La cita es en Mar d’Espills, el hotelito que Pilar Centelles gestiona con Sisco Porres en el corazón del delta del Ebro, aunque podría haber sido en cualquier alojamiento con un espacio tranquilo para una reunión o en la propia sala Remeis per l’Ànima (remedios para el alma), el otro cuartel general de Pili, para los amigos, en el pueblo de L’Aldea. Porque esta farmacéutica al tiempo que especialista en terapias naturales no tiene reparos en desplazarse, cargada con sus hierbas y sus aceites, a lo largo y ancho de estas geografías tapizadas de arrozales cada vez que la llaman para impartir un taller.
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“Aunque los organizo a la medida de los participantes, no me gusta reunir a más de doce o quince personas. Como hoy somos solo seis, preguntad todo lo que se os ocurra, que esto no es una clase magistral, sino una charla que espero os resulte provechosa”, rompe el hielo mientras vamos sentándonos en la terraza de este hotel boutique de un blanco cegador y apenas una decena de habitaciones. Los talleres más representativos de cuantos propone son el de tisanas –”con propiedades medicinales, a diferencia de las típicas infusiones”, puntualiza– y el que estamos a punto de realizar en las próximas dos horas sobre aceites esenciales.
Para cuidar la salud, la naturaleza es una herramienta poderosísima
Los aceites, eso sí, Pilar ya los trae preparados; una tarea compleja donde, explica, “entran en juego muchísimos kilos de flor y las alquimias del alambique”. Y es que el objetivo del taller no es destilarlos uno mismo –se compran en los herbolarios–, sino iniciarse en los beneficios –y algún que otro peligro– de las plantas con las que se elaboran. Una vez aprendidos sus secretos, cada uno saldrá con una fórmula personalizada para atajar una determinada dolencia física o emocional.
A la vista de una abullonada víctima de los habituales mosquitos en el delta tras la siega del arroz, Pilar sugiere preparar un repelente natural, para el cual, siempre sobre una base de aceite vegetal, empieza a mezclar unas gotas de aceites esenciales de eucalipto, caléndula, manzanilla romana y un tipo de geranio que “al igual que estas otras plantas, se encuentra fácilmente por el delta y es tan aromático que mantiene a raya las picaduras”. Pero entre los asistentes hay males menos pasajeros que, establecido un clima de confianza, cuesta poco confesar.
Para aliviar el desgaste de las articulaciones de uno, “debes añadir a la base aceites esenciales de laurel, eucalipto azul, siempreviva, hipérico o hierba de San Juan y esta variedad de albahaca conocida como al- bahaca exótica”. O para los varios que alzan la mano cuando menciona un problema tan recurrente en la vida urbanita como la ansiedad, “tomad estos aceites esenciales de manzanilla romana, palo de rosa y este árbol endémico de Madagascar de nombre endiablado, mandravasarotra, y los diluimos todos en la base de aceite vegetal que, en este caso, va a ser de nuez de albaricoque”.
Como el tema da juego, una vez listas las botellitas con la fórmula específica para cada uno, nos hace unas recomendaciones de bibliografía para seguir tirando del hilo. “En internet se leen auténticas barbaridades y a mí, aunque me haya formado en terapias naturales y psico-corporales, me sale mi vena farmacéutica –bromea–. Siempre pensamos que “lo natural” es bueno, ¡pero hay plantas capaces de matar! Los aceites esenciales son muy potentes y, de usarse bien, aportan múltiples beneficios, aunque no todos están indicados para todo el mundo. También para cuidar la salud, la naturaleza es una herramienta poderosísima, pero hay que conocerla”.
En el Delta se encuentran fácilmente eucalipto, caléndula, manzanilla romana y un aromático y específico geranio
El apunte experto
- Alquilar una bici para pedalear entre los arrozales por las llanas geografías del delta.
- Espiar a los flamencos desde el mirador de la laguna de la Tancada, que brinda uno de los mejores atardeceres del delta, con permiso de la lengua de arena del Trabucador, con playas a ambos lados.
- Pocos paseos como la larga caminata junto a las dunas de la Punta del Fangar hasta alcanzar su faro.
- Al atardecer, nada como navegar en kayak o en barquita hacia la desembocadura del Ebro, tan exótica entre los carrizales.
- Llegar en taxi acuático hasta las bateas donde se crían las ostras y mejillones de Musclarium para una degustación en mitad de la bahía de los Alfaques.
Guía de viaje
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