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Los mejores consejos de @patri_psicologa para que viajar con tus hijos sea muy fácil

Hablamos con Patri Psicóloga sobre los beneficios de viajar en familia y sus recomendaciones para que sea una experiencia inolvidable


Actualizado 19 de diciembre de 2023 - 18:31 CET

Muchas son las cosas que nos descubre la reciente investigación de la plataforma Booking.com (diciembre de 2023) sobre las preferencias de los niños españoles y europeos a la hora de viajar en avión, un estudio que sobre todo nos deja claro una de ellas: la imaginación de los más pequeños no tiene límites, especialmente a la hora de hacer que el viaje sea mejor y más divertido. No solo nos han revelado sus destinos favoritos para estas fechas, también conocemos sus momentos más esperados.

En cuanto a los destinos Laponia (con un 45% de los votos), junto a París (36%) y Australia (35%) componen el top de sus destinos favoritos para viajar en avión en estas fechas. Les siguen El Caribe (33%), Japón (33%), y fuera del planeta Tierra quieren ir a la Luna, destino elegido por excelencia por más de un 70% de los niños españoles, seguido del espacio exterior, elegido por un 37% de los encuestados.

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También podemos conocer más sobre sus gustos a la hora de viajar en avión. Su momento más esperado, el de estar en el cielo y ver las nubes de cerca, o sus distracciones favoritas durante el viaje: mirar por la ventana y experimentar la altura (48%), observar las ciudades desde arriba (35%), los momentos del despegue y aterrizaje, que comparan con una montaña rusa (30%), o la sensación de vivir una aventura (29%). El estudio también pone en relieve la voluntad de los niños por compartir espacios y vivir la experiencia aérea junto al resto de adultos, frente a los vuelos exclusivos para adultos que ya ofrecen algunas compañías de Europa. El 70% de los niños propone como solución crear zonas específicas para las familias en las aeronaves, para que de esa manera todos los viajeros estén a gusto.

La psicóloga Patricia Ramírez, más conocida en redes sociales como Patri Psicóloga (patri_psicologa), ha ejercido como embajadora de este estudio, y hemos charlado un rato con ella sobre sus percepciones, los beneficios de viajar en familia y para que nos dé recomendaciones para que un viaje con niños o adolescentes sea un éxito.

Vamos a hablar de niños y viajes y lo primero que nos gustaría que nos contases, ¿cómo influyen los viajes en el desarrollo personal de un niño y qué aportan a la familia en conjunto?

Sea cual sea el destino, para los más pequeños cualquier viaje es una exploración, un nuevo conocimiento del entorno que les rodea y una herramienta con la que pueden ampliar su nivel cultural. Indudablemente, es una gran influencia para ellos pues no acostumbramos a sumergirnos en estilos de vidas ajenos habitualmente. Cuando viajamos, de un modo u otro, empatizamos y abrimos la mente hacia lo que los locales comen, ven, o incluso, opinan. Además, muchos adultos acostumbramos a asociar el viaje con la expectativa de ver edificios monumentales o visitar museos, por ejemplo. Estos gestos son muy valiosos para el niño pues le aproxima a una fórmula de ocio alejada de los hábitos y rutinas.

A nivel familiar, cuando viajamos es habitual que las expectativas ya empiecen a ser altas sin salir del hogar y eso nos predispone a pasárnoslo bien y a aprovechar más el tiempo. También, tendemos ser más tolerantes, más flexibles con los horarios, con las costumbres y permitimos que eso genere más complicidad con nuestros hijos. Es curioso analizar cómo fuera del entorno familiar de nuestras ciudades o casas suelen surgir temas de conversación que con las prisas del día a día no solemos tener.

¿Qué es lo mejor y lo peor de viajar con niños?

