Son muchos y variados los paseos temáticos que descubren la capital de Tajo: el que sigue los pasos al Greco, el que va en busca de su pasado judío, el que acerca a la catedral y al alcázar, el que cruza sus puertas y puentes o se asoma a sus cigarrales… Pero en esta época el que no puede faltar es el que sigue el olor de sus mazapanes. Aunque la base de este bocado de origen árabe es siempre la misma –azúcar, almendra y miel–, cada obrador toledano tiene su toque especial.
Siete generaciones lleva la familia de la confitería Santo Tomé (mazapan.com) elaborando sus mazapanes 100% artesanos en la capital toledana, lo que le ha convertido en referente de la mejor tradición desde 1856. Son cuatro las tiendas que ha ido abriendo por la ciudad –una de ellas dedicada a los productos sin gluten–, pero la de la plaza de Zocodover es la más solicitada, donde no es raro ver a gente estos días haciendo cola a sus puertas.
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Sus vitrinas están repletas de mazapán surtido, sin relleno, pastas imperiales, dulces con frutas, princesitas, turrones y anguilas, que no deja de ser la misma pasta de mazapán, pero en forma de serpiente enrollada y decorada con frutas escarchadas. También las de otros obradores: San Telesforo (mazapantoledo.com), en el mercadito Plaza de España, que ha sido distinguido con un solete por la Guía Repsol; Mazapanes Conde (mazapanesconde.com) o Pastelería Calvo (pasteleriasentoledo.com).
La ruta de este dulce manjar por Toledo hace parada en los conventos toledanos, que venden los que elaboran con paciencia sus monjas, empezando por el de San Clemente, donde se dice que nació el mazapán en el año 1212. Empiñonados, mantecados, turrones, castañas de chocolate o marquesitas, también artesanales, salen del horno de los de las comendadoras de Santiago, San Antonio de Padua, Santo Domingo el Antiguo o las dominicas de Jesús y María.
Si se quieren conocer curiosidades del mazapán y pasar unas horas entretenidas aprendiendo sobre su elaboración existen talleres familiares, como los que organiza Rutas de Toledo (rutasdetoledo.es), que incluyen, además, un recorrido guiado por algunos rincones de la ciudad, descubriendo anécdotas y leyendas (12 €).
Un día en la Toledo monumental y otro en la natural
Pero las propuestas gastronómicas en la capital castellanomanchega van mucho más allá y este fin de semana se centran en la cocina en miniatura de las jornadas Tapas de Toledo, que celebra su XXIII edición. Una oportunidad para conocer las propuestas de los diferentes bares y restaurantes de la ciudad y probar la cerveza local La Sagra, inspirada en la capital toledana. Son 44 tapas preparadas especialmente para la ocasión y por las que se podrá votar para elegir la más popular. Aunque hay establecimientos en la zona de los Cigarrales, Vega Baja, Azucaica o Santa Bárbara, la mayoría se concentran en el casco histórico, donde saborear, entre 3 y 5,50 € delicias como el flamenquín de ciervo y muselina de hierbas del restaurante de La Fábrica de Harinas (Reyes Católicos, 5), la milhoja crujiente de rabo de toro y bechamel trufada de Maruxiña Lounge (Travesía Descalzos, 1), el rollito vietnamita de vaca vieja con crema fermentada de cacahuetes y chiles dulces, de la Taberna Botero (La Ciudad, 5) o el ceviche de pulpo enamorado de La Madrísima (La Plata, 15), entre muchas otras.
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Y a las tapas se unen los cócteles, con una ruta que llena de color e imaginación la noche toledana y hace parada en 16 establecimientos. Entre 7 y 10 € se pueden probar tragos tan sugerentes como el Jamaican Giger del restaurante Barrio (Pl. de Barrio Rey, 5), el Majareta Pop de la Taberna Majareta (Reino Unido, 7), o el Quetzalcóatl (la serpiente emplumada), de La Madrísima (La Plata, 15). Y rematar así un día de placeres gustativos.