“El pueblo más pequeño que ha conseguido lo más grande”. Con estas palabras el presentador Jesús Vázquez felicitaba a los albercanos en la gala del encendido de las 250.000 bombillas que, hasta el 17 de enero, llenan de luz el pueblo salmantino que ha resultado ganador del concurso ‘Juntos brillamos más’, organizado cada Navidad por Ferrero Rocher.
Cientos de vecinos y visitantes llenaron ilusionados la plaza Mayor, ambientada con la música de gaita y tamboril, para asistir al momento mágico de la iluminación navideña con cientos de luces que decoran balcones, un gran árbol, una bola que imita a un bombón de la conocida marca y las enormes letras en el edificio del ayuntamiento en las que se lee la palabra elegancia, el eslogan con el que se ha dado a conocer a todo el país durante el certamen.
Durante la gala, en la que La Alberca recibió el título Pueblo Ferrero y que será emitida en televisión el próximo lunes, hubo lectura de mensajes, palabras de agradecimiento, como las del alcalde Miguel Ángel Luengo por la oportunidad de haberse convertido en “un pueblo de cuento de Navidad”, reparto de bombones y fuegos artificiales que pusieron la nota final tras el encendido.
Por ser “ejemplo de esfuerzo y solidaridad, y claro, de elegancia”, la localidad salmantina consiguió el mayor número de votos en la décima edición del certamen, superando a Celanova (Ourense) en la última fase y antes a los otros pueblos con los que competía: Benasque (Huesca), Ribadesella (Asturias), El Burgo de Osma (Soria) e Iznájar (Córdoba).
La Alberca, que toma el testigo de Mójacar, ganador en 2022 del concurso de la marca chocolatera, y antes de Peñíscola o Guadalupe, fue el primer pueblo de nuestro país en ser declarado conjunto histórico. Enclavado en el corazón de la Sierra de Francia y en la lista de Los pueblos más bonitos de España, sus tradiciones singulares que perviven desde hace siglos, su entramado urbano de postal, lleno de rincones, portones, bocacalles, gateras, rejas y balcones floridos, y esa esencia casi intacta de otro tiempo son sus grandes bazas.
Su casco medieval de callejas empedradas y que tiene como centro la plaza Mayor, es muestra de la arquitectura serrana más pura, con casas de piedra con entramados y balcones de madera cuyos aleros se acercan tanto que apenas dejar pasar el sol, fuentes de granito, soportales y cruceros. Paseando por él sorprende la robusta torre de la iglesia de la Asunción, como curioso resulta encontrarse con un marrano que anda suelto por el pueblo, al que ceban los vecinos y luego rifán por San Antón. Y es que aquí la carne de cerdo es muy apreciada; para muestra, las calles del Tablado y del Puente, que hacen las veces de rúa Mayor, donde abren docenas de tiendas de jamones. Y si hablamos de tradiciones, ahí está el antiguo ritual que se repite cada noche en La Alberca, cuando sale la moza de ánimas para recorrer rezando y tocando la esquila por los difuntos.
Bodegas, pueblos y senderos, tres motivos para visitar ahora la Sierra de Francia
Enclavado como está en el Parque Natural Las Batuecas-Sierra de Francia, en cuya intrincada orografía se esconden pinturas rupestres, el monasterio carmelita de San José y los Caminos del Arte, que unen con instalaciones artísticas los pueblos del entorno, son atractivos añadidos al pueblo que este año más brilla en la Navidad