Los colores del bosque crean un paisaje lleno de magia en plena naturaleza durante el otoño salmantino, como las luces de colores lo hacen en las ciudades durante la Navidad. Para conocer una de las rutas senderistas más bonitas de la provincia -y de España- hay que viajar hasta los pueblos de Cepeda y Madroñal, a tan solo 15 minutos de otros tan bonitos y conocidos como Mogarraz o La Alberca. Una ruta perfecta para amantes de la naturaleza y los planes al aire libre dentro del Parque Natural de las Batuecas, justo ahora que el otoño está en su máximo esplendor.
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EL PARQUE NATURAL DE LAS BATUECAS
Este valle del abrupto sur de la provincia de Salamanca, rodeado de las cumbres de la Sierra de Francia, esconde entre su densa espesura boscosa un famoso monasterio carmelita desde 1598 y un fascinante conjunto de pinturas rupestres. También sirve de refugio a fauna diversa, como el macho montés, el buitre negro, el leonado, el águila y búho real o el halcón peregrino. Por si esto fuera poco encontramos enormes árboles, cascadas y pozas de agua cristalina y, como no, un buen conjunto de senderos para ir descubriendo todos sus tesoros.
La llamada Senda de los Mil Colores, una de las muchas que recorren el interior del Parque Natural de las Batuecas, es una ruta ideal para hacer en temporada de otoño en familia, andando o incluso en bicicleta, aprovechando uno de estos días en los que sale el sol, que aunque no calienta en exceso, siempre reconforta y anima a escapadas al aire libre.
¿CÓMO ES LA SENDA DE LOS MIL COLORES?
Un sendero tradicional que trascurre por una pista forestal y agrícola. Tiene aproximadamente unos 10 kilómetros y puede realizarse, cómodamente, en unas cuatro horas. No tiene gran dificultad, por lo que es apta para todas las edades, incluso para hacer con niños.
El itinerario está bien señalizado -con marcas blancas y amarillas- y durante la ruta se atraviesan bosques de encina y robledales y antiguos molinos. También se atraviesa un puente medieval -puente de la Dehesa- sobre el arroyo del Coso y te irás encontrando por el camino castaños, madroños, avellanos, acebos o robles… árboles típicos de este espacio natural que se llena de belleza en estos meses.
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COMENZAR EN CEPEDA
La ruta puede realizarse comenzando desde los dos pueblos, Cepeda y Madroñal, porque es circular. Si comienzas por Cepeda, antes puedes pasear por este pequeño pueblo, de poco más de 500 habitantes, con construcciones serranas y que fue levantado sobre un castro prerromano. El inicio está en la fuente romántica, en la carretera C-512 en dirección a Sotoserrano.
COMENZAR EN MADROÑAL
EL nombre a Madroñal le viene del árbol del madroño, con sus coloridos frutos, aunque es en realidad el cerezo el que se ha convertido en seña de identidad de esta población. El bosque que nos lleva a Cepeda, salpicado de robles, castaños, madroños o alcornoques luce más bonito que nunca en esta temporada.
PARA REPONER FUERZAS
Guisos y asados son los protagonistas de la cocina de este valle en donde tampoco faltan los embutidos y el vino. Puedes empezar por un zorongollo, una ensalada de pimientos asados que se toma de acompañamientos, o las patatas meneás. Tampoco hay que perderse el hornazo, una especie de empanada, típica de la provincia, que se rellena con huevo cocido, chorizo y lomo de cerdo. Aquí el jamón, el chorizo o el salchichón son de altura, así que no dudes en hacer acopio. Y si apetece un asado, el cochifrito o el cochinillo asado en horno de leña son típicos de la zona. También, gracias a los bosques, hay setas y boletus en temporada, y los encontraremos en las cartas de los restaurantes.
Para comer rico, podemos acercanos a La Alberca, donde comer en El Encuentro, La Cantina de Elías, con excelentes carnes a la brasa, o La Taberna de la Alberca. Y en Mogarraz, el Restaurante Mirasierra (en la imagen), con productos de temporada, buenas carnes y recetas locales.
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