“Para mí, cabo Busto es la desconexión y la vida plena. Me siento muy afortunado de estar aquí”, así lo confiesa el pastelero Jhonatan González, que ha situado este rincón de la costa asturiana a 11 kilómetros de Luarca y a 85 de Oviedo en el mapa gastronómico para los amantes de los placeres dulces. Pero empecemos por el principio. Y lo primero, antes de descubrir a qué sabe Busto y asomarnos a uno de los paisajes más emblemáticos y espectaculares de la costa asturiana es dar un paseo por el pueblo, de poco más de 200 habitantes, para ir descubriendo el edificio de las escuelas o la capilla de San Bartolomé, entre casonas asturianas que albergan alojamientos rurales, restaurantes y bares típicos, además de invernaderos y jardines repletos de camelias.
Para ti que te gusta
Lee 8 contenidos al mes solo con registrarte
Navega de forma ilimitada con nuestra oferta
1 año por 49€ 9,80€
Este contenido es solo para suscriptores.
CelebramosSuscríbete 1 año por 49€ 9,80€
Este contenido es solo para suscriptores.
CelebramosSuscríbete 1 año por 49€ 9,80€
TIENES ACCESO A 8 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
Caminando ya por esta península esculpida por materiales de cuarcita del Paleozoico que es el cabo se alcanzan los acantilados a más de 80 metros de altura sobre el Cantábrico. El mar esculpe aquí una composición dramática de entrantes y salientes de tierra, de islas a merced del oleaje, de cuevas y playas de cantos rodados conectadas por la bajamar y de miradores que desafían al vértigo. En la cara oeste, la desembocadura del río Esva forma el gran arenal y estuario de la playa de Cueva. Esta da paso a la de Herbosa, El Cuerno o la playa de Bozo, donde se suelen ver mariscadores.
La rasa costera de Busto está salpicada de praderas verdes de cultivo y ganado y se alternan con bosques de pinos, castaños y robles. Los brezales se asoman al borde de los acantilados. Es este uno de los entornos más característicos del Paisaje Protegido de la Costa Occidental de Asturias, que comprende la totalidad del litoral del municipio de Luarca-Valdés. ¿Una ruta para explorar el lugar? La circular PR. AS-4, que recorre todo este paisaje y conecta con el pueblo de Busto.
Cadavedo, el flamante Pueblo Ejemplar 2022
El área recreativa Monte de Cabo, sobre la playa de Bozo, es la primera parada, donde se puede tomar algo en el chiringuito y esperar a la puesta de sol en las mesas de madera que miran hacia poniente y a la silueta de la costa de Valdés. La senda costera discurre hacia el extremo del cabo, pasando por varios miradores con paneles que explican la riqueza paisajística y geológica del entorno.
EL FARO DE CABO BUSTO
En el extremo de la península se alza el faro de Busto. Inaugurado en 1858, es una construcción solitaria rodeado de acantilados verticales y su luz guía a los navegantes desde 21 millas de distancia. “En este lugar hay muchos sentimientos míos”, cuenta Jhonatan González, “siempre que vengo aquí me siento el más afortunado del mundo”. Este pastelero es el responsable de que Busto se haya convertido en uno de los destinos gastronómicos de referencia en el norte de España.
Después de formarse en cocina y pastelería y trabajar en varios restaurantes y confiterías de referencia, Jhonatan González decide, con 25 años, volver a su casa y empezar un proyecto nuevo. O más bien empezar de cero. “Me encontraba en Gijón con una vida muy rutinaria, haciendo siempre lo mismo y ya tenía ganas de estar con la familia”. Así lo cuenta el pastelero, un habitual en las mejores listas y galardones del sector a nivel nacional. “Necesitaba volver al origen, estar donde siempre me crie”.
El mayor jardín botánico privado de Europa está en Luarca
Empezó haciendo magdalenas en el horno de casa y vendiéndolas en el pueblo. Tras el éxito de estas llegaron las tartas por encargo. Es entonces cuando González decide montar su propio obrador en Busto, debajo de la casa de sus abuelos, con un pequeño horno y la gran ilusión de cumplir un sueño que se iba fraguando poco a poco. Hace 11 años nacía la Pastelería Cabo Busto.
“Desde entonces todo ha ido muy rápido”, explica el pastelero. “Empezó a correrse la voz y a llegar gente de todos lados”. El día que cambió todo en la trayectoria de Jhonatan González y de su pastelería fue cuando apareció en Busto el gastrónomo y crítico José Carlos Capel, al que el repostero preparó unos cruasanes que permitieron a su pastelería entrar en la lista de mejores de España de la revista GastroActitud. “Ahí empezó a moverse más gente los fines de semana”, añade González.
Dos pueblos de postal y una costa de vértigo
La Pastelería Cabo Busto se encuentra en el corazón de este pueblo que se asoma al abismo desde la península más al norte de Luarca-Valdés. El entorno salvaje envuelve esta parada dulce, situada en una casita asturiana que parece de cuento, de colores vivos, entre árboles y un patio ajardinado donde los visitantes prueban las elaboraciones de Jhonatan González y su equipo que presentan en su vitrina. “Mi hermano, Fran, María, mi mujer… toda mi familia. Sin ellos todo esto habría quedado en un sueño sin cumplir”, asegura el pastelero.
¿A qué sabe Cabo Busto? “A Tarta Asturias”, contesta González, creador de esta elaboración que envuelve a quien la prueba en los sabores y aromas del Principado. “En la región no teníamos una tarta todoterreno, que se pueda llevar de viaje y que aguante la congelación como la de Santiago o la ensaimada de Mallorca”, apunta. La base es de compota de manzana y lleva mazapán de avellana montado y mermelada de sidra inyectada.
¿Para esta temporada? Las Reinas de Cabo Busto. Un homenaje a las reinas de la vida del joven artesano: su abuela, su madre y su hija. “Así nace esta reinterpretación del roscón de reyes con tres variedades y sabores que me recuerdan a ellas”. La Reinona, con crema de café y caramelo; la Reina, con crema de compota de manzana y crema pastelera de vainilla y el de la Princesa, con compota de paraguayos, melocotón y requesón. “En homenaje a mi mujer creé otro roscón que no es un roscón, con especias traídas de Grecia, de donde es ella”, concluye Jhonatan.
Su chocolate Orbayu, las milhojas de fresa y nata o el cake de café y chocolate... también están en sus vitrinas. “Me gusta rotar la vitrina. Mis elaboraciones cambian constantemente”, explica el confitero. “No intento dar el gusto a todo el mundo, evito seguir las modas. Hay temporadas que hago productos monotemáticos. Por ejemplo, donuts o tartas de queso”, añade González. Eso sí, todo creado con una vuelta de tuerca y siempre recurriendo a productos de temporada y de proximidad, en un recetario con gusto por lo frutal y con la despensa de su propia huerta. El empaquetado y puesta en escena también son clave en el éxito de la pastelería. “Me gusta hacer un tipo de pastelería con sabores que todo el mundo entiende, pero llevándolos a un punto diferente”, concluye Jhonatan González.
Saciados los placeres golosos, volvemos al cabo de Busto para seguir disfrutando de su inspiración. ¿Un lugar para desaparecer? “El mirador del Tiro”, confiesa el pastelero.