Bueno, por muy sencillo que resulte, lo mejor de viajar con nuestros hijos es poder crear una experiencia conjunta nueva, un souvenir que se mantiene como nuevo muchos años. Los adultos tendemos a planear itinerarios espectaculares y resulta que el niño luego se ha entretenido con algo que tú no habías tenido en cuenta. Eso es muy bonito. Empatizar cuando disfrutan, si lo llevamos a algún sitio donde se lo están pasando bien, donde están riendo o incluso aprendiendo… Las emociones de nuestros hijos, para bien o para mal, se contagian.

Lo “peor” de viajar con los niños suelen ser esos momentos en los que el cansancio asoma. Irrefutablemente, la forma física o las necesidades de sueño no son iguales cuando tienes 11 años que cuando tienes 41, por ejemplo. Los adultos caminamos mucho y queremos patearnos todos los sitios emblemáticos por mero FOMO (Fear of missing out), ese miedo a perdernos lo que nuestros amigos nos han recomendado o lo que hemos visto en una revista… En este sentido, el equilibrio perfecto reside en hacer de las pausas momentos en los que todos recarguemos pilas, por decirlo de algún modo. Por ejemplo, tomar un chocolate caliente y compartir impresiones de la jornada es un ejercicio sencillo y apto para todos.

¿Debemos de hacer partícipes a los niños a la hora de tomar una decisión sobre el próximo destino?

Es importante tener en cuenta la opinión de nuestros hijos ya que les regalamos una posibilidad de adquirir criterio y fortalecer su capacidad para tomar decisiones en equipo. Tal y como desvela el último estudio de Booking.com en el que se revelan las preferencias de los niños españoles cuando vuelan, nueve de cada diez menores de once años solicita que los adultos escuchen sus ideas creativas para mejorar sus experiencias de viaje. Obviamente, hay casos en los que nos movemos con bebés y niños en edades tempranas y ahí hemos de escoger destinos compatibles con unos factores básicos tales como horarios de sueño o comida.

Ahora bien, si nuestros hijos son un poco más mayores y con tantas cosas que hay por ver por el mundo, sería conveniente sentarnos y decidir entre todos si nos apetece volar a un destino de aventuras, si preferimos una playa para bañarnos y relajarnos… En el fondo, los más pequeños de la casa disponen de una creatividad que les hace disfrutar más de las actividades que del propio destino en sí. Por ejemplo, Booking.com ha desvelado que Laponia es el destino favorito para viajar en familia por la posibilidad de conocer a Papá Noel, seguido de París por el sueño de subir a la Torre Eiffel.

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Hay muchos padres primerizos temerosos de emprender ese primer viaje con su bebé ¿crees que hay una edad recomendada para comenzar a viajar o depende más de circunstancias personales, de cómo es tu bebé, etc.?

Mira, no creo que haya una edad determinada para viajar. Cada vez que piso un avión, por ejemplo, veo a muchas parejas jóvenes que viajan con un bebé y lo tienen muy interiorizado. Han asumido con cierta naturalidad que su criatura quiera moverse o expresarse libremente y, dentro del respeto hacia otros pasajeros, hacen lo posible para normalizarlo. Ese bebé por supuesto no se va a acordar dentro de seis y siete años del lugar donde ha estado, pero a sus padres les apetece compartir la experiencia y no viajar solos o dejar al niño al cuidado de alguien.

De la misma manera, tenemos que aceptar que haya otros padres a los que se les haga un mundo. El carácter de los padres, su cultura viajera o experiencia viajando con sus padres desde pequeños son cuestiones muy relevantes en esta ecuación… Más que depender del bebé me aventuro a decir que el factor influyente aquí es la personalidad de los padres, porque el bebé allá donde lo lleves y si se le mantiene su ritmo de descanso y de comida, se adaptará.

Cuando viajas en familia ¿mejor llevar todo atado o dejar algo a la improvisación?

