqués, la moneda de cambio con la que se controló la economía aragonesa hasta el siglo xix. Recuerdo de otras montañas que se alzaban en esta ciudad: de dinero.
Montaña cimera del románico, primera piedra de este estilo en España (1063), la catedral de San Pedro atrae a peregrinos, esquiadores, senderistas y turistas en general; visitantes que se concentran, antes de nada, delante del gran crismón de la puerta principal, icono de la escultura del Camino de Santiago, y acto seguido, en el Museo Diocesano, que alberga una de las colecciones de pinturas románicas más bellas del mundo, procedentes de Ruesta, Susín, Navasa, Osia, Urriés, Ipas y otros muchos rincones preciosos, pero despoblados, de la diócesis de Jaca. De uno de esos lugares, Bagüés, salieron los frescos que decoran la sala 5, la joya del museo, que, según su directora, Belén Luque, son “una auténtica Biblia en imágenes”.
Pegada al casco antiguo, cruzando una avenida y un puente levadizo, se halla la enorme Ciudadela pentagonal que Felipe II hizo construir en 1592 y no ha tenido uso militar. En los antiguos cuarteles que rodean el patio de armas encontramos diferentes exposiciones y el Museo de Miniaturas Militares.
“La ciudadela de Jaca es un lugar muy entretenido, en cuyo foso viven los ciervos”
Desde hace mil años, en una de las montañas que rodean Jaca se esconde el monasterio de San Juan de la Peña, joya del Medievo y cuna del reino de Aragón, resguardado por una peña formidable, como una losa gigante. De hecho, fue la primera y la última del reino de Aragón, el sepulcro de muchos de sus monarcas. Debajo de esta hay una iglesia prerrománica, otra de 1094, una capilla gótica y, lo mejor de todo, un claustro románico que parece labrado en la roca madre.
Otra visita cercana es la elegante estación internacional de Canfranc. Se hizo en 1928 para unir España y Francia y tiene unas dimensiones apabullantes: 241 metros de longitud y 75 puertas en cada lado. Para conocer su interior hay que apuntarse a las visitas guiadas que organiza la oficina de turismo o alojarse en el nuevo y despampanante hotel Canfranc Estación. También se puede comer en alguno de los dos viejos vagones rehabilitados como restaurantes, tomar un refresco en el Art Déco Café, o solo entrar y mirar, que es gratis. Hay una estación de Canfranc para todas las prisas y los bolsillos.
“Jaca está rodeada de estaciones de esquí, mires donde mires hay montañas de nieve”
En un valle paralelo al de Canfranc o del río Aragón se esconde Aísa, pueblo bonito y florido por el que hay que pasear despacio para luego ir en coche al aparcamiento de la Cleta, donde empieza la ruta circular del Puerto de Aísa, que remonta las aguas del barranco de Igüer hasta el circo del mismo nombre. Por el camino se ven cumbres inmensas, infinidad de mariposas y también vacas pardas de montaña que miran con amor al caminante. Ideal, pues, para ir con niños y abrir el apetito.
El apunte experto
- Dos tiendas perfectas para equiparse para la montaña en Jaca son Barrabés e Intersport Jorri. Esta última también alquila material de esquí.
- Hasta bien entrada la primavera se puede patinar en el espectacular Pabellón de Hielo de Jaca, el único de España con dos pistas.
- Cuatro tapas ricas en Jaca: los rodolfitos (langostinos con salsa) de La Tasca de Ana (Ramiro I, 3), las cazuelitas de Marboré (Ramón y Cajal, 5), los caracoles de Casa Fau (plaza de la Catedral, 3) y las terrinas de foie del Lilium (Primer Viernes de Mayo, 8).
- Además de las visitas teatralizadas, un plan insólito para toda la familia en la Ciudadela de Jaca es Animalandia, escape room en el que se interactúa con animales.
- Matrícula de honor para la alta cocina aragonesa que elaboran los chefs Eduardo Salanova y Ana Acín en el restaurante Canfranc Express, situado en un antiguo vagón de tren.
Guía de viaje