El arte y la naturaleza moldean Lanzarote con paisajes más propios de otro mundo, que se extienden hasta sus costas atlánticas, donde continúan su diálogo. Aquí, 300 esculturas de inquietantes figuras humanas a tamaño real, repartidas por 2500 m² de fondo marino, conforman el Museo Atlántico, un punto de buceo extraordinario a unos 14 metros de profundidad, que varían dependiendo de las mareas. Situado en la bahía de Las Coloradas, en Playa Blanca, está considerado el museo más grande de Europa bajo el mar.
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Su inauguración, en 2016, supuso una revolución para la isla por regenerar la vida marina de la zona. También lo ha sido para los amantes del submarinismo, quienes, desde entonces, lo incluyen entre su lista de inmersiones. Pero no solo los expertos buceadores pueden disfrutar de este lugar fascinante. Aquellos que desean tener una primera experiencia bajo las aguas pueden conocerlo tras recibir unas nociones teóricas y prácticas en alguno de los centros que ofrecen la propuesta.
El artífice de este atípico espacio museístico fue el artista y buceador británico Jason deCaires Taylor, que aunó sus dos pasiones con la intención de mostrar la belleza del océano y la importancia de protegerlo. Con materiales ecológicos, reprodujo esculturas inspiradas en vecinos de la isla para crear escenas realistas. Historias con las que reflexionar, al igual que con otras impactantes intervenciones que el escultor ha llevado a cabo frente a las costas de Gili Meno (Indonesia), Isla Mujeres (México), Chipre, Bahamas o Maldivas.
“Tuve la suerte de vivir toda la creación del museo y visitar el taller de Jason”, cuenta Gemma Lago, responsable del centro de buceo Pura Vida. “Nunca me canso de verlo, porque cada vez que bajo encuentro una vida diferente”, añade.
“La inauguración del museo atlántico supuso una revolución para la isla por regenerar la vida marina de la zona”
La inmersión es muy sencilla, pues no hay corrientes, las aguas gozan de excelente visibilidad y las obras se encuentran a poca profundidad. El sol penetra por la superficie mientras que, sobre un arenal, las estatuas parecen cobrar vida, además de crearla. Resulta fácil advertir cómo ha evolucionado este arte a mar abierto envuelto ahora por algas que ya colonizan pulpos y bancos de sardinas y barracudas. Un nuevo paisaje submarino cargado de vida y perfilado también por la lava de la erupción del Timanfaya.
Las 200 esculturas yacen unas sobre otras formando un caótico remolino humano, hombres de negocios se balancean en un columpio, una figura posa ante un espejo en el que se reflejan los buceadores, una pareja se abraza, otra se toma fotos... Instantes cotidianos se convierten en eternos, porque en el mar la vida tiene otra dimensión.
“Las esculturas a tamaño real del museo crean escenas de gran realismo, son historias que hacen reflexionar”
El trabajo más grande y estremecedor lo compone una multitud silenciosa que aguarda delante de una puerta abierta seguida por un larguísimo muro, antes de dar el paso decisivo hacia el otro lado, un posible punto de no retorno. No faltan representaciones de tradiciones locales, como la de los jotaleros, barquitos de hojalata en los que navegan niños, o la fusión del hombre y la naturaleza isleña mediante esculturas que son mitad cactus y mitad humanas. En 300 años, todo este arte acabará fundiéndose con el mar para demostrar que en el océano no existen límites.
El apunte experto
- En Playa Flamingo se realizan bautismos de buceo, submarinismo y snorkel entre miles de peces. Localizado en el área de Playa Blanca , este arenal familiar está cargado de romanticismo, con un paseo de candados que da acceso a la playa.
- Aprender sobre el oficio de la sal y su historia es posible en Salinas de Janubio, un mosaico de colores delineado por lava volcánica.
- Los atardeceres desde el chiringuito de Playa Papagayo resultan muy especiales. Cerca se encuentra la Cueva del Agua, que ofrece excelentes chapuzones en el interior de un jameo.
- Recorrer la costa desde Playa Blanca hasta punta del Papagayo acercará a cinco fabulosos arenales enmarcados por las vistas privilegiadas a la isla de Lobos y al inconfundible perfil de las dunas de Corralejo, en Fuerteventura.
Guía de viaje