Del mismo modo que viajando solo o en pareja, una experiencia exitosa de viaje es aquella en la que se aprende a disfrutar de la espontaneidad. Podemos planificar mucho, pero, imaginemos, una comida copiosa a mediodía trastocará el ritmo de los futuros planes de la tarde o una tienda de juguetes en medio de tu ruta te hará llegar tarde al teatro de turno que has reservado con meses de antelación. Es recomendable planear ciertos itinerarios para que sea una experiencia a medida de pequeños y mayores, pero aconsejo no caer en la impaciencia todo el rato.

Las zonas solo para adultos en aviones ya son una realidad en algunas aerolíneas europeas. Sin embargo, el último estudio realizado por Booking.com habla de que un 70% de los niños quieren crear zonas exclusivas para familias en las aeronaves para que todo el mundo esté a gusto. Desde tu punto de vista profesional ¿crees que esta separación es la solución?

Probablemente si todos los viajeros fuésemos empáticos y respetuosos con las necesidades de unos y de otros no estaríamos en este punto del debate. Más que usar el concepto de separación, lo cual resulta algo forzado, creo conveniente definir espacios adecuados para las necesidades de pasajeros que, en su diferencia, acuden a un medio de transporte en igualdad de condiciones. Un ejemplo muy obvio es el llanto de un niño provocado por el cambio de presión y el dolor auditivo que esto supone. Esto es algo normal y, sin embargo, un motivo por el que muchos padres se cohíben a la hora de viajar más.

En conclusión, fomentaría la conversación sobre cómo definir y adaptar los espacios ya existentes para que sean más inclusivos. Algo muy concreto, por ejemplo. Leyendo el estudio de Booking.com he descubierto que más de la mitad de los 5.000 niños de entre 6 y 11 años que han sido entrevistados reconocen que ver las nubes de cerca es la mejor parte de un vuelo. ¿Por qué no incluimos más elementos decorativos en las aeronaves que nos trasladen a algo tan bonito como esta sensación?

A continuación, vamos a ver un decálogo que has creado para un viaje en avión con niños sin ‘turbulencias’ ¿algún consejo especial una vez estamos en el destino elegido?

El objetivo fundamental es garantizar la comodidad de todas las partes. Cuando llegamos a un destino solemos estar cansados y aquí ser previsores es la clave. Por ejemplo, una correcta vestimenta – chándal y deportivas con velcro, combinación ganadora – asegura bienestar en el trayecto y, como consecuencia, en la llegada al destino.

Particularmente, al aterrizar después de un vuelo aconsejo practicar el ejercicio del agradecimiento para que así los niños compartan sus impresiones, sobre todo las que han sido negativas para subsanarlas a la vuelta. Algo tan sencillo tiene un razonamiento y es que, si dejamos pasar ese momento sin pena ni gloria, los niños no asociarán al viaje como una experiencia positiva y puede crear un miedo en el futuro. Hay veces que los niños, por no molestar o porque no saben cómo expresarse, no comparten con sus padres cosas que son importantes. Unas preguntas sencillas pueden ser “¿Qué tal el vuelo? ¿Qué os ha parecido? Si tuviésemos que dar las gracias por algo, ¿qué sería ¿Qué te gustaría cambiar para la próxima vez?”

Hablemos de la adolescencia ¿por qué viajar con adolescentes? No siempre es sencillo que quieran seguir viajando con sus padres ¿qué debemos hacer?

Viajar con adolescentes es maravilloso si sabemos hacerlo de una manera adecuada. Los adolescentes son personas que están reafirmando su personalidad, que quieren ser tratados ya como adultos. No podemos seguir tratándolos como niños, entonces es importante planificar con ellos, pedirles qué tipo de actividades les interesa y así fomentar una de las actividades más escasas en esta época vital, el diálogo. Reconozco como madre de adolescentes que los viajes son una idea fantástica para conocer a esa nueva persona que está brotando. Durante el resto del año estos ejercicios de preguntar pueden ser vistos como un interrogatorio, pero al salir de la rutina la predisposición es distinta.

A la vuelta de un viaje en familia ¿nos recomiendas hacer con ellos alguna actividad post viaje? Algo que tal vez ayude a preservar los momentos vividos juntos

Al finalizar el viaje, recomiendo encarecidamente hacer álbumes de fotos. Esto puede resultar extraño en esta era en la que muchos chavales han crecido rodeados de smartphones que almacenan cientos y cientos de fotos y videos. No obstante, los móviles a veces no permiten recordar momentos porque las fotos se pierden entre tanta toma.

En familia, elegiría cuáles son esas fotos que vamos a poner en el álbum y al lado de cada foto sugeriría añadir algún dibujo o una frase, algo que se recuerde de ese día…Como madre de cuatro, nosotros en casa tenemos una pared de la escalera en la que cada año colgamos una foto de los seis. A mis hijos les encanta viajar con nosotros y lo han hecho siempre desde que son pequeños y hasta que algunas han acabado la carrera. Colgar esa foto se ha convertido en un incentivo incluso y es muy bonito ver cómo hemos ido cambiando los seis en cada viaje anual.

Los padres ¿qué podemos o debemos aprender de un viaje en familia?

Los padres podemos y debemos ejercitar la escucha y abstraernos de trabajo u otros problemas cuando empleamos tiempo de calidad en un viaje con nuestra familia. En un viaje en el que se entremezclan generaciones surgen muchos temas, muchas conversaciones, muchos sentimientos, cosas de las que no nos enteramos durante el año. Pedir opinión es a veces la fórmula perfecta para que los niños o adolescentes fortalezcan sus posiciones y, como resultado, su relación con nosotros los padres.

Si ya tenemos clara la importancia y todo lo que nos aporta hacer viajes en familia, ahora hay que tomar nota de este decálogo de Patri Psicóloga para un viaje con niños sin ‘turbulencias’:

  1. Genera expectación y comparte información útil con ellos. Háblales de la experiencia, del aeropuerto, del vuelo, hazles vivir los preparativos como parte especial del viaje.
  2. Enseña a tus hijos técnicas de respiración y/o meditación para que puedan relajarse en el avión. Hay múltiples aplicaciones, podcast y vídeos online con meditaciones para niños, que podéis practicar en familia y reproducirlos luego en el avión como apoyo.
  3. .Juega con ellos en el aeropuerto. Actividades como puzles, mandalas, libros con pasatiempos o cuadernos para colorear son opciones sencillas para llevar encima y ayudarles a entretenerse.
  4. Mantén una mentalidad positiva. Es completamente normal y sano que el niño se mueva, desee explorar, sea curioso y haga preguntas. También que se queje o esté cansado. No olvides que son niños, no adultos. Centra tu atención en atenderlos desde la calma, mostrando comprensión por su conducta y deja de lado los nervios y las regañinas.
  5. Ponle ropa cómoda para que esté a gusto. Un chándal y unas zapatillas fáciles de quitar siempre son una combinación ganadora.
  6. Fomenta su curiosidad, las preguntas siempre son bienvenidas. Es importante que le animes a ser curioso, y sobre todo, que le escuches. ¡Verás qué salidas tan divertidas tienen!
  7. Volando y jugando. No solo es importante el equipaje, sino también preparar una mochila con juegos y elementos para entretenerse durante el vuelo.
  8. Presta atención a sus oídos. Para aliviar las sensaciones extrañas que la presión les pueda generar puedes consultar al pediatra. Si son niños mayores, masticar chicle les ayudará. Y en el caso de niños pequeños, beber agua, tragar saliva o lamer un caramelo les hará sentirse mejor.
  9. Hazles partícipes y pregúntales su opinión ¿cómo sería su vuelo ideal? A los niños les encanta que les tomemos en cuenta y a veces subestimamos sus ideas por el mero hecho de ser niños. Anímales a que narren cómo sería una experiencia de vuelo perfecta.
  10. Su amuleto también sube a bordo. Cuando el entorno no es familiar y hay que desplazarse de forma rápida tener un objeto familiar al que tienen apego les ayuda a sentirse más seguros y les relaja.